En las pasadas elecciones del 6-D fui, y voté. A pesar de todo, voté. No en apoyo a la crisis actual, menos por el PSUV. Voté por un partido minoritario afecto al gobierno. Voté en apoyo al legado de Chávez: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, nuestra revolucionaria Ley Orgánica del Trabajo; la humanista y ecológica Ley de Pesca. Soy de los convencidos que si cada quien cumpliese con lo estipulado en nuestras leyes, el país, la patria, ¡el hombre! tuviese calidad de vida, y no esta anarquía que ahora reina en la cuna de los libertadores de gran parte de América. Pero no, aquí pareciera que cada vez cobra más vigencia aquella canción de Piero..."pasa una banda de criminales en sus hermosas motos policiales…"
Ganó la oposición, tal como lo declaró y reconoció nuestro Presidente, luego de los retardados y trasnochados resultados a los cuales ya nos tiene acostumbrado el C.N.E. Creo en la democracia, debo reconocer que la mayoría - millones de compatriotas- expresó su descontento ante la actual situación política, social y económica que atraviesa el país.
Siempre he sido consecuente con la autocrítica a la que siempre llamó nuestro líder y Comandante, y por la que fui tildado de contrarrevolucionario. Por ello es que no entiendo cómo quienes nunca aceptaron la mínima discrepancia estén ahora llamando "a revisarnos, y a denunciar cualquier desviación del proyecto revolucionario". Las razones para que el mismo pueblo que llevó a Chávez al poder se decidiese por ese voto castigo (quizás sin saber lo que en el fondo significa esa oposición) son suficientes: Qué hombre o mujer sostén de familia no se molesta cuando, necesitando una nevera, ventilador o cocina, acude a la sede o a un operativo de Mi Casa Bien Equipada y observa impotente cómo un vivo "con buenos contactos" monta en su lujosa camioneta hasta cinco pares de los mismos artefactos (que en su casa no necesita) y para el honesto ¡no hay! "Anótese en la lista", responde una engreída y prepotente secretaria encargada de llevar "el control" de ese programa. La misma impotencia e indignación siente el humilde chofer que ha levantado toda su familia con un ya destartalado carrito cuando contempla cómo al vecino que luce un taxi último modelo, y que también tiene "buenos contactos", le llega otro carro más elegante, gracias a la Misión Transporte; ¿o esto no sucede? Creo en el socialismo humanista y ecologista, pero en ése, no.
Es cierto que el Imperio -sea del norte de América o del oriente europeo- quiere adueñarse de nuestras inmensas riquezas materiales, y cuidado si es que ahora no están pensando más en nuestros reservorios de agua dulce que en petróleo y gas. Pero también es cierto que diecisiete años de poder son suficientes para prepararse o apertrecharse ante cualquier eventualidad, calamidad, guerra económica, que existe, pero que evidentemente no es la mayor responsable de esta crisis. Y, sobre todo, diecisiete años son suficientes para formar al pueblo, evaluar con mucho juicio, si fuese extremadamente necesario, qué empresa o finca se expropiará, por qué razones y saber quién va a dirigirla.
Chávez, con sus aciertos y desaciertos, nos dejó la Constitución, las Leyes del Poder Popular, el ALBA, Telesur, las misiones, etc. Pero quienes le rodearon, avaros inescrupulosos, con muy pocas excepciones, no llegaron para hacer realidad la revolución. Llegaron para aprovecharse del poder; olvidaron la seguridad ciudadana, olvidaron, o nunca entendieron qué significa Soberanía Alimentaría; vividores que se vistieron de rojo, astutos sinvergüenzas que de un día para otro se convirtieron en "revolucionarios" para llenarse los bolsillos y así arruinar una valiosa oportunidad de revolución que gracias al liderazgo de nuestro Comandante estuvo a punto de concretarse: nunca entendieron que la Patria es el hombre. Pero ahí está la semilla, y para ella no hay mejor abono que la moral y el talento de los dignos y verdaderos revolucionarios, hijos de Bolívar.
Me pregunto, cuándo se deja a un pueblo sin el principal servicio básico como lo es el agua todo el mes de diciembre, como dejó la Hidrológica "Socialista" de Portuguesa a gran parte de Acarigua – Araure; cuándo un venezolano debe encerrarse en su casa a las siete de la noche, huyendo de la delincuencia; cuándo son los bachaqueros los que violentamente atropellan a abuelos y discapacitados, apoderándose estos delincuentes de los productos de primera necesidad ante la cómplice mirada de las "autoridades". ¿A quién se hace daño? Al hombre, a la Patria. ¿Es eso guerra económica? Pareciera más desidia y desgobierno que otra cosa. La Patria es el hombre, no es un piloto chocando y malgastando los dólares de la PDVSA "Socialista" en la elitesca Fórmula 1; no es un mediocre programa panfletario ni un galán dirigiendo un canal de TV y gritando ¡rodilla en tierra!; no es el "compositor" de una vaina loca de ministro; menos representa la Patria sectarios y arrogantes gobernadores que muy sigilosamente imponen a "la bonita" o "al toñeco" para que sean los candidatos a la Asamblea Nacional, pareciera que nunca oyeron a Facundo: "Vuele bajo, porque abajo, está la verdad". La Patria no es algo abstracto, la Patria tiene sentimientos, es el niño con hambre en la calle. Es el trabajador honesto, a quien no le alcanza el sueldo mínimo mensual ni para cinco días de alimentación.
El panorama político nacional ha cambiado y, gracias a quienes traicionaron, robaron y se aprovecharon del intento de revolución, hoy tenemos una Asamblea Nacional presidida por uno de los dirigentes más furibundos y bellacos de la vieja clase política, buen orador y con formación política, pero bellaco al fin. Así se sentiría el pueblo de burlado, traicionado, y molesto que vio en gente de esa calaña "el cambio". Que rectifiquen quienes tienen que hacerlo. El hombre venezolano se hastió de tanta desidia, ineficiencia e impunidad. Vendrán nuevas oportunidades de cambio y ojalá aquellos verdaderos líderes, humanistas, humildes, honestos con formación ideológica, quienes fueron execrados por los vivarachos vestidos de rojo, tengan la oportunidad de asumir el noble y altísimo compromiso de lograr una verdadera revolución de paz, justicia y espiritualidad.-
Jahir Artigas
@jahirricardo