Señor… ¡no venda la guitarra!

A mi hermano Ebert, ser de luz…

Los niños, el ser humano en armonía con Dios y la Pachamama, es lo más hermoso que nos brinda esta existencia, son ellos la única causa por la que vale la pena luchar.

Las crisis, históricamente, siempre han sido motivo de cambio y aprendizaje. Las necesidades, más aún cuando se trata de las básicas, nos llevan a reflexionar, y en muchas ocasiones a llevar a cabo practicas que en situaciones normales, quizás no hubiésemos imaginado. A los venezolanos pareciera que nos sorprendió una crisis que lleva varias décadas carcomiendo las bases de nuestra sociedad. Desde que abandonamos el campo para vivir de ese "Oro Negro" nos fuimos creando la falsa idea de que éramos un país rico. Pero hemos chocado de frente con la cruda realidad. No somos ricos, nunca lo hemos sido. Y lo peor, al contrario de otras civilizaciones y otras culturas que carecen de recursos y riquezas materiales pero que gozan de una primordial riqueza espiritual, la nuestra -al menos la mayor parte de ella- adolece un inmenso vacío de amor a Dios.-

Es por ello que en este difícil y crítico trance que nos ha tocado vivir a los venezolanos, afloran los mas bajos instintos y sentimientos que ser humano alguno pueda esgrimir contra el prójimo: la usura en su más brutal dimensión; odio, rencor, violencia física de hombres contra mujeres, contra ancianos, niños; somos la antítesis de la espiritualidad. Hemos llegado a un estado en el cual nos atrevemos a vender hasta el alma. Hemos llegado al límite de crear esa abominable especie llamada "bachaqueros", mis disculpas a los bachacos, incansables trabajadores diurnos y nocturnos. Me expreso en plural porque estoy convencido que cada uno de nosotros, así como tenemos derecho a nuestras riquezas materiales, también tenemos nuestro granito de responsabilidad, unos más que otros, en todo esto que nos ha tocado vivir.-

Esta dramática crisis, que en una cultura de valores humanos hubiese sido inspiración para actos y acciones de solidaridad, de amor, de trabajo, de la vuelta al campo, ha resultado todo lo contrario. Además, para colmo de males, tenemos un ingrediente que ha exacerbado el enfrentamiento y la intolerancia y en el cual ya muy poco creo: la Política, a la cual, de paso, la definen como ciencia y arte; este peculiar arte ha servido sólo para dividir; o como cantó Aníbal Nazoa, para trazar puntos y rayas con el fin de que mi hambre y la tuya estén siempre separadas. De la política surgieron dos vertientes: Capitalismo y Comunismo, esto significa industrialismo y contaminación; ambas desembocan en lo mismo: sometimiento del hombre por el hombre a través del perverso Estado –limitante y destructor de almas puras y de la espiritualidad- En este oscuro y desalmado ambiente, sólo los niños y los seres de elevado nivel espiritual mantienen, su paz, su fe y su esperanza intacta.

Ahora, gracias a lo difícil que resulta en estos días no tener dos BlackBerry, operarse las "Lolas", comprar el más costoso vehiculo último modelo, ni cualquiera de esas "necesidades" que nos inoculó aquél ficticio país rico, hemos despertado de ese plástico sueño.

Quienes no aprovechamos la impunidad para llenar los bolsillos con los miles de millones de dólares que ingresaron a nuestras (?) arcas producto del chorro de "Oro Negro" nos la hemos visto bien difícil. No nos queda otra que salir adelante, por nuestros hijos, por nuestros padres; por la memoria de nuestros abuelos. Debemos recobrar la espiritualidad de nuestros ancestros, debemos reconocernos como hijos de Dios, y como dijo Facundo, volar bajo, porque abajo, está la verdad.-

Hace algunas unas semanas llegué hasta una frutería; esperando mi turno para pagar, entre las personas que allí se encontraban, espontáneamente fue generándose la conversación que hoy día se impone en cualquier reunión: la crisis, la escasez. Le comentaba a algunos de los presentes lo fuerte que se tornaba la situación y lo difícil que está hallar alimentos; oí comentarios como "yo tuve que vender mi carro" "yo vendí mi anillo de grado" "yo estoy vendiendo un televisor" etc. A mí se me ocurrió comentar que había decidido vender mi guitarra; "no quisiera hacerlo, con ella me inspiré para componer la canción a mi niña Valentina de siete años; con ella compuse la Canción para Alí, me causa sentimiento tener que vender mi guitarra", les dije. Algunas damas siguieron hablando mientras yo me dispuse a saldar mi cuenta. Me despedí, no había dado cinco pasos cuando oí la voz de un ángel; era un hermoso niño moreno que apenas comenzaba a hablar, con firme y tierna voz me dijo: "señor… ¡no venda la guitarra!" Le sonreí y le dije, tienes razón, no la venderé.

Aquél ángel me recordó que la guitarra, el cuatro, la pintura, el tambor, el canto y la poesía son puentes hacia la espiritualidad, hacia Dios; Son la esperanza, los sueños de armonía, el amor; son, como dijo Alí, los zapatos de mi conciencia; representan manantiales de luz, y ningún manantial debe ser vendido, ¡es obra de Dios! Entonces, enfrentemos la crisis… eso sí, sin vender la guitarra.

 



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Jahir Ricardo Artigas


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