Señor presidente; antes que nada quisiera decirle que soy uno más de los que creímos en aquél sueño de justicia, igualdad y progreso propuesto por Chávez a quien conocí y recibí como estudiante de la Universidad de Carabobo y a quien además compuse y grabé una canción luego de su desaparición física. Voté por el comandante en todas las elecciones donde participó ¡en todas! incluso, voté por usted.
Presidente, en estos días lo vi bailando; luego lo vi haciendo alarde de sus dotes de tamborero; ayer lo vi remedando a un sifrino usuario de twitter. Me pregunto ¿será que el presidente está al tanto de la magnitud de nuestra crisis y de lo angustiante y desesperante de nuestra situación? Cuando se elije a un presidente se piensa en un estadista, en alguien que sienta como suyos los padecimientos y sufrimientos del pueblo; en alguien que asuma con seriedad y altura la sagrada responsabilidad de ser presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela.
¿Sabrá usted que en la patria buena que Alí Primera soñaba, hoy nos acostamos con hambre? ¿Sabrá usted que los niños en las escuelas ya no tienen ánimo ni fuerzas para entonar el Gloria al Bravo Pueblo? Presidente, por si no lo sabía, nuestros enfermos de diabetes e hipertensión arterial, entre otras enfermedades, tienen tiempo sin tomar sus medicamentos porque desaparecieron. No hablemos de vestido y calzado, ya eso es un lujo. Y usted bailando, señor presidente.
Presidente, recuerde; la izquierda en América Latina sufrió y luchó mucho para poder llegar al poder; los sandinistas en Nicaragua triunfaron ante Somoza, fueron a elecciones y salieron derrotados, pero luego regresaron triunfantes; lo mismo pasó en Chile. Aquí pareciera que ustedes, su gobierno, están haciendo todo lo posible para que nuestro pueblo aborrezca todo lo que huela a izquierda; si seguimos, o mejor dicho, si siguen ustedes así a nuestros jóvenes del mañana les causará repulsión y temor la palabra revolución la cual será sinónimo de corruptos vestidos de rojo y de astutos vividores manoseando la canción de Alí mientras el pueblo pasaba penurias; pasarán generaciones, si acaso, para que nuevamente se pueda hablar de revolución con fe y esperanza. No veo razones para su alegre y eufórico baile, no le veo nada gracioso a esto que estamos viviendo, señor presidente.
La canción esta triste, la poesía está triste; las madres y sus niños en las calles reflejan esa tristeza. Presidente, usted no es el muchacho travieso que se ríe de la agonía de La Guacara de Luis Mariano Rivera; a ese muchacho el pueblo lo comprende y le perdona su travesura. Usted es el Presidente de la Republica Bolivariana Venezuela y está bailando mientras el pueblo venezolano agoniza.
Presidente; no es la hora de la salsa, no es la hora de bailar; es la hora de salvar la patria que está mal herida; respete nuestra angustia y dolor.