La democracia moderna -que no es democracia propiamente dicha porque en ella confluyen un conjunto de clases sociales, tendencias, grupos, etc., en donde finalmente uno de ellos es el que se impone sobre el resto de los demás, que por lo general es la burguesía-, tiene acostumbrados a los pueblos, mediante sus arengas demagógicas, a no tener claro el futuro que nos espera.
La incertidumbre, el miedo, la zozobra, la desesperanza y la impotencia son algunas de las sensaciones que esta forma de "gobierno" vierte sobre la consciencia colectiva de la clase dominada.
En Venezuela, en la era cuartorrepublicana estas impresiones estaban presentes en el día a día de la gente humilde. Sin embargo, con la llegada de Hugo Chávez las mismas se fueron desvaneciendo con el paso del tiempo, ya que nuestro Maestro nos enseñó a esculpir nuestro propio porvenir y nos señaló el sendero que debíamos transitar, con lo cual se recobró la esperanza de vida de los desposeídos; ese era y seguirá siendo el camino del socialismo.
Lamentablemente hoy nuestro Chávez no está, y se están volviendo a sentir con suma intensidad esas despreciables sensaciones que son propias de la dinámica de una democracia burguesa.
Sin embargo, no todo está acabado. Aún somos muchos los que estamos dispuestos a seguir luchando, porque estamos conscientes de que este tipo de democracia debe ser reemplazada por una nueva, una de carácter rotundamente popular, participativa y protagónica: ¡esa que quería Chávez!, ya que en este tipo de democracia no hay cabida para esta serie de sensaciones, debido a que es el pueblo, reunido en Asambleas Populares Patrióticas Permanentes bañado en un mar de valor y fuerza revolucionaria el que diseña su porvenir con claridad, certeza y atino; dejando a un lado el miedo y la incertidumbre para darle paso a la confianza y la esperanza.
Estoy casi seguro de que habrá democracia real solo cuando desaparezcan las clases sociales. La vida política me ha enseñado que no es posible una democracia donde "convivamos" todos los grupos y tendencias sociales, ya que cada quien tiene sus propios intereses y hará uso de la disciplina política para hacerlos valer, negándole al mismo tiempo la participación y el protagonismo a otro grupo o estrato social.
Por tanto, el estadio donde puede ejercerse una democracia real, es decir, popular, es el de la Comuna. Es aquí donde el pueblo no tiene que esperar a que sus "representantes", esa minoría dominante, decida cuál será el futuro que les espera, porque aquí, es donde el pueblo se manda a sí mismo.