Pasado, presente y futuro

Parece la IV en la V, pero no…

Yo recuerdo que cuando era niño -años 80 y 90- la vida dentro de mi hogar fue bastante difícil. En él reinaban un conjunto de penas y dolores que hoy en día con clara memoria aún recuerdo.

Uno de ellos era la escasez de comida. Pues, resultaba sumamente difícil adquirir los alimentos de la cesta básica.

Cada septiembre traía consigo la desesperanza de no poder iniciar el nuevo año escolar con útiles y uniformes nuevos; era el deseo de todo niño.

En navidades, cada diciembre era esperado con ansias, pero terminaba yéndose muy lentamente dejando a su paso un cúmulo de penas y desilusiones inolvidables. Sin embargo, siempre quedaba el grato recuerdo de haber podido compartir con familiares que durante todo el año uno no veía.

Ante todo esto siempre creí que el culpable de todo esto era el “destino”. O sea, había nacido en el seno de una familia pobre y por tanto estaba condenado al fracaso.

No obstante, hubo un momento de mi vida en el que pude salir de ese mundo oscurano y lleno de supersticiones. Pues, resonó en mis oídos el verbo encendido de un hombre llamado Hugo Chávez, y este me hizo entender que aquellas penurias y dolores no fueron cosas del destino, sino el reflejo de un país rentista capitalista marcado por la burocracia, corrupción e ineficiencia gubernamental, la cual dirigía el FMI a través de los gobiernos títeres y lacayos adecos-copeyanos.

Ahora ese Gigante no está. Y desde su partida, aquellos que logramos salir de ese sombrío mundo podemos decir con certeza que hoy día muchas cosas se nos están pareciendo a esos detestables momentos de la IV.

Por ejemplo, adquirir alimentos representa una odisea. Comprar la lista de útiles y uniformes escolares es muy duro o imposible. Las pasadas navidades, más allá de la coyuntura electoral, estuvieron signadas por un clima de impotencia, desánimo y tristeza, al ver como la especulación capitalista y bachaquera nos negaba el derecho -sin caer en un burdo consumismo- de poder comprar los bienes y servicios propios de esa época.

Hoy, el presidente de la Asamblea Nacional ha regresado de ese inmundo pantano gobiernero, lo que significa que hará hasta lo imposible por reeditar -como ya lo estamos palpando- esos momentos tan amargos.

Es por ello que estamos obligados a impedir la cristalización de esos fétidos designios. El movimiento popular le tocará retomar sus espacios naturales: las calles, y le tocará apresurarse en el proceso de construcción y consolidación de nuestra única esperanza: La Comuna productiva.

hectorabache@gmail.com



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Héctor Abache

Escritor. Trabajador socio-comunitario.

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