El PIB soslaya todo equilibrio económico.
Venimos diciendo que a la acabada obra El Capital, de Carlos Marx, los estudiosos la han leído y releído[1] . Salvedad del caso soviético, hasta donde nos hemos enterado, ningún país, por ahora, ha respetado e implementado la fórmula:
4.- C2 = V1+V2+Pl1 +Pl2, citada en este suplemento en la entrega que le precede inmediatamente.
Esa falla, propia del sistema capitalista y perjudicial para las economías presocialistas como la venezolana y las del ALBA, por vías pacifistas resulta compleja y de largo plazo, suponiendo que sea correctamente entendida la importancia de producir, no sólo determinado volumen de PIB, sino su composición en términos de valores de uso productivos y consuntivos.
Cierto que la demanda les va indicando a fabricantes e importadores qué tipo específico de bienes (valores de uso) deben ser producidos o importados[2], pero esa indicación pasa por el filtro capitalista de la rentabilidad de la inversión en esos bienes vistos como mercancías, y por el albur de una demanda correspondiente a todas las empresas burguesas en las cuales cada una tiende a funcionar más a su conveniencia personal que a la de la economía nacional. En la realidad, las fábricas ajustan su producción a la demanda de los intermediarios inmediatos, pero, no así estos a la de los detallistas. Por su parte, la publicidad comercial adultera viciosamente los volúmenes del PIB con la compra y venta de bienes inútiles o superfluos.
Los inventarios de invendibles de cada detallista están a la vista en los millonarios almacenes y exhibidores de los mercados citadinos y pueblerinos del mundo y en la casas de familia se traducen en desperdicios listos para el aseo urbano. Sólo una Planificación nacional podría dar cuenta del necesario equilibrio producción consumo que es evocado por dicha fórmula.
Ahora pasemos a la siguiente fórmula:
6.- QP = MV.
Ella es conocida como fórmula del cambio en la sociedad capitalista, y la literatura burguesa la vende y atribuye a Irving Fisher, pero ya Carlos Marx la recoge con marcado carácter innovador en la obra que nos ocupa. Fischer sucede a Marx, y no lo contrario. Se conoce como fórmula monetarista del cambio, de las transacciones del mercado burgués.
Esta fórmula, según la versión burguesa, nos dice que el valor de toda la producción, QxP o PIB[3] en la expresión: PIBxP-aquí se recoge una duplicación monetaria-, estaría en proporción lineal con la masa del circulante monetario y los hábitos de consumo (MV); estos, a su vez, son determinados por las diferentes rotaciones del capital de cada tipo de mercancías tanto como valores de cambio como de uso.
Por lo cual, si la masa, M, crece al margen de sus necesidades de equilibrio, los precios P tendería a crecer. Nada más falso porque lo que realmente crece es la especulación por cuanto se sigue ofertando una Q constante y hasta restringida, escaseada o acaparada. Este caso lo presenta Venezuela en estos aciagos momentos con intentonas meramente golpistas.
Seguiremos.
27/03/2016 08:07:37 a.m.
[1] Más material para el Suplemento Primero de Praxis de El Capital (Manuel C. Martínez M.). Más detalles en marmacster@gmail.com
[2] De allí se desprende la necesidad de los estudios de mercado como fase de prospección y del ejercicio productivo de cualesquiera fábricas de cierto giro.
[3] Producto Interno Bruto, siempre expresado según los precios de las mercancías sin mayores detalles sobre sus valores de uso, y menos sobre su equilibrio global expresado en la citada fórmula 4 de esta entrega. Allí, PIB recoge los precios de las diferentes mercancías y estaría dado como constante, y P variaría, y con ello el propio PIB, en función de la M o masa de circulante monetario. Para estos intérpretes fisherianos la contradicción no salta a la vista, o sea, introducen a PIB como constante pero admiten que si M varía, variaría P o sea el propio PIB. Efectivamente, con demagogia y vulgaridad descaradas, a una Economía que le crezca el PIB a punta de inflación por causa de precios inducidos la presentan como progresista.