"Es aberrante", dijo José Vicente Rangel, al calificar la llamada "Ley de Amnistía y Conciliación" recientemente aprobada por la mayoría de la Asamblea Nacional. Eso mismo piensa quien esto escribe.
En el pasado, cuando me agradaba hablar como encriptado y apegado a un lenguaje cifrado que creía pertinente para explicarlo todo y más que eso totalizarlo, para usar una palabra que una vez leí en Sartre, cuando habló de la dialéctica como totalizadora y totalizada, hubiese dicho esa Ley, que algunos le llaman "Ramos Allup", sin importarme nadie entendiese, tiene "un hondo contenido de clase". Porque en esa etapa de nuestra vida, poco interés tenía uno si le entendían o no, lo importante era decirlo, como decíamos los cumaneses de mi época, "llenándonos la boca" de palabras y frases extrañas.
Por eso diré simplemente que está destinada a favorecer delincuentes de toda pinta; hasta a quienes la elaboraron llaman "boliburgueses", camisas rojas, de aquellos que se fueron a la ciudad paraíso de los arrepentidos y de unos cuantos que todavía, uno no sabe cómo, han logrado pasar desapercibidos. Pero también hay allí mucho de auto perdonarse.
Quienes pusieron guayas para degollar inocentes motorizados, chavistas o no, destruyeron vidas por otros medios y bienes públicos y privados y a ellos incitaron, también serían sujetos a beneficiarse de esa extraña Ley. Como los serán quienes sustrajeron dólares preferenciales para fines distintos a aquellos que se les asignó inicialmente.
Como dije en un artículo anterior, ese instrumento "legal" pudiera hasta derogar el Código Penal vigente y convertiría a Venezuela en un espacio "sin ley" o ese "Estado forajido" que esperan los gringos que seamos para lanzarnos, no ya las "siete plagas", que de hecho ya lo han hecho, sino algo peor, sus civilizados y civilizadores marines, de tan ingrato recuerdo en todos los sitios donde han acudido a "restablecer la democracia y recuperar las libertades perdidas". Y con la derogatoria del Código Penal, la "generosa Ley de Amnistía y Reconciliación", serviría para que ese buen número de abogados relancinos y los abundantes jueces venales que tenemos trabajen en equipo y las cárceles vacíen. Pero es que la misma ley, aunque no abunden jueces venales, coloca a quienes deben administrarla o aplicarla, decidir el destino de los sujetos a juicio o enjuiciados, entre la espada y la pared; pues ella, la Ley, establece la pena de dos o más años de prisión a aquellos jueces que no procedan conforme espera ella. Es decir, si un juez no favorece con la Ley de Amnistía y Conciliación a un sujeto, queda expuesto a que le enjuicien y, una cárcel ya vacía, se lo lleven para por ese "grave delito". Sería una curiosa e inédita forma de volver a llenar las cárceles. ¡El mundo al revés!
Es como un exceso, una perogrullada, decir que uno espera por amnistía para quien la merece; no está justificada su detención y cuando, no habiendo de por medio delito grave ni el personaje que pudiera ser beneficiado por ella no representa peligro alguno para la sociedad. Apoyamos se amnistíe quien es merecedor de eso; no deseamos a nadie preso, menos por injusticias e intolerancias. Parte de nuestra vida nos la pasamos luchando por la amnistía de personajes como Nelson Mandela, David Alfaro Siqueiros, uno de los tres grandes muralistas mexicanos y tantos otros. Por eso no dudamos en apoyar una Ley de Amnistía que favorezca a quienes se la merecen y no sea un desconocimiento al clamor por la justicia de los demás.
Pero, como dicen los españoles, "a falta de pan buenas son tortas"; no teniendo la oposición propuestas para resolver el drama venezolano intenta distraer con cosas que no son del interés del colectivo y hasta se excede con un proyecto que a los del PP español, los mismos que aprobaron la Ley Mordaza, les produciría risa y hasta rabia. Porque estos, los del PP, compañeros de nuestros amnistiadores a raja tabla, aprobaron una Ley que es todo lo contrario de la de acá. Tanto que hasta tenderle la mano a un refugiado que se ve obligado a mendigar es un delito que se paga con cárcel. Sin olvidar que se parece, según dicen, a las leyes "del olvido" o "borrón y cuenta nueva", que se elaboraron Franco y Pinochet para auto perdonarse. Lo que usualmente llamamos "mandarse a hacer un traje a la medida".
Mientras la oposición monta su "sainete", con la Ley de Amnistía y llamado a revocatorio, como para que en las gradas crean están haciendo algo merecedor de ser aplaudido y saludado con agitar de pañoletas, pañuelos, clarines y timbales, el gobierno monta el suyo con una campaña contra aquél. Pero también, igual que hizo la oposición, saca su segunda carta. Llama e instala de inmediato un "Congreso de la Patria", destinado como espera mi amigo Julio Escalona, inspirado en lo dicho por el presidente Maduro, a "derrocar el burocratismo y las nuevas élites".
Lo curioso y preocupante, por decir lo menos, es que los "burócratas e integrantes de las nuevas élites" por derrocar, en un razonar elemental, casi hasta infantil, a uno le lleva buscarlos entre quienes forman parte del gobierno. No albergo la mínima sospecha se puedan hallar entre los miles de militantes y hasta dirigentes altos y medios. Tampoco entre aquellos que están como en el "baúl de los recuerdos".
No obstante, el Congreso de la Patria se instaló sin que uno supiese nada del procedimiento para escoger los delegados y, cuando mira las tantas caras de los allí reunidos, encuentra que son los mismos de siempre. Con abundancia de quienes deberían estar bajo sospecha de formar parte de la buscada casta de "burócratas y nuevas élites". No porque uno quiere que así sea, por un asunto de mala fe, sino por un razonar elemental. "Elemental, querido Watson".
Si tienen razón al pensar que "el burocratismo y las nuevas élites" se derrocan con la gente de siempre, entonces esas cosas y personas denunciadas y sujetas a ser derrocadas por malas, están afuera. ¿Si no están en el gobierno y el partido para qué perder tiempo intentando derrocar algo que ya lo está?
¿O es válido pensar que el Congreso de la Patria, de antemano, antes de instalarse, en contrario de lo que ilusos como uno ha aspirado, ya fue maniatado por burócratas y nuevas élites?
¿De este lado, el nuestro, también tratan de distraernos y hundirnos en el olvido?