La nacionalidad

Cito a Ángel Mancera Galletti: Las características peculiares de los individuos que forman una Nación, nacidos o naturalizados en ella, determinan esas normas que dan rango moral en su conjunto a lo que significa la nacionalidad.

La fórmula jurídica surge no ya para robustecer una doctrina política o social sino para respaldar la procedencia de esas personas, imprimirles un distintico especial que viene a ser lo más puro al suponer el amor a lo propio que se antepone a cualquier otro interés.

La primera manifestación de la nacionalidad venezolano parte del indio que habitaba las regiones desérticas y recibe al conquistador español y le entrega por la fuerza sus riquezas. Hombres avariciosos, asesinos, en la aventura de América empiezan por hacer un país, y lo delinean a semejanza de sus pueblos. La independencia le da el carácter esencial en lo político y se efectúa una revolución de carácter universal, por lo extraordinario de su concepción cuya enseñanza perduraría como principio de la libertad.

De allí continúa por generaciones la obra que afirmaría la nacionalidad venezolana, y mediante el esfuerzo que trataría de vencer a las grandes extensiones con el solo recurso de la teoría del personalismo que asfixiaría las mejores intenciones de sus habitantes.

Ésa es la imagen que aparece como sustancia política en el conjunto de la nacionalidad cuando el extranjero entra a formar parte de la composición racial, y los blancos, cobrizos y negros, se funden en el origen étnico del pueblo.

Las nuevas tierras brindaban la oportunidad de constituir numerosas familias; la libertad como un señuelo y la riqueza fabulosa que se pregonaban en los heraldos de la fortuna, congregaron en sus fronteras a los representativos de las razas del mundo, y se oye gemir en el hacinamiento esclavo de los repartimientos, lo que nacía de ese conjunto humana. No se pueden fundir las corrientes de la civilización al insurgir como un gigante el fantasma de la anarquía.

Con esos antecedentes, Venezuela, llega al siglo XX, y la República que comprende los errores en que se debate su nacionalidad, quiere reaccionar y ansiosamente solicita el modo de integrarse como unidad racial y política que respondiese a las ideas que predominaban en el universo. No quería ser un significado exclusivo de lo regional a riesgo de quedar aislada del mundo, sino de establecer contactos permanentes que le definieran su razón de ser. Y llega a aspirar a constituirse con una población numerosa que aceptara las condiciones cosmopolitas para poder trabajar y vivir a tono con las exigencias de la época. La falta de recursos financieros, el afán de guerrear y de la disputa interna, le marginó de ese gran esfuerzo, acallado por tiranías y dictaduras que consumieron etapas de su vida inútilmente, y la inmigración desconoció el camino de Venezuela.

De esa falta de nutrición de otras corrientes étnicas que sirviesen para cimentar las bases de una nacionalidad con características propias, pasa bruscamente de la etapa del ruralismo al dominio de lo urbano, y con él al fenómeno de las aglomeraciones, reconcentradas en determinados centros geográficos con los inconvenientes derivados de los problemas sociales y políticos sin aparente solución. Entre ellos, la riqueza del petróleo que atrae con su mercado de trabajo a hombres de todas latitudes.

Un país en crecimiento y con los rasgos aun frescos de su formación, vería agitar su tranquilidad con el fluir permanente de personas que constituyen en el mundo una clase distinta, bien penetrada de su misión de amasar fortunas para dominar indirectamente las finanzas universales, sin importársele el empleo de recursos buenos o malos para obtener dinero a espaldas de la tranquilidad de una Nación.

La fuerza avasallante de ese grupo de hombres incorporados como elemento contradictorio de la nacionalidad, se ha robustecido al forjar un poder financiero incalculable, al servicio exclusivo de una finalidad determinada: la creación de los consorcios con ramificaciones internacionales, valiéndose de energías nacionales y ambiciosas, para dominar, totalmente en el terreno económico, e indirectamente, con su influencia política.

Ésa es pues la característica de una fuerza financiera con reflejos en la nacionalidad como perturbaciones sociales. De allí parte la venta de los Colombiagranadina de estupefacientes, (drogas) la proliferación de la casa de cita, el humillante atropello de la escolar y del adolescente, la propagación de la trata de blancas, el garito disfrazado de club y todas las formas de la explotación del hombre y de la mujer, mediatizadas en nombre de una actividad que se escuda con el dinero que atesora y con el cual sabe abrir puertas y comprar conciencias.

El indio, el blanco y el negro tuvieron en la mezcla de su sangre y de sus ideales, la de forjar la nacionalidad venezolana. Al aparecer las fuerzas económicas éstas se integraron sin hacer las separaciones en que se colocase los intereses materiales en el sitio que le correspondía y las fuerzas espirituales, como concentración de la raza misma con su autonomía y vivencia eterna como pueblo. El establecimiento de clanes de personas desplazadas ha venido a subvertir la posibilidad de asegurar el porvenir, y es necesario, que la palpitante actualidad, pues, de ellos está pendiente la liberación moral y económica que habrá de contribuir al equilibrado sentir de la sociedad frente a amenazas constituidas por el exceso de población, el agotamiento de las fuentes de abastecimiento, y la especulación manejada, por el imperialismo, diabólicamente, por los profesionales de la conspiración internacional en el campo de los costos de producción y alzas de precios, en la distribucción de las mercaderías esenciales.

Venezuela no podía ausentarse de una realidad que tiene por escenario el mundo entero. El archivo del pasado evoca la historia de revoluciones que se realizaron para terminar con la especulación del hombre por el hombre, y de dar al concepto de la nacionalidad la flexibilidad de criterio que permitiese entenderla con un amplio pensamiento de la solidaridad humana, en intima afinidad telúrica con los pueblos de nuestra América. La nacionalidad, por tanto, ha de defenderse al evitar su sometimiento a los intereses manejados por quienes desde las cuatro partes del mundo pretenden sojuzgar con el poder del oro que acaparan, la vida social y política de los pueblos.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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