—Es fundamento de los pueblos que nadie tiene derecho a tomarse la justicia por su mano, y menos que otros cualesquiera aquellos a quienes se supone encargados de hacer cumplir, en última instancia, por la fuerza, los fallos de la llamada Justicia. El sable, o se saca para dar con él de filo, o se le tiene envainado; para lo que no debe nunca desenvainarse es para dar con él de plano.
De todos modos, es uno de los más tristes síntomas de la anarquía que parece estar devorando a Venezuela, de esta anarquía desde arriba –y desde muy arriba– a que parece ha venido a parar aquella revolución, también desde arriba, que, como necesaria, proclamaba Caldera.
Conviene ponerse en guardia, desde luego, contra la especie de que los militares sientan el patriotismo más vivamente de los demás (pueblo), lo cual es tan falso como suponer que los curas sean más religiosos que los demás, o que los profesores tengan más amor a la cultura que los que no lo son. Hay que reaccionar contra la tendencia a que eso que se llama la religión del patriotismo asuma formas militares.
Así como los teólogos acostumbran decir que niega un misterio quien niega la explicación que ellos dan de tal misterio, así es muy frecuente que en todos los órdenes, pues en todos domina aquí la especial manera de discurrir que llamaremos teológica, se afirme que niega un hecho, un sentimiento o una idea el que niega la base que a ese hecho, sentimiento o idea le presta quien tal afirmación hace. El que parece explicarse el orden moral necesita, o cree necesitar, recurrir a la doctrina del libre albedrío, acusa a quien niega que tal libre albedrío suprime, por tanto, el orden moral mismo.
Es indudable que el patriotismo tiene dos raíces: una sentimental y otra intelectiva. Hay la patria sensitiva, la que podemos abarcar con la mirada, y que no se extiende en su origen más allá de nuestro horizonte sensible, y hay la patria intelectiva o histórica, la que se nos enseña a querer en la escuela, con relatos más o menos verdaderos. Son los dos polos del complejo sentimiento patriótico. Y como tengo leído hace ya más de cincuenta años, se observa un fenómeno de polarización, "consistente en que van creciendo paralelos el sentimiento cosmopolitismo de humanidad y el apego a la pequeña región nativa. A medida que se ensancha la gran Patria Humana, se reconcentra lo que aquí se llama patria chica. Parece como que se busca en el apego al terruño natal un contrapeso a la difusión excesiva del sentimiento de solidaridad humana… Se concentra la intuición sensible de patria a medida que se abstrae el concepto de ella, lo cual quiere decir que no están en perfecta compenetración y armonía. Y no lo están, seguramente, por culpa de la presión coercitiva y bárbara que se ha empeñado en casarlas en la Historia según intereses de clases".
¡Gringos Go Home!
¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!