La burocracia y la corrupción

Venezuela últimamente ha perdido la facultad de solucionar las crecientes obligaciones que pesan en su pasivo, motivado a un déficit inesperado en las finanzas venezolanas. Pero el mal que se creía pasajero continuó avanzando hasta adueñarse de la vida del enfermo en su aspecto social, político y económico.

La burocracia obedece a una razón optimista: la industria petrolera que ha deformado el crecimiento de nuestra riqueza hasta crear el concepto de un bienestar indefinido para regocijo de la colectividad. Allí estaban para testimoniarlo, esos guarismos que se centuplicaban para testimoniarlos, esos guarismos que se centuplicaban en columnas impresionantes en cada ejercicio fiscal. A la sombra del Presupuesto nada tuvo importancia mayor que su aprovechamiento inmediato y mucho menos que se confundiesen las restas con los sumandos.

Hubo un tiempo en que el liberalismo económico pensó en resolver la crisis del desempleo con la multiplicación de los cargos oficiales para dar ocupación, con igual disponibilidad, a un mayor número de personas. Esta regla ha sido seguida entre nosotros en sentido opuesto. El aumento del presupuesto se ha canalizado para el pago de sueldos constituyendo una circunstancia perjudicial para la economía del país, pues si el Tesoro contó con un efectivo apreciable, los gastos resultaron de tal magnitud que aquella causa favorable resultó insuficiente.

La corrupción se adueña del país a partir de 1974. Ciertas instituciones parecen tener en sí mismas el gen de la corrupción, más allá de la corrupción, existió una proverbial incapacidad administrativa y una profunda ingenuidad venezolana que nos dejó a la deriva de los manejos y argucias de las grandes multinacionales, acostumbradas a promover corrupción en las almas débiles fuera de sus fronteras, la corrupción ha ido creciendo paulatinamente, autónomamente, sin frenos ni cortapisas. Podríamos decir que en la corrupción no existe una voluntad individual, pero sí una racionalidad colectiva evidente. La corrupción es una estructura subyacente que alimenta y sostiene el sistema de partidos y la organización políticosocial de Venezuela como un todo, apoyada sobre las instituciones económico-financieras y el poder judicial. Es una estructura con racionalidad propia, indispensable para entender los mecanismos del poder en nuestro país.

Está vigente un alarido colectivo y contra la corrupción, contra la vacuidad del lenguaje de los políticos, a favor de la moralización de la función pública. Es también un llamado a los honestos para que vuelvan a ejercer las funciones públicas, ya que ante la presencia de los corruptos los honrados se han ido.

Ya ni siquiera la vida tiene un valor en nuestra tierra. Y esto lo decimos porque es la delincuencia de arriba la que explica la delincuencia de abajo. Y esto porque toda nación es una pirámide. Si en su punta hay honestidad en su base la habrá también. Pero cuando arriba no sólo hay delitos sino estos son impunes, y como consecuencia no hay ejemplo de moralidad, la ética de la base de la pirámide también estalla.

—Como se ve, el problema es político. Su enfermedad es corrupción. Sin desterrarla nada será posible lograr.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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