Pildoritas 42 (año IX)

¡Qué desperdicio!

La patria, con los verdaderos patriotas al frente, está obligada a ganar esta guerra, que como sabemos no es una guerra convencional, para ello, y esto es en todo tipo de guerra, se hace imperioso echar mano a todos los recursos con que se pueda contar, sin embargo hay que aceptar cuestiones inexplicables en este sentido, pues como en el caso de mi Estado Táchira, evidentemente se está desperdiciando un contingente de hombres y mujeres que bien, y por estar investidos de autoridad, podrían sumarse de manera efectiva, con el objetivo primordial que tiene en estos momentos la Revolución, que es desmontar las funestas estrategias implantadas por la derecha nacional e internacional, específicamente en el campo económico, que como sabemos va de la mano con la guerra mediática como sustento, justificación y siembra de falsos positivos en la mente de los venezolanos.

No es tiempo de aplicar políticas en las que se obvie cualquier herramienta, humana o material, para garantizar el éxito en una lucha que como sabemos, cuando ha sido perdida como en el Chile de Allende, ha dado al traste con las esperanzas de todo un pueblo y originado una cruenta tiranía de 27 largos años.

Aquí en el Táchira como en los demás Estados del país se cuenta en cada Municipio con una figura investida como primera autoridad civil en su jurisdicción, además cada Parroquia cuenta con un funcionario similar y es más en las zonas rurales opera una figura en la jurisdicción de cada Aldea que recibe el nombre de comisario.

Ese numeroso grupo de funcionarios bien se puede aprovechar, dotándolo de herramientas jurídicas que les permitan en el campo de la aplicación de la Ley de Precios Justos, para que ejerzan a través de su autoridad el deber de proteger a la ciudadanía que está siendo víctima de la guerra económica.

Cada Prefecto, por ejemplo, a nivel de Parroquia tiene conocimiento exacto de dónde están ubicados los diferentes comercios en su jurisdicción, sabe, o puede conseguir la información confidencial, en cuáles de ellos se está especulando y debería, ante una flagrancia, sin esperar la llegada de otras autoridades, al menos estar en potestad de levantar un acta, con testigos, que sirva para iniciar acciones contra los infractores, es más a estas autoridades se les debería dotar de atribuciones sancionatorias, tomando como base el decreto de EMERGENCIA ECONÓMICA, que así como le permite al Presidente de la República tomar medidas de excepción, también pueda tomarlas para asignar a este gran grupo de funcionarios a nivel nacional (Prefectos Municipales, Parroquiales y Comisarios Rurales) atribuciones que como primera autoridad civil de su jurisdicción debería representar al Presidente de la República, es decir ser un delegado de su mandato.-

Más aún por lo general en cada barrio hay las llamadas casillas policiales y bien sabemos que los delitos de bachaqueo, se cometen en las narices de los funcionarios policiales que no hacen absolutamente nada, aduciendo que no están autorizados para actuar, pero lo que sí sobran son las denuncias de que dichos funcionarios uniformados lo que hacen, vaya usted a saber, ¿a cambio de qué?, es más bien proteger a los delincuentes que para ser concretos, son la ficha principal de los operadores de la guerra económica que estamos padeciendo.

Dolorosamente hay que aceptar que a veces perdemos batallas por negligencia, por falta de iniciativa, por miedo, por la irresponsabilidad de funcionarios de todo tipo, o porque no estamos en capacidad de ver más allá de nuestras limitaciones y queremos ser muy legalistas, cuando tenemos al frente un enemigo que se salta todas las normas, incluso las de convivencia y pisotea las leyes como le viene en gana.-

Con algunos de estos funcionarios he conversado lo que aquí opino, reconocen que sería muy conveniente, pero no mueven un dedo para lograr que en su gestión, que por lo general es muy burocrática, se les permita de manera formal poder incorporarse con todos los hierros en la lucha que se está librando contra poderosos enemigos y que a veces pareciera que se está perdiendo o que por lo menos no avanza con la premura que debería, porque las ejecutorias son muy lentas, como si anduvieran sobre la caparazón de una tortuga, mientras las del enemigo andan en jet. Hay entonces que decir con un dejo de desesperanza: ¡Qué desperdicio!

 



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Saúl Molina


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