Aquello que alguien pretenda ser "más papista que el Papa", es tradicional en la política venezolana. Es habitual, en la izquierda o en la derecha, de un lado u otro, haya personajes que jueguen tal rol. Unas veces lo asumen de manera calculada para "para arrimarse al mingo" o para bailar más pegado de lo que lo vienen haciendo. Otras es un gesto sólo circunstancial que pudiera ser para lograr algo específico. Pero también puede ser un amigable y hasta sincero comportamiento de solidaridad. Todas esas cosas y más existen en la "villa del señor".
Hay un viejo chiste, relacionado con el general Gómez que viene muy a cuento con una de las opciones del anterior párrafo. Según, un muy conocido adulante caraqueño, se le acercó al entonces presidente, por decisión propia y apoyo de EEUU, y le solicitó un favor, una prebenda. Gómez, molesto más que por la solicitud, por la imprudencia, quizás en ese momento no estaba para atender peticiones como esa, respondió con violencia verbal a quien le importunó y hasta solicitó a sus guardianes que a aquél sacasen de sus espacios.
El adulante, en lugar de sentirse ofendido, herido o por lo menos incómodo, miró de frente a quien de aquella manera había respondido a su pedido, mientras esbozaba una amplia sonrisa:
-"¡Caramba mi general, cuando se enfurece, más se parece usted al Libertador!"
Se decía con frecuencia que "al compadre" de Cipriano Castro, le agradaba por demás aquella comparación. Que le viesen como Bolívar, según se dijo, fue uno de sus sueños.
Para quien como uno, se pasó casi toda la vida en un aula, rodeado de muchachos en los distintos niveles de la educación, era asunto serio que, algunos de ellos, con demasiada frecuencia, de los tantos, hiciese la siguiente solicitud:
-"Por favor maestro o profesor, ¿podría usted repetir lo que dijo?"
-"¿Podría usted volver a explicar? No hemos entendido nada"
Lo cosa se volvía más grave si el docente, al intentar verificar la pertinencia del reclamo o solicitud, preguntando a los alumnos o usando algún otro recurso usual y apropiado comprobaba que, en efecto, todos o casi todos, "habían quedado en la luna". Digo casi, porque hasta en esto había y hay de aquellos como el que se dirigió al general, fingían y fingen haber "visto todo clarito".
Por supuesto, como alumno y docente que fuimos, conocimos de sobra casos en los cuales el docente respondía aquello con gesto represivo y ni siquiera consideraba la posibilidad que hubiese cometido una falla comunicacional.
Es como demasiado frecuente que aparezcan personajes, tanto miembros del gobierno, alta dirección del Psuv, como otros que parecieran ni siquiera frecuentar esos espacios como simples visitantes, quienes asumen el rol de interpretar al presidente Maduro.
Ya es habitual, que alguien de entre aquellos, aparezca diciendo o escribiendo que lo que dijo el presidente no es como lo interpretó alguna gente, sino……y se largan sus explicaciones raras, encriptadas y hasta llenas de embelesos. No es extraño que alguien se largue un discurso como sacado de un viejo manual para explicar lo que "mal se entendió", dejando todo más oscuro de lo que estaba. Las palabras estructura, superestructura, que suenan como si saliesen de un taller de mecánica y mecánicos, se escuchan con el debido estruendo.
Pareciera pues que en el gobierno hay aclaradores de oficio o gente que asume el rol para ver qué le sale. Es decir personas que están para aclarar lo que el presiden "quiso decir" y la oposición interpretó como literalmente o a conveniencia. Cualquiera pudiera pensar que es mejor que el presidente al hablar cuide, mida las palabras y llame "al pan" con su nombre respectivo y no dejar nada confuso para no darle trabajo a los aclaradores.
Ahora mismo, por diferentes medios, nacionales internacionales se sugiere y hasta afirma que el presidente Maduro niega toda posibilidad de referendo y hasta amenaza con el cierre de la Asamblea Nacional. Ayer tarde, cuando en una entrevista concedida a la prensa venezolana e internacional, dijo lo que dijo, comenté a mi compañera que el presidente estaba dándole oportunidad a quienes le escuchaban y esos comentarios suyos vertieran a la prensa, de difundir las ideas negativas que antes enuncié. En efecto, hoy por la prensa internacional y distintos medios nacionales y redes sociales se difunde esa interpretación. "Maduro amenaza con negar referendo y cerrar la Asamblea Nacional", dicen por el mundo los interesados. Y con eso fundamentan la tesis del autogolpe que han venido manejando.
Sencillamente que una vez más, no sé si por falta de claridad, rigor pedagógico o con estudiada intención, el presidente se refirió al tema de la opción de referendo presidencial, la valoración política que se tiene de la Asamblea Nacional y la posibilidad que quienes la manejan terminen descalificándola y descalificándose ante la opinión nacional, de manera tan impolítica que ha dado origen a que, con sus propias palabras, se difundan opiniones contrarias a él y sus intenciones. Se le mal interpreta porque dio pie a eso. Planteó los asuntos de manera inadecuada y como no está permitido a quien ejerce el cargo suyo.
Es cierto que el referendo es una opción. El Estado, por su propia iniciativa no está obligado a convocarlo, como las elecciones de alcaldes, gobernadores, diputados y hasta presidencial, de esa iniciativa deben ocuparse quienes en eso estén interesados. Pero el presidente lo plantea de manera tan confusa que da origen a especulaciones y versiones en contra suya. Como lo de la Asamblea, que de paso ni siquiera debería plantearlo, por dar ejemplo y ganar autoridad para reclamar equidad y respeto mutuo, también lo hizo de manera tan impropia que induce a pensar en una amenaza. O por lo menos, da cabida a interpretaciones torcidas como la que "amenaza con cerrar la Asamblea Nacional".
Además, es por demás imprudente que el primer mandatario nacional, empiece a hacer comentarios de lo que pudiera resultar con la solicitud de referendo presidencial, en virtud de los errores cometidos en el curso del proceso de recolección de firmas. Esa sentencia deberá producirse en su oportunidad y por boca del organismo competente que es el CNE.
¿Por qué el presidente asume esa actitud? ¿Por qué hace ese juego en medio de lo complicado de las cosas y la sensibilidad de la opinión internacional y el mundo de la diplomacia? ¿Será que el presidente le gusta el juego con cosas que no son para jugarse? Pero bien sabemos que jugar con fuego es por demás riesgoso.
¿Acaso el presidente le agrada alborotar un avispero que de hecho ya lo está en demasía o goza viendo como su palabra, sus juicios, dan origen a interpretaciones contrarias a lo que quiso decir o en efecto dijo? ¿Al presidente le agrada que sus intérpretes aclaren lo que si en verdad no quedó oscuro, porque lo que dijo sobre referendo y Asamblea, a nosotros no nos indujo a ninguna confusión, pero sí dejó fundamento para interpretaciones ajenas y hasta contrarios a lo que dijo? ¿Será que él piensa, no sé, habrá que averiguarlo, que teniendo en nómina esos aclaradores debe darles trabajo? ¿O acaso, quiere descubrir quiénes son los dispuestos y leales a salir aclarar lo que no les corresponde? Quizás. Uno debe saber con quién anda. No olvidemos aquello que entre los bagres se mezclan las guabinas. Y al presidente, ya lo aclararé en otro trabajo, quien tiene su estricto concepto de la lealtad, podría servirle ese hablar dejando dudas, como medio para descubrir quiénes son bagres y cuáles guabinas.