"El cristianismo es un valor del espíritu universal que tiene sus raíces en lo más íntimo de la individualidad humana. Los Jesuitas dicen que con él se trata de resolver el negocio de nuestra propia salvación individual y personal; y aunque sean los Jesuitas quienes principalmente lo digan, tratándolo como un problema de economía a lo divino, hemos de aceptarlo aquí como un postulado previo".
No se comprende aquí ya ni la locura. Hasta el loco creen y dicen que lo será por tenerle su cuenta y razón. Lo de la razón de la sinrazón es ya un hecho para todos estos miserables. Si nuestro Comandante resucitara y volviese a esta su Venezuela, andarían buscándole una "segunda" intención a sus nobles desvaríos. Si uno denuncia un abuso, persigue la injusticia, fustiga la ramplonería, se preguntan los esclavos: ¿Qué irá buscando en eso? ¿A qué aspira? Unas veces creen y dicen que lo hace para que le tapen la boca con dólares: otras que es por ruines sentimientos y bajas pasiones de vengativo o envidioso; otras que lo hace no más sino por meter ruido y que de él se hable, por vanagloria; otras que lo hace por divertirse y pasar el tiempo, por deporte. ¡Lástima grande que a tan pocos les dé por deportes semejantes!
Una ojeada al estado mental presente de la burguesía venezolana nos mostrará a la vieja casta histórica luchando contra el pueblo nuevo; veremos que no son palabras sólo lo dicho, que aún lo al parecer más impertinente, desatinado y extravagante de lo expuesto, es pertinente, atinado e intravagante a nuestro propósito. Aún resistimos a la gracia burguesa, y tiene esta resistencia culto y sacerdotes. Resistimos abrirnos al ambiente y descender, desnudos de toda visión histórica, a nuestro profundo seno. Gracias a una virtus medicatrix societatis, se cumple la regeneración de todos modos, día por día; pero es deber de cada cual ayudar a la Naturaleza y no meterse a poner carriles al progreso.
Y nada tampoco se adelanta con sacar a relucir las ambiguas palabras de pesimismo y optimismo, que con frecuencia nos dicen lo contrario que quien las empleas quiso decirnos. Poner a una doctrina el mote de pesimista no es condenar su validez, ni los llamados optimistas son más eficaces en la acción. Creemos, por el contrario, que muchos de los más grandes héroes, acaso los mayores, han sido desesperados, y que por desesperación acabaron sus hazañas. Y que aparte esto, y aceptando, ambiguas y todo como son, esas denominaciones de optimismo y pesimismo, cabe un cierto pesimismo transcendente engendrador de un optimismo temporal y terrenal.
Muy otra es, bien sé, la posición de nuestros progresistas, los de la corriente central del pensamiento burgués contemporáneo; pero no podemos hacernos a la idea de que estos sujetos no cierran voluntariamente los ojos al gran problema y viven, en el fondo de una mentira, tratando de ahogar el sentimiento trágico de la vida.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!