Desarrollar un tema tan importante como el asesinato de Antonio José de Sucre, adquiere una significación especial en las circunstancias actuales de nuestro país. Este suceso de incalculable magnitud, fraguado, alevoso y trascendente en el destino de los objetivos trazados en la gran patria de la América meridional, debe contextualizarse dentro del acontecer político iniciado en Venezuela el 19 de abril de 1810.
Desaparecer físicamente al estratega Antonio José de Sucre, era imperativo para el sector que adversaba las ideas bolivarianas en la época de independencia. Su vil asesinato indica, que por la vía política, era cuesta arriba desplazar el férreo liderazgo representado por uno de los hombres más identificados con la unidad latinoamericana.
Las potencias emergentes de Europa y Estados Unidos, cuyo presidente James Monroe, en 1823, había advertido la famosa expresión lapidaria: "América para los americanos", ya vislumbraban como un obstáculo para su expansión la presencia de líderes patriotas anti imperialistas. Por ello, era apremiante consolidar gobiernos aliados a sus pretensiones de dominio mundial y desmembrar la Gran Colombia.
Actualmente, el auge de gobiernos progresistas, de carácter soberano, de vocación humanista y de justicia, están en una crisis tendente a desaparecerlos, para volver a gobiernos alineados con el neoliberalismo. Desde el poder parlamentario y la Organización de Estados Americanos, tratan de aplicar medidas legales de supresión gubernamental. Algunos elementos esgrimidos son la corrupción y crisis humanitaria. De haberlos, son problemas de cada país y dentro de ellos debe resolverse cualquier conflicto. Acciones como éstas revelan una clara intención de doblegar la autonomía de los pueblos soberanos. Es como repetir el siniestro crimen del excelso cumanés.
Asesinar de nuevo a Sucre, es destruir los modelos de reivindicación social pero también es apañar las corruptelas y la improductividad generada por el rentismo, sin desarrollar una base industrial sólida de auge económico y social.
Estuvo Sucre bajo las órdenes de Francisco de Miranda en las primeras defensas durante la primera República. A los 17 años, en 1812, fue ascendido a teniente. Considerado uno de los mejores y más cercanos lugartenientes del Libertador Simón Bolívar. Ascendido a coronel en 1817 y en 1819 nombrado general de brigada por Francisco Antonio Zea, Presidente del Congreso.
Antonio José de Sucre conoce personalmente al Libertador Simón Bolívar en 1819. Fue ascendido por éste a Jefe del Estado Mayor. Es el momento histórico de las negociaciones políticas para el Tratado de Armisticio y regularización de la guerra, redactado por el futuro Gran Mariscal de Ayacucho.
El asesinato de AJ DE S es el resultado de las luchas intestinas por el liderazgo y el poder. La más infame y canalla acción de muerte se cometió contra este joven patriota. Fue rota la línea histórica del proceso de organización política de naciones libres e independientes de Suramérica. La acción política contra el proyecto unificador latinoamericano, se manifestó de manera macabra y diabólica con el atentado al héroe de Ayacucho. Hecho injusto, que impactó la salud del Libertador Simón Bolívar, hasta llevarlo a la tumba. Era para este egregio conductor de una gesta impregnada de ideas innovadoras de libertad y fraternidad, proyectadas por la revolución francesa en 1789.
El libertador Simón Bolívar, reconoció la nobleza y espíritu humano del Gran Mariscal de Ayacucho, tanto que le escribe una biografía suscinta, donde dentro de muchas otras características, dice de él lo siguiente:
"El general Sucre es el padre de Ayacucho, es el redentor de los hijos del sol
es el que con su espada rompió las cadenas con que envolvió Pizarro el
Imperio de los Incas.
La posteridad colocará a Sucre con un con un pie en el Pichincha y otro en el
Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco Capac y contemplando las
Cadenas del Perú, rotas por su espada."
