El Sur del Lago y en especial el "pedacito" de superficie que esta en el medio de la herradura lacustre denominado municipio Colón, es lo que hemos denominada sempiternamente una tierra potencial para la actividad agrícola animal, vegetal y silvopastoril. Pero esta potencialidad no se ha traducido en una tangible productividad, no por malas políticas de estado, sino por la mala praxis en la aplicación de estas políticas o la inexistente implementación de las mismas. Es paradójico que en estos municipios surlaguenses donde las características edáficas y agroclimáticas (humedad relativa, temperatura, evapotranspiración, nivel freático entre otras) y que son favorables factores de la producción, no han sido aprovechados eficientemente en mas de un siglo y que los que moramos en estas latitudes tengamos que pagar los plátanos, la carne, la leche y sus derivados y el pescado a precios especulativos, a precios de ciudades distantes. Esta perversión afecta no solo al consumidor, sino al productor primario ya que la siniestra cadena de intermediarios se queda con el grueso de la tajada, que es mayor que los costos de producir estos bienes y que se refleja en precios finales brutales para el pueblo. Es decir los extremos de este flujograma son los más afectados: el productor primario y el consumidor final. ¿De quien es la culpa? Los diputados ante la Asamblea Nacional, el "nuestro" y uno que nos "visita" de manera consuetudinaria (en campaña pre-gobernación por el Zulia) como contestadoras automáticas dan como respuesta, "Maduro tiene la culpa" y desglosan una serie de razones que les "justifican" mediáticamente su apreciación, no en la realidad amplia e histórica, sino la eventual y política que les pueda generar réditos como denunciantes.
Hace poco se realizó una actividad en el parque exposición "Ezequiel Zamora" de la ciudad de Santa Bárbara de Zulia y le pregunté a un directivo nacional de los ganaderos sobre esta paradoja (carne y leche cara en Colón, siendo este municipio un gran productor) y la respuesta era que el gobierno los tenía ahogados, que la rentabilidad de la actividad agropecuaria era inexistente, que estaban produciendo a pérdida, en fin que ya prácticamente los criadores bovinos se encontraban en inanición y que ellos tenían que vender al mejor postor y aparentemente este mejor postor no estaba aquí. Esta pregunta la hice mientras veía bajar cajas del viejito barbudo de 12 y 18 años y un tropel de camionetas una más nueva que otras. Me dije, en verdad estos productores están jodidos y yo soy un irreverente al preguntar capciosamente. Pero, de ninguna manera, a pesar de ser un obstinado socialista, siento resentimiento de la ostentación de la riqueza material de los que la poseen. Cada quien a lo suyo, pero esto es parte de la contradicción con la cual titulo este artículo, porque creo que hasta en el mas grande coloso del capitalismo, el entorno humano y urbano que circunda las zonas productoras son los que se benefician inicialmente de esa producción y que el grueso del remanente sale hacia otros mercados. Aquí, en nuestro lar, las cosas no son así. Y no es ahora, es y ha sido una constante generacional y esta debe cambiar. Y este cambio debe partir con un estado nacional que subsidie al productor primario y que el productor utilice este aporte para lo que es, que el gobierno garantice la distribución y comercialización pública y privada interna y externa de estos bienes de consumo, que se combatan los desalmados eslabones de lo revendones e intermediarios y el contrabando hasta minimizarlos y que los productores sean mas productivos, no solo en la generación de su riqueza individual que con esfuerzo o heredad tengan, sino que se reviertan también en sus trabajadores que son los que le ayudan a generar esa riqueza, que se beneficie el pueblo que bordea estas unidades productivas y que el factor de la ecuación de la producción denominado tierra se diversifique, cambiando los tradicionales patrones feudales de producción extensivos e improductivos, a unos mas eficientes y productivos. La potencialidad productiva no debe ser un eufemismo, sino una realidad en esta grandiosa planicie aluvial a la no se le ha aprovechado como debe ser.
La crisis económica nos afecta a todos en especial a la hora de nuestro sustento diario al reunirnos al comer. Solo los "enchufados" por un lado y los especuladores capitalistas desalmados que comercian con nuestra comida y nuestras emociones por el otro, la están pasando bien. Pero además, las partes en disputa de la diatriba política nacional no conciben ni les interesa un encuentro en el medio, un acuerdo nacional que parta por el reconocimiento del otro y no de la destrucción del contrario. Hemos visto iniciativas de concilio que han surgido en ambas partes, pero estas personas que las han tenido han sido aisladas y calificadas de la manera mas desdeñosa por los "lideres" nacionales de ambos bandos como traidores y salta talanqueras.
Finalmente, si la "salida" de esta crisis socioeconómica y política que vivimos y sufrimos es un "cambio" hacia un gobierno revanchista (como me dijo un político opositor: "Hay que acabar con lo que queda del chavismo, aquí no hay medias tintas") esto será el cuento de nunca acabar, porque lo que en realidad queremos la gran mayoría, con toda la diferencia que podamos tener, es una Venezuela en paz y esta paz no se logra borregeando al pueblo para mantener algunos en el poder o que tomen el poder otros pocos, como fin último y sin importar los medios.