"Ni lo humano ni la humanidad, sino el sustantivo concreto: el hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere –sobre todo muere–, el que lucha, y come, y bebe, y juega, y duerme, y piensa, y quiere; el hombre que se va y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano".

—Si se preguntan, como acostumbran: ¿con qué derecho reclamas el sepulcro del Cuartel de la Montaña 4F?, no les contestes nada, que ya lo verán luego. Luego… tal vez, cuando ni tú ni ellos existáis ya, por lo menos en este mundo de las apariencias.

Y allí donde está el sepulcro, allí está la cuna, allí está el nido. Allí está el campo de batalla entre las ideas, políticas, sociales y el poder económico se encuentra allí. Y de allí volverá a surgir la estrella refulgente y sonora. Lo que ocurra allí es un presagio de lo que puede suceder en otros lugares. Ponte en marcha. Sigue a la estrella. Y, endereza el entuerto que se ponga delante. Y, sigue adelante, camino del sepulcro.

Y no me preguntes más, querido amigo. Cuando me haces hablar de estas cosas me haces que saque del fondo de mi alma dolorida por la ramplonería (made miami) que por todas partes me acosa y aprieta, dolorida por las salpicaduras del fango de mentira en que chapoteamos, dolorido por los arañazos de la cobardía que nos envuelve; me haces que saque del fondo de mi alma dolorida las visiones sin razón, los conceptos sin lógica.

Preguntar cómo ha de ser el régimen socialista supone, casi siempre, en el que lo pregunta, la idea de que sobre las ruinas del actual ha de levantarse aquél, siendo así que se forma de éste, de su sustancia misma, saliendo de él. El régimen socialista no puede decirse en rigor que ha de ser de tal o cual modo, está siendo como es. El que tenga ojos interiores, ojos de alma, que mire y vea,

En otro orden de cosas, no conocemos nadie de quien pueda decirse que ha perdido sus viejas convicciones para hacerse socialista; éralo ya, inconsciente, mientras profesaba aquéllas, teniéndolas como vieja piel, y ha sido su socialismo puesto en claro para él mismo lo que le ha despojado de sus ideas viejas.

Y he aquí el rasgo que caracteriza –o, por lo menos, debe caracterizar– a los socialistas modernos, diferenciándolos de los demás reformadores políticos, económicos o sociales que se han sucedido hasta ahora. El socialista debe saber que el socialismo se está haciendo, que el régimen por el que pelea tiene que ver en virtud de interna evolución, y que es deber de todos preparar su advenimiento y separar los obstáculos que le retardan.

Los tres elementos se han de dar por el hecho de ser pueblo, no para ser pueblo. Esta integridad del concepto de pueblo ha saltado hecho trizas con la explosión del desarraigo y la extensión de las categorías de excluidos del bienestar. Al que más tiene más se le dará y al que menos tiene se le quitará para dárselo al que más tiene. Hay que reivindicar a la Hannah Arendet del "derecho del pueblo a tener derechos". Y tú y yo estamos de acuerdo en que hace falta llevar a las muchedumbres, llevar al pueblo, llevar a nuestro pueblo una locura cualquiera, la locura de uno cualquiera del pueblo que esté loco, pero loco de verdad y no de mentirijillas. Loco, y no tonto.

—¡INDIGNAOS!, la indignación nace de la voluntad de compromiso con la historia. De la indignación nació la resistencia contra el conquistador, la dictadura y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra los fariseos al servicio del imperialismo. ¿No crees, mi amigo, que hay por ahí muchas almas solitarias a las que el corazón les pide alguna barbaridad, algo de que revienten? Lo que ocurra allí es un presagio. Ve, pues, a ver si logras juntarlas y formar un escuadrón con ellas y ponernos todos en marcha –porque yo iré con ellos y tras de ti– a rescatar el sepulcro del Comandante, que, gracias a Dios, sabemos dónde está.

¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!