Mis estimados lectores, por ahí leí unas declaraciones atribuidas la señor Bernal, en las cuales señalaba que la revolución no había sido capaz de poner a producir eficientemente a las empresas expropiadas. ¿Entonces para qué las expropiaron? Esta declaración también señalaba la necesidad de convertirlas en empresas mixtas con un 60% de participación del Estado y un 40% de la empresa privada. Este es un reconocimiento descarnado de la ineptitud de los revolucionarios para producir bienes y servicios de calidad y en cantidad suficiente.
También, podemos acotar leyendo entre líneas que es un reconocimiento de lo equivocado que estaba el presidente Chávez cuando impartió órdenes a trocha y mocha para expropiar todo lo que se pusiera por delante. Por ahí hay unos videos del comandante Chávez paseándose por la Plaza Bolívar y en un tono muy enérgico diciendo EXPRÓPIESE. El edificio La Francia, centro joyero del centro de la ciudad fue expropiado para nada, pues hoy es una ruina, así como, todas las empresas expropiadas, monumentos a la incapacidad, la desidia, la falta de voluntad, la corrupción y la impericia gerencial. Ser rojo rojito no significó de ninguna manera capacidad técnica, ni probidad en el manejo de los dineros públicos. Ahora el señor Bernal 17 años después se viene a dar cuenta de esto, creo que con un poco de retraso ¿no les parece?
Es importante recordar también, que en el primer Plan de la Patria se asomaba como una línea de acción el crecimiento del sector estatal en la economía y la disminución de la participación del sector privado. Obviamente, esto correspondía a una visión anclada en el marxismo ortodoxo, que señala que la base del capitalismo es la propiedad privada de los medios de producción, argumento que a mí me parece falso, porque en la antigüedad y en la Edad Media existió propiedad privada de dichos medios, entonces, mal puede considerarse una característica fundamental del capitalismo. Esta concepción sirvió como punta de lanza del socialismo fracasado del siglo XX, que fue retomado en esta versión difusa del socialismo del siglo XXI que también está fracasando y por las mismas razones de aquel del siglo pasado, la incapacidad de producir bienes y servicios en cantidad suficiente para atender las necesidades de la población, obligándola a padecer escasez, racionamiento y colas.
La afirmación del señor Bernal sería el reconocimiento abierto del fracaso del socialismo del siglo XXI en lo productivo, que remedando a Marx es la base sobre la cual se apoya la superestructura jurídica y política. Por lo tanto, Marx diría que el futuro político de este gobierno debe venirse abajo porque no tiene sustentación en la base material. No importa cuantos discursos incendiarios se pronuncien, no importa cuantas acusaciones se hagan al imperio y a la oligarquía criolla, si no hay capacidad para alimentar a la población la catástrofe vendrá y más temprano que tarde.
Por otra parte, hemos visto como sin publicidad alguna el gobierno ha venido ajustando los precios justos de los productos regulados, y no a la baja, sino al alza desmedida. Por supuesto, cuando se comparan los fulanos precios justos con el salario mínimo, la justicia social no se ve por ningún lado. Además, el gobierno está simplemente aceptando lo que la oposición viene diciendo hace mucho tiempo y que es una prédica del neoliberalismo, la sinceración de los precios, que no es otra cosa que los bienes y servicios se vendan por encima de los costos de producción y dejen una ganancia atractiva a los empresarios. Entonces, después de tener represados los precios artificialmente por mucho tiempo con motivos políticos clientelistas, es decir, para mantener el apoyo popular, el gobierno del pueblo a regañadientes y en forma tardía le da en el gusto al sector empresarial y actúa como cualquier gobierno oligarca y neoliberal. El represamiento de los precios lo único que provocó fue la disminución de la producción, la aparición de un mercado negro y una especulación brutal. El gobierno revolucionario nunca entendió que esta situación era inevitable en un sistema capitalista que ha seguido existiendo en Venezuela, a pesar de la retórica revolucionaria.
También en el plano económico, vemos que el gobierno ha asumido una política completamente neoliberal por la vía de la devaluación acelerada del bolívar, sin decirlo, el gobierno está echando atrás su política de control de cambio. Es insólito ver como el gobierno viene devaluando el dólar SIMADI o DICOM sin pausa y sin tregua, acercándolo al paralelo. Aquí el gobierno se traga por la vía de los hechos toda la verborrea gastada en señalar al dólar paralelo como especulativo, irreal y una estrategia del imperio y la oligarquía para descalabrar la economía nacional.
Frente al descalabro de la economía nacional que se expresa en una inflación de tres dígitos, la más alta del mundo, una recesión económica continuada y que no tiene visos de mejoría, un desabastecimiento generalizado, que en el sector medicinas es de un 85%, los cada vez más frecuentes saqueos de camiones y locales de expendio de comida, el gobierno plantea un mecanismo de repartición de bienes básicos en unas bolsas que son una especie de caja negra, en la cual puede venir una cantidad variable de productos que en todo caso no alcanza para 15 días. La repartición de las mencionadas bolsas no se hace con una frecuencia planificada y tampoco le llega a todo el mundo, y como toda iniciativa del gobierno, comienza a ser acusada de corrupción.
Por último, el gobierno anda solicitando diálogo a la oposición en el marco de la UNASUR, como es bien sabido, el diálogo por sí solo no tiene ningún sentido, el diálogo se establece entre los enemigos para establecer una negociación, y negociar significa ceder algo para obtener algo que se considera más importante que lo cedido. La pregunta obligatoria es que puede ceder el gobierno con miras a obtener que cosa. En el plano económico, pareciera ser que ya cedió y se convirtió en neoliberal. Que puede querer el gobierno, aparentemente, lo que el gobierno desea es tiempo y más tiempo en espera de que la situación de los precios del petróleo suban, lo que parece poco realista dada la situación del mercado de hidrocarburos. O tal vez, tiempo para que los motores de fantasía comiencen a funcionar, lo que es también irreal porque no hay motor que arranque sin combustible y en materia económica el combustible es la inversión. La oligarquía nacional no va a invertir ni a traer sus dólares del exterior por razones políticas. La inversión extranjera tampoco va a venir a no ser que sea para colocar dinero en el petróleo o en la extracción de minerales, siempre y cuando el gobierno ofrezca condiciones muy favorables, a través de contratos leoninos.
En mi opinión, la situación económica, política y social ha llegado a un nivel de deterioro tal que solo será posible un diálogo de sordos. La oposición no transigirá en su empeño de un referéndum revocatorio este año 2016, por otra parte, no creo que el gobierno tenga nada que ofrecer a cambio de que la oposición desista de este propósito. Tampoco creo que el gobierno pueda lanzar una amenaza creíble en el sentido de clausurar la Asamblea Nacional, lo que tendría una repercusión a nivel internacional que podría significar sanciones a nivel de la OEA, del MERCOSUR y de UNASUR. La oposición tampoco tiene mecanismos de presión como para que el gobierno no ponga trabas al referéndum y este se realice el próximo año. En este sentido, la oposición creo que apuesta a que la situación económica se haga desesperada (y al parecer no falta mucho) lo que podría desencadenar una explosión social que obligue al gobierno a rendirse. La oposición está mandando mensajes cada vez más directos a la Fuerza Armada como el verdadero poder detrás del gobierno para que esta le retire el apoyo al presidente Maduro, no sé si estos llamados tengan alguna posibilidad de calar en los uniformados, aparentemente, hasta los momentos no han surtido ningún efecto. Sin embargo, el presidente Maduro si ha respondido diciéndole a la oposición que no se meta con la Fuerza Armada, demostrando que este es un tema muy sensible para el gobierno y aceptando tácitamente que ésta es el verdadero poder detrás del poder.
En conclusión desde mi óptica particular, en este juego y asumiendo algunas circunstancias como dicen los economistas, ceteris paribus, es decir, sin variación, y que en este caso sería la situación económica caracterizada por la persistencia de la recesión económica, alta inflación, insuficientes ingresos provenientes de la exportación de hidrocarburos, desabastecimiento generalizado y racionamiento de bienes; las variables significativas serían por una parte la probabilidad de un estallido social, la probabilidad de que la Fuerza Armada cambié su posición de apoyo al gobierno y la probabilidad de una fractura abierta en el seno del chavismo. Si se diera un estallido social generalizado, una de las alternativas sería la represión en su nivel más duro con muertos y heridos, sin embargo, se me hace difícil pensar que los militares pudieran embarcarse en una tragedia de esta envergadura, su reputación quedaría peor parada que la que hoy tienen. También, habría una alta probabilidad que se materializara una fractura interna en el chavismo, por lo tanto, el gobierno se quedaría sin ningún piso político. Tal como se puede observar el estallido social incidiría en las otras variables indefectiblemente. Mi opinión es que los militares seguirán apoyando al gobierno mientras no haya un clima de conmoción social. Con respecto a la fractura en el chavismo ya existe pero aún se mantiene un tanto soterrada, la probabilidad que esta explote en forma de un cisma total depende de que la situación económica empeore aún más, lo que tiene altas probabilidades.
Como dijera Marx, la historia se repite unas veces como tragedia y otras como farsa, por los vientos que soplan, la tragedia del socialismo del siglo XX se ha repetido como una farsa con el socialismo del siglo XXI, que de socialismo ya no tiene nada excepto la verborrea incendiaria y la empecinada ceguera interesada, que desconoce la realidad de la crisis con declaraciones de que aquí no hay inflación ni escasez, que Venezuela puede alimentar a tres países y que la escasez de medicinas solo llega al 15%.