Mis queridos lectores, en esta oportunidad quiero referirme a un tema como la estupidez en materia política, social y económica en Venezuela. Esta idea me surgió de una lectura en BBC Mundo que hablaba sobre el tema. Si están interesados pueden encontrarlo en la siguiente dirección http://www.bbc.com/mundo/noticias-36986310.
De acuerdo al artículo fue Carlo M. Cipolla (1922-2000), historiador económico y profesor de las universidades de Pavía (Italia) y de California en Berkeley (EE.UU.), y de la London School of Economics (Reino Unido) quien se puso a pensar y a escribir sobre la estupidez humana
Aparentemente, en medio de sus múltiples investigaciones, Cipolla concluyó que las sociedades siempre parecían estar en problemas y se preguntó por qué. De esta manera, llegó a sus famosas "leyes básicas de la estupidez". Leyes que aparentemente, se dan en todas las sociedades, en todos los continentes, en todos los países sin importar el grado de desarrollo económico y social.
Cipolla identificó cuatro tipos de individuos en la sociedad, según el beneficio o el perjuicio que generaban para el resto de las personas y para sí mismos.
Para este intelectual los individuos podían clasificarse en:
Inteligentes: benefician a los demás y a sí mismos.
Incautos: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.
Bandidos: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.
Estúpidos: perjudican a los demás y a sí mismos.
En esta categorización los peores son los estúpidos porque solo originan daño a diestra y siniestra.
Teniendo en mente la categoría de los estúpidos Cipolla formuló sus "leyes básicas de la estupidez. El autor habla de cinco principios:
1. Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos en circulación.
2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona.
3. Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso.
4. Las personas no estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso.
5. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir.
Al parecer el papel de los estúpidos de acuerdo a la definición de Cipolla ha estado presente en la generación de crisis políticas, en el origen de debacles económicas, en las apuestas catastróficas de los operadores financieros y en la conducción de pueblos enteros al exterminio.
Algo de esta estupidez humana la vemos en la actuación del Primer Ministro británico Cameron que llevó a Inglaterra a la salida de la Comunidad Europea y que terminó costándole el cargo. Este político inglés le provocó un gran daño al pueblo inglés y a sí mismo, siendo un ejemplo perfecto del político estúpido.
Por otra parte, la crisis financiera del 2008 también puede verse como producto de la estupidez humana, debido a la insistencia en el uso de modelos económicos probadamente errados que no permitían predecir la gestación de una crisis en los mercados financieros.
Inmediatamente, también nos viene a la mente el caso de individuos como Hitler y Mussolini que llevaron a sus pueblos a la tragedia de la guerra y la devastación y terminaron en una tumba. Aquí podríamos señalar que también los pueblos pueden actuar en forma estúpida, y de hecho lo han hecho y lo siguen haciendo, al elegir gobernantes megalómanos que arrastran pueblos enteros a la desgracia.
Ahora bien, y como se estarán imaginando, Venezuela no ha escapado al fenómeno de la estupidez en materia política y económica.
Sin duda alguna, durante la llamada Cuarta República, Venezuela fue gobernada por diferentes estúpidos que no supieron aprovechar la riqueza petrolera para impulsar el desarrollo económico del país. Estúpidos que permitieron que la pobreza aumentara en forma grosera, lo que al final causó la debacle para ellos mismos, generando injusticia y dolor en el pueblo. Ellos sembraron su propia decadencia en el escenario político y permitieron que surgiera un nuevo líder, Chávez, quien se encargó de sepultarlos al menos por un tiempo.
Sin embargo, y por lo que vemos en estos momentos, la estupidez no se detuvo con el advenimiento de la revolución bolivariana. En materia económica los dirigentes de la revolución han sido tan incapaces como los de la Cuarta República en promover un desarrollo económico auto sostenido que no dependa de la renta petrolera.
La clase política gobernante fue incapaz de ver que el boom de los precios petroleros era algo pasajero, bastaba con revisar la historia de los precios de las materias primas y del petróleo para darse cuenta que estos fluctúan, y que a una época de las vacas gordas le sigue uno de vacas famélicas.
También en materia económica bastaba ver otras experiencias en materia de nacionalizaciones y expropiaciones de empresas privadas, de control de precios y control de cambios para darse cuenta que una política económica sensata de largo plazo no puede sustentarse en estos mecanismos. ¿Cómo es que no pudieron verlo? Además, que mucha gente capacitada lo señaló machaconamente. Aquí solo podemos decir que una de las formas que adquiere la estupidez humana es la de aferrarse a la ideología.
En lo que se refiere a la estupidez en el campo político podemos decir que ni la oposición ni el gobierno han escapado de ella. En este sentido, la oposición mostró un grado superlativo de estupidez al intentar un golpe de Estado en 2002, momento en el cual el Presidente Chávez contaba con gran popularidad. Además, ahondaron en la estupidez al no presentarse a las elecciones parlamentarias dejando un espacio político vacío que fue aprovechado por el gobierno bolivariano para hacerse con todo el poder.
En la actualidad, por el lado del gobierno, vemos que este se aferra al poder en medio de una crisis económica severa que se manifiesta en recesión, escasez e inflación desbordada. El chavismo juega a retrasar el referendo revocatorio, es decir, a correr la arruga, con la esperanza vana de que llegue un milagro que detenga su caída libre en el aprecio del pueblo. Una esperanza sin sustento porque no hay razones valederas para pensar que la situación económica pueda mejorar en el corto y mediano plazo. Sin inversión no habrá incremento de la producción, sin un alza abrupta de los precios petroleros no habrá recursos para la reactivación económica y la probabilidad que esto ocurra es prácticamente cero.
El intentar salvar al gobierno, puede llevar al chavismo a su liquidación como opción de poder. Aunque el revocatorio se dilate hasta el próximo año, las probabilidades que el gobierno lo gane son escasas. Si se dan las elecciones regionales este año, el chavismo saldrá muy mal parado, por lo tanto, un gobierno provisional que terminara el período constitucional actual sería muy débil. El otro escenario será que el gobierno se la juegue a Rosalinda y no permita referendo revocatorio ni elecciones regionales, en este caso, lo que pueda pasar es de pronóstico reservado, pero sin duda llevaría a un cerco internacional que ya ha comenzado. ¿Está el gobierno actuando estúpidamente o inteligentemente? Debido al descenso de su popularidad, y por otra parte, por los sufrimientos del pueblo venezolano para conseguir los productos básicos y la exasperante realidad de ver como el ingreso no alcanza para la satisfacción de necesidades básicas, la clase política en el poder se estaría haciendo daño a sí mismo y a toda la sociedad, lo cual no parece ser muy inteligente.
Al revisar la historia de la humanidad, no podemos ser muy optimistas en el sentido de que la clase política y los pueblos escapen de la estupidez humana, pareciera ser una condición de los seres humanos y las sociedades de todos los tiempos y todos los lugares. No podemos dejar de recordar casos trágicos de líderes políticos que se aferraron al poder sin razones valederas. Aunque también hay casos como el de Daniel Ortega en Nicaragua que abandonó el poder y salvó al sandinismo, lo que permitió que volviera al poder diez años más tarde. Que cada quien agarre su responsabilidad histórica y que recuerden que no siempre la historia los absolverá.