El manejo del poder político, conduce necesariamente a un cambio de status social. Es inevitable la jerarquía, lo piramidal es lo real en la estructura social. Los argumentos sobre la igualdad, fraternidad y libertad heredados de la revolución francesa, hace más de 227 años, sólo quedan en la utopía infinita, en el imaginario de una estructura horizontal de la sociedad contemporánea.
Plantearse la construcción del socialismo en la actualidad es más que imposible. Pero lograr una sociedad más justa, con equidad y justicia, donde el estado sea promotor del bienestar en sus ciudadanos, es factible, alcanzable y ejecutable.
Cuando me refiero a un estado de bienestar, de ninguna forma tiene relación con el implantado en Estado Unidos a raíz de la crisis económica de 1929, que aplicó el keynesianismo para lograr la productividad, empleo y auge del comercio.
¿CUÁL SERÍA LA DIFERENCIA EN VENEZUELA?
Las diferencias son abismales, respecto al concepto del estado de bienestar. Durante muchos años, se acumuló una gigantesca deuda social, que no ha sido fácil saldar por el gobierno bolivariano, a pesar de los esfuerzos que se han hecho orientados a ese objetivo. El elevado nivel de complejidad de esta deuda social, implica resolver problemas de viviendas, alimentación, salud, trabajo y educación, a las mayorías sometidas a la pobreza, durante décadas.
El retorno de capitales y la producción deben ser puntales de los beneficios para la sociedad. El desarrollo de nuestro país tiene que realizarse en el marco de la soberanía y la visión nacionalista de gobierno, estimulando las iniciativas privadas, los emprendedores, la agricultura intensiva y extensiva.
El estado venezolano debe tener conocimiento y control, sobre lo que se produce, cómo se produce, cuánto se produce, cómo se distribuye, cómo se manejan las importaciones y las inversiones del capital en dólares que se otorga a las empresas para traer los productos que no se pueden obtener en territorio venezolano. Es imprescindible sustituir el modelo rentista petrolero por un modelo que estimule el desarrollo de la productividad. Tomar severas medidas en la política cambiaria.
¿INFLUYE EL DISCURSO EN LA CRISIS POLÍTICA DE VENEZUELA?
Existe una gran confusión en la sociedad venezolana, motivada por la incongruencia entre la realidad económica - social que golpea cotidianamente al venezolano y el discurso empleado por los actores del poder político. En efecto, la contradicción entre el discurso socialista y la marcha económica, la liberación de precios, como medida no anunciada, la improductividad de las empresas gubernamentales, la corrupción y el surgimiento de los neo burgueses o boliburguesía, son factores desencadenantes de confusión, decepción y descontento social.
Hay una estructura capitalista que rige y se consolida en nuestra nación. Ese capitalismo ahora es más salvaje y paradójicamente se ha instalado hasta en los estratos de bajos recursos, quienes han comprendido la relación entre oferta y demanda, popularizando así la nefasta figura del bachaquerismo, que no es más que acaparar un producto escaso, de consumo masivo y ofrecerlo 2000 mil veces más caro al mismo pueblo.
El discurso socialista se ha atomizado en la dinámica social. La severa crisis que se acelera de manera desenfrenada por causa de la inflación y los nuevos precios marcados en los bienes que aparecen en los anaqueles, la escasez, la especulación, entre otros tantos problemas, hace que la credibilidad de los que ejercen el poder político, sea dura y razonablemente cuestionada.
La debilidad del proceso bolivariano, es indiscutiblemente el manejo de una teoría revolucionaria del discurso que no logró engranarse en una sociedad nueva, diferente a la capitalista.
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