En días recientes, en el programa José Vicente Hoy, Oscar Schemel, presidente de Hinterlaces, expresó que el chavismo necesita un cambio de discurso: el actual está anclado en el pasado de hace unos 15 años. Coincido plenamente con el analista.
En las alocuciones del presidente Maduro ha sido recurrente la denuncia sobre el injerencismo estadounidense y sus aliados: los países europeos, por ejemplo, España, o de los gobiernos suramericanos de derecha, Argentina, Paraguay y el interino de Brasil, como también crear conciencia de que nuestra economía ha sido el blanco de ataque por acciones desestabilizadoras, como la guerra económica y las colas, inspiradas en el mismo guión de la Cuba que expulsaron de la OEA en los sesenta y del Chile de Salvador Allende en los setenta.
Aunque lo anterior es cierto, hay una realidad que a diario golpea al venezolano que necesita ciertos alimentos que forman parte de su dieta y que no los consigue fácilmente. Por ende, es vital que le expliquen qué se está haciendo para solventar esa situación porque esto afecta su subsistencia, lo demás, así no quiera, pasa a un plano secundario.
Además de describir medidas como los CLAP, sistema que es prioritario supervisar, y del combate con la Misión Abastecimiento Soberano a las bandas del bachaqueo que siguen operando en cadenas comerciales, el discurso del chavismo debe ser conciliador: negociar con empresarios para resolver problemas de escasez inducida, en contraste con los opositores en la Asamblea Nacional que basan su praxis discursiva en sola la denuncia y en llamar a la activación de la CDI y/ o calentar la calle.
Está claro que ya ambos sectores agotaron la descalificación para deslegitimar al adversario mientras la población pide soluciones definitivas y rápidas para superar las dificultades. Es el momento del chavismo de avocarse a escuchar para resolver y de menos retórica antiimperialista.