Una de las estrategias para cercar a Venezuela ha sido aplicar, arbitrariamente y conceptualmente errónea, categorías del derecho internacional, para justificar una intervención militar. En el presente, la oposición local, apoyada por la mediática internacional, llama refugiados a los migrantes venezolanos.
De acuerdo con la Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados (Acnur), refugiado es aquel que viaja fuera de su nación de origen al temer ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas". En cambio, migrante es quien decide trasladarse a otros países porque desea mejorar su vida al encontrar trabajo o educación, por reunificación familiar, o por otras razones. El migrante puede regresar a su territorio, el refugiado no.
Alentando la matriz de opinión de calificar a los que salen de Venezuela como refugiados, el Gobierno de Colombia se muestra alarmado por la migración venezolana de un millón de personas a ese país, a pesar de que durante aproximadamente tres décadas nuestro territorio ha acogido a alrededor de 6 millones de colombianos, quienes han huido a causa de grupos irregulares como el paramilitarismo; del desempleo y de la pobreza extrema. Colombia ostenta un índice de desempleo del 11,8 en enero del 2018; y de pobreza extrema del 8,5 % en 2017, ambas cifras aportadas por el DANE.
En consecuencia, los venezolanos que salen de su tierra no son refugiados ni desplazados, como es el caso de Colombia, el país con mayor número histórico de desplazados del mundo, según el Observatorio de Desplazamiento Interno del Consejo Noruego para Refugiados. Y esa salida es promovida desde afuera por condiciones creadas como la asfixia económica, a causa de la devaluación de la moneda por el cambio del bolívar por debajo de su valor, sobre todo en Cúcuta, que se traduce en el incremento del dólar ilegal.
