Hace más de un mes, niños y niñas en edad escolar, con chalecos naranjas, en el marco de lo que han denominado Mini muchachada por la vida y por la paz del Metro de Caracas, incentivaron el cumplimiento de normas necesarias para la seguridad y buen funcionamiento del sistema, como mantener el orden en las colas, en la estación de Plaza Venezuela.
El Metro de Caracas es un espacio ganado por las artes: ahí podemos ver imágenes de Reverón con sus muñecas; por la literatura: autores y sus obras han sido expuestos en momentos como la Filven y actividades de promoción de lectura para todo público se imparten frecuentemente; y por la música: cantautores nacionales se escuchan con frecuencia; en fin, la cultura se ha apoderado de él.
Ahora menores de edad se suman con una labor indiscutiblemente pedagógica. No obstante, medios opositores reseñaron el acontecimiento como que el Metro "utiliza" niños. Uno en concreto "denunció" que no siempre estaban acompañados por un adulto, pero una usuaria que presenció la actividad garantizó que funcionarios y funcionarias de la institución gubernamental no se separaron de los pequeños.
Otro medio mencionó que se transgredió la Lopnna. Supongo que hacía alusión al Art. 79, sobre la prohibición de niños para la difusión de "mensajes comerciales donde se exalte el vicio, malas costumbres, falsos valores, se manipule la información con fines contrarios al respeto a la dignidad de las personas". No obstante, los chamos señalados inspiran aspectos positivos como las normas de convivencia en el subterráneo.
Finalmente, quienes descalificaron la acción callaron que, en las protestas con incidentes violentos realizadas entre abril y junio de 2017, infantes y adolescentes portaron armamento, lo cual es franca violación a la Lopnna (Art. 261), más aún cuando se comprobó que fueron manipulados: se les ofreció dulces o dinero a cambio de ello.