Una vez que agotó todos los caminos para convertirse en gobierno más allá del Poder Legislativo, la oposición en la Asamblea Nacional muestra claramente cuál es su agenda. En la misma, no aparece el diálogo, sí la desestabilización, ahora bajo la figura de desobediencia civil, como lo hizo público hace poco Freddy Guevara.
Como la activación del Referéndum Revocatorio (RR) nunca estuvo en sus planes, sino la salida del mandatario nacional por medio de un golpe parlamentario, o por vía no constitucional; en la recolección del 1% del RR hizo del fraude su opción, mediante el delito de usurpación de identidad tipificado en el Código Penal venezolano.
Las firmas falsas acarrean sanciones penales que invalidan el referéndum porque el proceso desde sus orígenes está viciado. Entonces, la Mesa de Unidad Democrática llama a tomar las calles "pacíficamente", lo cual puede tornarse en las guarimbas del 2014 que desencadenaron la muerte de 43 venezolanos.
Asimismo, en los más de seis transcurridos desde que asumió el Parlamento, la MUD no ha hecho esfuerzo alguno por solucionar el desabastecimiento, la inflación, las colas, el bachaqueo y la delincuencia. Más bien, se ha convertido en una piedra de tranca para alternativas exitosas, como los CLAP y las OLP, que contrarrestan tales males.
Lo anterior es porque no le interesa que los salarios se equiparen con la realidad para que el nivel de vida del venezolano sea satisfactorio. A esa oposición solo le preocupa cómo llegar al Poder Ejecutivo para después olvidarse del pueblo una vez que disuelva la Constitución del 1999, como lo hizo Carmona Estanga.
Esa derecha en la AN ha agotado hasta la denuncia en su discurso como estrategia de deslegitimación, a nivel nacional e internacional, en escenarios como la OEA, dejando en evidencia qué la mueve: engrandecerse con el caos sembrado por ella misma antes de que mejore el escenario que le garantizó el triunfo parlamentario.
En fin, esa Asamblea, ahora con mayoría opositora, que se siente crecida por la victoria del 6/D, aunque desestima el alto nivel de desaprobación del electorado que la llevó ahí, se cree autosuficiente pero la cuenta regresiva ya comenzó.
En resumen, el parlamento derechista mantiene su promesa de salir del presidente legítimo Nicolás Maduro aunque los lapsos para conseguirlo no le dan, negando así que alguno de ellos alcance su preciada meta de regresar al estilo de gobernar de la Cuarta República o de imitar el neoliberalismo brutal de Mauricio Macri.