Crímenes realizados por el capitalismo

"Cuando los hombres se posesionan de los hombres, son aquellos, sin embargo, los que terminan poseídos. Si los bárbaros arrojaron por los suelos las normas de la civilización, no pudieron vencerla ni destruirla. Lentamente, en un comienzo, violentamente poco tiempo después, el hecho fue que los conquistadores fueron asimilados por la cultura vencida, terminando a la postre por ser los más genuinos representantes de aquélla".

Por todas las razones expuestas podemos asentar una conclusión: No era expresión ni de su cultura, ni de su tiempo, la terrible ferocidad que observamos entre los dirigentes. Si no eran hijos de su tiempo y en el nuestro carecen de explicación comprensible, no nos queda sino un camino: achacar aquel comportamiento a su personalidad o a su muy individual circunstancia.

No es igual, sin embargo, la circunstancia que rodea a un gobernante que la que envuelve a sus gobernados. El ductor llamase presidente, caudillo o dirigente, es ante todo, un hombre solo. Un hombre solo que constantemente tiene que decidir y que no tiene intimidad.

La vida privada del jefe es siempre pública; sus actos y gestiones promueven inevitablemente acerbas repulsa y proporcionales lisonjas, críticas inmerecidas y falsas aprobaciones. El hombre bueno común y corriente huye del gobernante como si fuese un apestado, porque sobre él se encuentra los más bajos apetitos. Dispensador de dones y de males, el gobernante está por encima de los demás hombres, su marco existencial es diferente, sus pasiones con distintas, sus temores y mecanismos de defensa singulares. Bien lo expresaba el presidente Chávez, cuando escribe: "Todo hombre que ha logrado el objeto de sus deseos, es ya feliz; pero al presidente cuando conseguido lo que ambiciona, nuevas inquietudes le torturan. Llegar a una dignidad solamente satisface la meta; pues la necesidad de conservar lo que se ha alcanzado es un verdadero tormento. La dignidad, es como el quitasol que se sostiene en la mano, no preserva de una fatiga sino a costa de otra.

Los presidentes capitalistas y los primeros ministros merecen de sus contemporáneos los epítetos de malvados, cueles y criminales con que frecuentemente son designados los presidentes son designados los de Estados Unidos, Canadá o de Europa. Otro tanto podemos decir algunos de los presidentes de nuestra América.

Hay un último factor que podría mostrarse para explicar la regresión bárbara y criminal en que incurren los presidentes de Estados Unidos y la OTAN: el aislamiento físico. Ante dichas aseveraciones no podemos menos que objetar: ¿Por qué son precisamente sus compañeros y demás coetáneos los que los juzgan como crueles y por esta causa los ejecutan o destruyen? De haber sido expresión de la regresión cultural que señalan los referidos pueblos, es obvio que el pueblo y los dignatarios habrían sufrido las mismas transformaciones que se observa en sus presidentes.

Con lo cual no nos queda una conclusión: la singular personalidad de esos presidentes o, dicho de otra forma, la insania que los caracteriza; ya que insano es todo aquel que al chocar con las normas de su grupo sufre o hace sufrir, sin que exista motivación comprensible. Máxime si el delito transpone los límites de lo comprensible, como es el caso del homicidio.

—Bien lo expresa Gómez Grillo cuando al hacer la crítica de la escuela clásica de crimino logia dice: "La escuela clásica parte de un supuesto hipotético falso: el de considerar al delincuente un hombre normal. Un hombre que piensa, delibera, decide y realiza como los demás. Pero no es así. El delincuente es un sujeto anormal, en orden a las investigaciones antropológicas realizadas. Esa anormalidad puede ser congénita, innata o adquirida, transitoria o permanente.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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