La gran Misión Abastecimiento seguro y soberano, es una idea que cubre las expectativas, de una gran arma para intentar derrotar la guerra económica que ya lleva más de dos años produciendo males, como el acaparamiento, el contrabando, la especulación y la aparición de un fenómeno que es quizá el más difícil de erradicar y se ha dado en llamar el bachaquerismo, el cual tiene la facultad de reproducirse y mimetizarse de tal manera que, lo encontramos hasta en la clase media de un sector de la población, sin bases morales, sin consciencia del mal que causan a sus semejantes, son personas a quienes no les importa comerciar con el hambre del pueblo, incluso afectar a una parte de la población conformada por los seres más vulnerables, que no pueden valerse por sí mismos, que son los niños y niñas de la Patria, los ancianos y los enfermos que por lo general están atados al consumo obligatorio de medicamentos para mantener su vida.
La gran misión puede anotarse éxitos como los que hemos podido ver y leer por algunos medios, pues la mayoría en manos de la derecha los oculta, pero dichos éxitos no servirán de nada mientras, los bachaqueros sigan presidiendo las colas en los supermercados y adquiriendo la mayoría de los productos regulados, lo que causa que miles de personas que han hecho su cola, tengan que regresar con las manos vacías a sus hogares o someterse a las leyes de estos delincuentes, viéndose obligados a comprar, cuando les alcanza, lo necesario, a los precios que estos desalmados fijan o los que fijan quienes son surtidos por ellos como es el caso de los bodegueros o quienes poseen puestos en los mercados municipales.
Entonces el acabar con los bachaqueros requiere estrategias especiales que tienen que ver con labores de inteligencia, las cuales, según han declarado las autoridades responsables de la GMASS, se han venido poniendo en práctica pero lamentablemente sin resultados halagadores, pues los precios siguen extremadamente altos y elevándose como les viene en gana a quienes los expenden, una de las razones, que no podemos ocultar, no es otra que la de que muchos de los funcionarios que tienen la obligación de mantener a raya a estos hambreadores del pueblo, caen en las redes del soborno, del chantaje o de la amenaza y ello es lo que permite que cada día, en todas las colas que se forman a lo largo y ancho del país, siga imperando lo que podríamos llamar sin temor a equivocarnos "la Ley del bachaquero". Medios como Aporrea, La iguana y otros han reseñado, por ejemplo cómo en sitios donde ha actuado la autoridad, a los pocos días los bachaqueros continúan cometiendo sus desmanes en las narices de uniformados.
Si no: ¿Cómo nos explicamos que aun persistan las colas, y que en ellas, quienes las presiden sean los que resultan beneficiados en la adquisición de los productos, muchas veces en cantidades superiores a las que les puedan corresponder, si es que alcanzan a quienes no practican esa detestable forma de delinquir?
Se sabe fácilmente quienes son esas personas, por lo general los vecinos de los supermercados los tienen identificados, saben que muchos de ellos no pertenecen a la comunidad, son por lo general motorizados, todos ellos dotados de un morral y que se ubican en las colas, unos detrás de otros, aparecen cuando se enteran por fuentes que también deben ser investigadas, que a tal o cual establecimiento llegaron productos regulados, ¿Entonces por qué si esos personajes siniestros son fácilmente identificables, no se procede a hacerles un seguimiento, a ver dónde tienen su centro de acopio, a detenerlos, decomisarles lo adquirido y ficharlos, incluso publicando sus fotos en los medios y en la fachada de cada establecimiento para que sea el mismo pueblo quien los espante cuando se aparezcan?
En una guerra todo lo que se haga es válido, no me vengan con el cuento de que se les está violando algún derecho a esta plaga maldita, cuando son ellos quienes con su conducta, aunada a la de todos los que conforman el sector de hambreadores, violan no solo el derecho a la alimentación del pueblo, sino incluso el derecho a la vida, cuando privan a alguna persona de un medicamento indispensable para su salud, lo cual estamos viviendo por ejemplo con los medicamentos para enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes, la hiperplasia prostática y no se diga para enfermedades incluso terminales como el cáncer.
Entonces para esas personas, a las que no se les puede llamar tales, sino animales demoníacos, no debe ni puede haber contemplación, tampoco para los funcionarios que a través de ellos y haciéndose los locos y no proceder como es su deber, ven una forma de enriquecerse, puede haber consideración alguna, hay que aplicarles todo el peso de la ley, mostrarle sus rostros al pueblo, en cadena nacional y demostrar a sus víctimas, que somos la gran mayoría, que en verdad la GMASS, va con todo y será el arma salvadora de un pueblo que en estos momentos, ni los más preclaros estudiosos del comportamiento humano se explican, cómo es que la gente ha tenido tanta paciencia para resistir y no caer en la tentación de buscarse la justicia por sus propias manos, llevando este país a un caos social sin precedentes históricos.-