Reconstruir la izquierda

Aunque algunos les parezca trillado y común escuchar, estamos en tiempos de guerra y ésta tiene un carácter no convencional, dónde sufrimos ataques sin cesar por parte de las potencias hegemónicas del hemisferio con el fin de vulnerarnos a lo interno, y socavar nuestra moral, nuestra fuerza política, militar y económica para colocarnos de rodillas a sus intereses y adueñarse de nuestros recursos.

Nos sabotean, adiestran a grupos armados para generar el caos, financian el paramilitarismo, atacan nuestra moneda, inducen el miedo a la población civil, acaparan los alimentos y medicinas para generar descontento, teledirigen mensajes subliminales, juegan con la desesperanza, nos acusan de violadores de derechos humanos, crean rumores entre la población, propician las acciones callejeras, planifican acciones contra líderes de izquierda, asesinan a cuadros medios de la Revolución para causar terror, magnifican cualquier error del gobierno y nos inundan de mensajes de odio e intolerancia para generar enfrentamientos civiles. Todo esto con el firme propósito de debilitarnos, minimizarnos y dominarnos hasta preparar el terreno para exfoliar nuestras riquezas en favor de sus intereses. Negar la existencia de esta guerra, es condicionar el debate a estratos más bajos que son parte de ella pero no son el todo; es subestimar el poderío del imperialismo en querer apoderarse de nuestros recursos energéticos; es creer que todos nuestros problemas son particulares y no existe injerencia. Es en definitiva, conocer poco de nuestra historia, nuestras luchas y nuestra situación geopolítica.

Ahora bien, en base a esta guerra en todos los frentes, no podemos justificar nuestros propios errores, ni evadir responsabilidades sobre todo lo que acontece en nuestro país, debemos salir al frente, en todos los espacios de lucha a edificar verdaderamente la Revolución, a autocriticarnos a fondo y sin miedo a asumir nuestras fallas, a transformar todo lo que haya de ser transformado sin medias tintas. Si pensamos que la delicada situación política, económica y social solo es producto de factores externos, no estamos siendo coherentes con el discurso revolucionario que se prefigura en las concepciones políticas del Socialismo Bolivariano.

Si estamos construyendo una Revolución, no debe existir ningún temor a asumir la crítica en todos los niveles, sin resentimiento y con lealtad, pero lealtad al proceso revolucionario, no a quienes bajo el manto del chavismo creen tener un carnet para ser corruptos, ineficientes, demagogos y populistas, sin que se les critique, pues el enemigo endógeno es el primero que hay que derrotar. No somos nosotros quienes precisamente debemos practicar la "solidaridad automática".

Una de las tantas cosas que nos enseñó Chávez es que la Revolución debe ser indiscutible e incuestionable a nivel moral. Es imperante la eliminación de nuestras filas de aquellos "revolucionarios" que se prestan para desviar los fondos del erario popular, para abusar del poder que el pueblo les dio, para practicar el sectarismo, la intolerancia, la doble moral. No podemos criticar a la derecha si en el fondo, actuamos de la misma forma, pero con el disfraz de ser izquierda.

Parte de la situación actual, es nuestra responsabilidad, y no debemos ocultar esa verdad, pues de lo contrario solo estaríamos siendo fanáticos de una idea, más no constructores de un ideal. Debemos reconstruir la izquierda a nivel ético y moral. No es posible que sigamos teniendo en nuestras filas a gente de comprobada ineptitud, de cuestionable honestidad, e incluso de dudoso compromiso, en todos los niveles de nuestra dirigencia.

¿Dónde están algunos alcaldes y gobernadores del chavismo combatiendo la guerra económica, poniendo a la orden de la justicia a bachaqueros y criminales, en vez de estar pintando sus nombres en todas las paredes? ¿Dónde están algunos directores de instituciones para eliminar la ineficiencia y el tráfico de influencias en la administración pública, en vez de beneficiar sus propios intereses? ¿Dónde están algunos dirigentes del partido para hacer política de altura conformando escuelas de formación política y organizar al pueblo para que éste ponga en práctica el poder popular, en vez de estar perdiendo el tiempo adulando para conseguir un cargo? Y digo algunos, porque sé que aquí tenemos gente comprometida, que si entendió el lenguaje en el que hablaba Chávez y desarrollan el discurso mediante el ejemplo.

No podemos permitir que la Revolución pierda su dirección con actitudes de doble moral, que ponen en tela de juicio nuestro carácter ético, y es por ello que debemos transformar a fondo la base de quienes nos "representan". Seguimos teniendo "líderes sindicales" que aparte de que no trabajan, viven haciéndose publicidad, y no tienen contacto con la clase trabajadora ¿Con qué moral entonces criticamos a la CTV? Seguimos teniendo "líderes estudiantiles" que duran 10 años o más en su universidad, cuando su carrera dura 5, y aparte responden a intereses de un partido político, en vez de los estudiantes ¿Con qué moral criticamos a Gaby Arellano y su combo si tenemos la mismas prácticas de este lado? Eso no tiene nada de revolucionario.

Seguimos teniendo también, dirigentes del partido político de gobierno que practican el sectarismo hasta mas no poder, anulando toda crítica, y creando grupitos, para luego creerse dueños de la Revolución e invitar a la "disciplina", aplaudiendo de manera adulante cualquier medida que se tome, sin ningún tipo de criterio, para ir escalando cargos. El fin no justifica los medios.

A la derecha nunca nos cansaremos de criticar, porque conocemos de su carácter entreguista, sabemos cuáles son sus objetivos y a quién obedecen, pero no por eso dejaremos de señalar a quien bajo las consignas de la Revolución, carece de toda moral y usa su espacio para alimentar sus intereses personales y su ego. La prepotencia y la mentalidad del "ordeno y mando" nos hace mucho daño a lo interno, pues debemos ser impulsores de la pedagogía popular, y no ir al pueblo creyendo tener todas las respuestas ante las diferentes problemáticas que son propias de la comunidad, y tampoco simular entender todas las necesidades para luego engavetar las propuestas. Los revolucionarios debemos tener una sola cara, el populismo es propio de quienes tienen otros intereses distintos a los del pueblo.

Un militante de izquierda, debe caracterizarse por dar el ejemplo como principal premisa moral, y lamentablemente está ausente en muchos de quienes "nos representan". La autoridad no se decreta al momento de ser nombrado en un cargo, se ejerce mediante el comportamiento después de ser nombrado. No podemos exigir lealtad, si somos desleales con nuestras propias acciones, ni exigir disciplina y compromiso, si no estamos al frente de la lucha, que es eminentemente colectiva. No podemos exigir organización, si no tenemos capacidad de liderazgo, así como tampoco podemos exigir sacrificio si no se es consagrado en su ámbito de acción.

Quienes nos consideramos revolucionarios de profunda convicción ideológica, debemos poner en primer orden de importancia el bienestar y la suprema felicidad de nuestro pueblo, y eso no ocurrirá mientras sigamos premiando a los dinosaurios y carcamanes que tenemos en nuestras filas, direccionando esfuerzos al confrontamiento con la derecha como el fin absoluto, y señalando a todo aquel que haga una crítica de "escuálido" y "contrarrevolucionario". El Comandante Chávez nos instó a traspasar las barreras del ´no retorno ‘y esto implica consolidar nuestra base filosófica y doctrinaria para profundizar la Revolución y para ello debemos ser consecuentes en nuestro discurso con nuestro accionar.

Aquellos que en el seno de la dirigencia viven señalando a quienes insisten en la reconstrucción moral de nuestra militancia, y a su vez incitan a la "unidad de los revolucionarios" generando al mismo tiempo división, son los primeros que veremos al otro lado de la acera si llegara a caer este proyecto, lo cual no podemos permitir bajo ningún concepto. No es desleal quien se opone al conformismo y la mediocridad de dar soluciones remediales a problemas estructurales; es desleal quien se autodenomina chavista y convierte la política en un trampolín de ambiciones individuales en nombre del colectivo. Es desleal quien se niega a debatir y asumir responsabilidades bajo mil justificaciones.

Estamos en tiempos de ataques incesantes que requieren máxima conciencia y disciplina en torno al proceso bolivariano, es la Patria lo que está en juego, pero debemos tener algo claro: La Revolución es moral, es expresión espontánea del pueblo o no es Revolución. Reconstruir la izquierda no es una tarea, es una obligación.

¡Venceremos!

@LuisFGJ

LuisGuanipa94@gmail.com



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Luis Fernando Guanipa Jiménez

Chavista crítico pero siempre leal. Cero medias tintas. Comentarista aficionado del Voleibol, Baloncesto, Fórmula 1 y Béisbol.

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