Como es conocido por todos, el Banco Central de Venezuela anunció recientemente una nueva escala monetaria que suprime seis ceros a la moneda nacional, con la entrada en vigencia a partir del 1 de Octubre del Bolívar Digital, como parte de un conjunto de medidas económicas que se vienen tomando desde las principales autoridades en materia; en este caso para atender las necesidades transaccionales de la población a lo largo y ancho del territorio nacional.
Esta nueva expresión monetaria se explica en el sentido práctico, en que todo aquello referido en moneda nacional, se dividirá en un millón (1.000.000) en función de la simplificación de cifras que permita facilitar los registros contables y favorecer los sistemas de cómputo, además de coadyuvar a la progresiva modernización del sistema de pagos nacional.
En el actual escenario de inflación galopante, donde la expresión del bolívar se ha visto notoriamente afectada por la variación constante del dólar paralelo con respecto a su valor, se hace absolutamente necesaria una reconversión monetaria que reinicie en términos contabilidad la forma en la que se expresa nuestra moneda, para procurar un mejor manejo de las transacciones de menudeo.
Por supuesto, esto no apreciará ni depreciará el valor real del Bolívar con respecto a la capacidad de compra de bienes y servicios, ni afectará o beneficiará el poder adquisitivo de la población en general, por cuanto se entiende como una medida monetaria que va hacia mejorar las formas, no a solucionar de plano el fondo del asunto económico, notoriamente perjudicado por un ataque indiscriminado por parte de agentes externos que configuran la hegemonía financiera globalizante.
En ese sentido, no está pensada para disminuir los índices inflacionarios por sí sola; para ello se han venido adoptando otras medidas macroeconómicas dirigidas a generar las condiciones para el rescate de los ingresos nacionales a través de la producción, para así hacer frente a los compromisos del Estado. Tampoco va acelerar la inflación como afirman algunos analistas, porque si bien es cierto - como ya ocurrió en 2018 -, que algunos agentes económicos inescrupulosamente suben artificialmente el precio de los bienes y servicios porque les parece que tiene un "bajo costo" - aun cuando es exactamente el mismo -, esto no viene dado por la reconversión en sí, sino por una conducta profundamente especulativa que aprovecha cualquier circunstancia para deformar el mercado en función de su beneficio particular.
Siendo gráficos en el asunto, probablemente algunos agentes económicos especulativos que tengan a la venta un producto de, supongamos, unos 15.450.000 Bs.S, por efectos de reconversión éste debería costar 15,45 Bs, sin embargo, es probable que le hagan un redondeo a 16 Bs o más, excusándose también de hacer más amigable las transacciones. Sobre esto último es importante acotar, que las transacciones digitales (transferencias, pago móvil, etc) permiten hacer pagos exactos, y además estará coexistiendo por un tiempo prudencial parte del cono monetario actual con el nuevo, por lo que la reconversión no debería ser una excusa para alterar el valor real de bienes y servicios. La llamada expectativa, como hemos visto en los últimos años, en realidad es especulación.
Por otra parte, la entrada en vigencia del Bolívar Digital, - que en esencia ya se está utilizando masivamente en las transacciones diarias aunque sin esa denominación específica -, no viene a eliminar completamente el papel moneda, puesto que se seguirá emitiendo el bolívar físico a fin de garantizar su uso en aquellos escenarios que aún no estén adaptados a la economía digital, que vale decir, en nuestro país está bastante masificada, a pesar de que aún nos queda mucho por mejorar en plataforma tecnológica, como es lógico en condiciones de asedio y persecución permanente.
En cuanto a la inflación, como se explicó anteriormente, no disminuirá ni aumentará su ritmo por la reconversión monetaria; las políticas para contrarrestar sus efectos son otras, principalmente aquellas que mantengan a niveles sensatos la liquidez monetaria, que si bien, como comentábamos en artículos anteriores, no es conveniente restringirla en demasía por los costes sociales que pueda implicar, tampoco es conveniente aumentarla considerablemente sin antes generar ingresos nacionales, por lo que las medidas adoptadas por el BCV tienen su razón de ser, a pesar de que incluso desde algunos sectores de izquierda se le señale constantemente.
Sino, veamos cómo la inflación pasó de 9,585.5% (2019) a 2.959,8 % (2020) y 295,9 % acumulada de Enero a Mayo 2021, según BCV, la cual si bien es cierto sigue siendo exageradamente alta, se ha venido desacelerando. Sin estas medidas, o peor aún, aumentando la liquidez en lugar de restringirla sin antes generar ingresos reales como plantean algunos analistas, el escenario fuese tan dramático o peor que en 2018 en la que la inflación fue de 130.060%, un exabrupto producto de un ataque indiscriminado contra la economía en general, no exclusivamente contra la moneda.
Además de ello, no podemos olvidar que el grueso de la recuperación real de la economía, está orientada principalmente a la recuperación de nuestra industria petrolera, que es quien históricamente ha subvencionado los compromisos a los que hace frente el Estado y es la que aporta los ingresos que actualmente estamos necesitando para contrarrestar desde lo real el mercado cambiario paralelo. En la medida que nuestra industria petrolera sea capaz de recuperarse, en esa misma medida iremos paulatinamente estabilizando nuestros principales índices macroeconómicos. No quiere decir esto, por supuesto, que sea lo único que debamos hacer, pero si lo principal, dada la característica rentista petrolera de nuestra economía.
En ese orden de ideas, el Ejecutivo también está planteando iniciativas que fomenten la producción y la generación de riquezas mediante políticas que incentiven la inversión, y el impulso a las exportaciones como las Zonas Económicas Especiales, con sus características discutibles o no, y cuyos resultados están por verse, pero que representan un elemento más de una política integral encaminada a un fin último que es recuperar nuestros ingresos.
Nuestra economía y la profunda distorsión actual que padece debido a una crisis generada principalmente por un ataque desproporcionado, dimensionado en el bloqueo y la congelación de activos, así como la persecución a posibles socios comerciales, requiere unir esfuerzos en una política integral con todos estos elementos que ya se han puesto en marcha según lo anteriormente expuesto, entre los cuales está la reconversión monetaria, que si bien es cierto no es suficiente, es absolutamente necesaria.
Esto, a rasgos generales, apenas nos da algunas luces sobre los pasos que se han venido dando y los que aún están por darse para estabilizar nuestros principales índices macroeconómicos, y por tanto nuestra calidad de vida. Entretanto, seguiremos evaluando los distintos escenarios en pro del análisis sincero en materia de economía.