En medio de la debacle económica en que vivimos, es bueno razonar y tomar algunos correctivos que ayuden a superar esta etapa, así sea tomando algunas decisiones difíciles y poco populares.
Sin duda alguna, el mayor factor de este problema que nos afecta son los bajos precios del petróleo, ó visto desde otro modo, nuestra casi absoluta dependencia de la exportación de petróleo para nuestro bienestar, que ronda alrededor del 90% de las exportaciones según diversas fuentes. Ahora bien, se han escrito volúmenes enteros de este fenómeno y discutido hasta el cansancio, incluyendo el famoso artículo "El Excremento del Diablo" de Juan Pablo Pérez Alfonso, y de nada sirve en los momentos actuales hablar de soluciones a largo plazo para la diversificación de las exportaciones. Esas son tareas para los cuales se necesita contar con grandes inversiones y cambios estructurales en el marco legal para la promoción y eficaz exportación de productos hechos en Venezuela, que permitan principalmente la inclusión de pequeños y medianos productores que representan el grueso de la economía. Así que para la solución definitiva lo que se necesita es dedicación y mucho tiempo, tiempo con el cual no contamos.
En Venezuela, gracias a la bonanza petrolera, nos acostumbramos a muchas cosas que en muchos países del mundo son consideradas lujos. Por ejemplo, electricidad y gasolina excesivamente barata, educación superior gratuita y hospitales gratuitos, amén de los muchos subsidios a todo nivel de nuestro economía.
Así que por tanto, una de las soluciones más efectivas a corto plazo, es de entender que si en la casa menguaron los ingresos, por ende necesariamente tiene que haber una reducción de los lujos. Además, hay ciertos lujos, de que, no sólo quitando los subsidios sino estableciendo impuestos al precio de mercado, cómo lo hacen prácticamente todos los países de este planeta, genera dos efectos altamente positivos. Primeramente, se acaba finalmente y de una vez por todas, el contrabando de extracción hacia Colombia y Brasil, y segundo, se acaba con las pérdidas horrorosas que conlleva vender nuestro producto de exportación estrella y no renovable a precios subsidiados. El mismo cuento sucede con el servicio eléctrico. Mucha gente comenta que la electricidad está cara, de que han subido las cosas, pero me parece absurdo pagar menos de 1 dólar al mes para una vivienda que cuenta con aire acondicionado, calentador de agua eléctrico, etc.
En fin, esas cosas que nos parecen que son muy chéveres y las sentimos como un derecho porque el petróleo es de todos, la verdad es que al final alguien las está pagando. Entonces, ¿para qué acostumbrarnos a vivir bien con un precio de barril alto para luego ver las vacas flacas con un precio de barril bajo?. Peor aún, no tomar medidas de austeridad por temor a levantamientos populares.
Obviamente, los sueldos de los trabajadores tendrán que seguir subiendo poco a poco para permitir a las empresas adaptarse y a la gente poder pagar poco a poco los precios de las cosas a su valor real. Igualmente, eso tarde ó temprano llegará a Venezuela.
Ahora, también es cierto que el Gobierno Nacional deberá reducir considerablemente su gasto, en particular, cerrando ó vendiendo empresas estadales, nacionalizadas ó no, que estén arrojando pérdidas, ó por el contrario y mucho más difícil de hacer, afinar los mecanismos para que las empresas estadales que sí funcionen, puedan tener una reinversión de capital para sus operaciones y mejoramiento. En pocas palabras, léase que no se puede estar utilizando los ingresos de estas empresas en subsidios y planes sociales.
Ahora, respecto a los planes sociales, y que es uno de los puntos más importantes para un gobierno ya que es el eje fundamental de la razón de cobrar impuestos en un primer lugar: la redistribución de la riqueza; éstos se pueden mantener sin recortes excesivos pero con un enfoque más directo a las personas que lo necesitan. Por ejemplo, soy un fiel creedor de que optimizando el SENIAT para registrar a absolutamente toda la población que pueda ser contribuyente (incluyendo la llamada economía informal), y más aún, hacer un seguimiento severo de posibles evasores individuales, permitirá identificar a ciencia cierta a la población en pobreza crítica a las que se le puede asignar un sistema de cesta tickets, que reemplazaría a todos los subsidios indirectos que se dan a través de Mercal. Igualmente con el servicio eléctrico, tarifa reducida en sectores populares a un nivel básico y si hay alto consumo, aplicarían los mismos precios que el resto de los sectores.
Es muy importante crear conciencia de que las cosas tienen un costo, y esto no se hace efectivamente diciéndole a la gente en una publicidad de que no gaste luz ó cosas así. Es sencillamente que el mismo esfuerzo que debe hacer la empresa eléctrica en la compra y mantenimiento de equipos, se lleve a la casa de cada quien a través de su factura y sus patrones de consumo, lo que necesariamente llevará a un uso más racional de recursos como gasolina, agua y luz en particular. Por otra parte, las empresas estatales y privadas en Venezuela que proveen estos servicios, se destacan por su falta de inversión, gestión ineficiente y servicio intermitente, cuando existe del todo. Según las Naciones Unidas, Venezuela es uno de los países latinoamericanos con la mayor falta de acceso al servicio de agua, y nuestro sistema eléctrico es altamente dependiente de la suerte del Guri. Cabe preguntar cuántos de estos problemas no se pudiesen resolver si esas empresas operaran de forma rentable que les permitiera, entre otras cosas crear parques de generación con energías renovables en vez de nuevamente quemar nuestro más preciado recurso en termoeléctricas.
En el área ambiental, según el jornal Sostenibilidad, Suramérica encabeza el área con la mayor pérdida de áreas forestales, y aunque no llegamos a los niveles de locura de Brasil en este aspecto, es importante mantener un balance entre la industrialización/explotación minera del país y la preservación de cuencas y biodiversidad con iniciativas como el Arco Minero. En este aspecto, lo más importante es contar con consultoras nacionales e internacionales reconocidas en preservación ambiental, que monitoreen la actuación de las empresas mineras y provean informes independientes para los órganos de poder.
Y por último y no menos importante, y en el mismo orden de ideas de poner el valor real de las cosas en la economía, considero que es necesario revisar y corregir los mecanismos de controles de precios de productos, para asignar más bien un PMVP, que sea muy holgado a favor del productor, que un precio fijo de productos. Una de las razones por las que muchos economistas alegan que este tipo de controles son innecesarios es porque es muy difícil para el Estado reaccionar a los cambios del mercado y afinar los precios a sus valores relativamente justos para todas las partes. Esto sobre todo, tomando en cuenta que distintas regiones presentan diferentes realidades económicas y hasta errores en cálculos de cosas que sencillamente no se pueden poner en papel, pero que son realidades, como pago de "peajes" en las alcabalas, alto y fluctuante costo del transporte de dichos productos, materias primas que deberían costar un precio pero realmente se consiguen es con otro, etc. La falta de acción en este aspecto necesariamente lleva a la desaparición de productos de los anaqueles por falta de interés del productor, contrabando de extracción (para vender en otros mercados al precio real), y usura y acaparamiento de productos escasos.
Así que en conclusión, hace falta apretarse los pantalones, pero no precisamente con devaluación de nuestra moneda y el empobrecimiento de nuestra población sino restructurando la manera de hacer las cosas, porque vuelvo y repito, a la par de las reformas, el salario mínimo necesariamente deberá ser aumentado progresivamente para lograr la estabilización completa de nuestra economía y así lograr el país donde finalmente se acaben las colas y la escasez.
