Una convulsionada Venezuela centra su atención en la pugna de poderes, el más activo y beligerante frente de batalla entre los dos grupos políticos que se adversan. A sólo días de la recolección del 20%, el CNE acata medidas precautelativas de 4 tribunales penales regionales y posterga hasta nuevo aviso el proceso.
Previamente, ante rumores sobre el destino del RR y allanamiento de la inmunidad parlamentaria, la MUD anunciaba el inicio de una campaña internacional de denuncia; convocaba a la sociedad civil para "defender la Constitución, la democracia y el voto", y advertía la conformación de cuatro frentes de lucha para lograr el fin de la gestión. Ante la suspensión, la Unidad Democrática advierte que mantendrá la "resistencia pacífica".
Contexto crítico que encuentra fuerte expresión en los relatos transmediáticos nacionales e internacionales y dispara una importante dinámica en los ambientes virtuales, el ciberespacio, por los que ya circula la información, criticas, comentarios, memes y hasta burlas en torno al momento político…
Desde la sociedad en red se activa un nuevo frente de batalla, el ciberactivismo. Desde allí se impulsan formas innovadoras de organización social ancladas en las tecnologías de la información y comunicación, la ciberciudadanía. Sin duda alguna, la crisis actual demandará el endurecimiento el uso político de las redes sociales. Desde los espacios virtuales, se fortalecerán las relaciones entre el ciberciberactivismo y la acción política; el posicionamiento de ideas, la producción de sentido, rumores y mentiras…con fines políticos.
Dada la coyuntura política actual, el ciberactivismo y sus versiones desobediencia civil electrónica y el ciberterrorismo, jugarán papel primordial en la confrontación, en tanto movimiento que irrumpe desde las redes y pretende impactar los procesos políticos del país. El ciberactivismo, entendido como acción política, será determinante en el desarrollo de movimientos sociales de repercusión social y política; al igual que en la ofensiva y contraofensiva política desestabilizadora.
Sin duda alguna, se agudizará la confrontación y el 2017 será un año decisivo, suerte de punto de inflexión en el camino hacia la paz, diálogo y la convivencia democrática.