La "democracia" es otra de sus herramientas del imperialismo. El imperialismo se eleva por encima de ambos. Los pone en movimiento de acuerdo a sus necesidades, algunas veces contraponiendo una al otro, otras combinándolas amigablemente. Luchar contra el fascismo aliándose al imperialismo es lo mismo que luchar contra las garras o los cuernos del diablo aliándose con el diablo.
Todo esto no implica, por supuesto, que no haya ninguna diferencia entre la democracia y el fascismo o que esta diferencia no tenga ninguna importancia para el pueblo. Los socialistas no tienen nada que ver con ese barato nihilismo político. Pero es necesario comprender claramente en cada oportunidad el contenido real de esta diferencia y sus verdaderos límites.
Del mismo modo, tampoco podemos hablar del fascismo "en general". En Alemania y Gringolandia (USA) el fascismo y el militarismo son las armas de un imperialismo ambicioso, hambriento y por lo tanto agresivo. En algunos países de nuestra América el fascismo es la expresión de la dependencia más servil del imperialismo extranjero. Tenemos que ser capaces de descubrir, bajo la forma política, el contenido económico y social.
Para los países del tercer mundo la lucha por la democracia, incluyendo la lucha por la Indepencia nacional, representa na etapa necesaria y progresiva del desarrollo histórico. Por esta razón creemos que el pueblo de Venezuela tiene no sólo el derecho sino también el deber de participar activamente en la "defensa de la Patria" contra el imperialismo, a condición, por supuesto, de que mantengan la total independencia de sus organizaciones de clase y libre una batalla implacable contra el veneno chovinista. Así, en el conflicto entre el pueblo y los reyes del petróleo y su Comité Ejecutivo, el gobierno democrático y socialista se ubica contra los lacayos imperialistas que dirigen el "Partido Nacional Socialista".
Si el gobierno gringo amara tanto la democracia hubiera dado la libertad a los países del Medio Oriente, Asia y África y nuestra América. Y lo mismo Alemania prefiere el fascismo de los países del este de Europa a los países más complaciente y de confianza. Conclusión, es imposible combatir al fascismo sin combatir al imperialismo. Los países del tercer mundo deben luchar antes que nada contra el país imperialista que los oprime directamente, más allá de que lleve la máscara del fascismo o la democracia.
Para garantizar la paz entre los pueblos tenemos que derribar al imperialismo, cualquiera que sea la máscara que adopte. Sólo lo podrá lograr la revolución de los pueblos. Para prepararla, los trabajadores y los pueblos oprimidos tienen que oponerse irreconciliablemente a la burguesía imperialista y unirse en un solo ejército revolucionario internacional.
Cuando se lucha, las privaciones materiales son inevitables. La salvación es imposible sin sacrificios. Capitular ante los imperialistas significaría entregarles todas las riquezas del país y condenar al pueblo a la decadencia y la extinción. Por supuesto, el pueblo tiene controlar que el peso del alza del costo de la vida no caiga fundamentalmente sobre los más pobres. En todos los países de nuestra América los problemas de la revolución agraria están indisolublemente ligados a la lucha antiimperialista.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!