El gobierno de EE.UU, su Departamento de Estado y operadores como la CIA, han intentado descalificar a líderes del chavismo. Ahora, el Departamento del Tesoro estadounidense sanciona al vicepresidente de la República Tareck El Aissami. El objetivo, imponer la matriz de opinión de estado narco.
Haciendo un breve recorrido, en el 2008, cuando asesinaron a Luis Edgar Devia, alias Raúl Reyes, vocero de las Farc, en franca violación del territorio ecuatoriano, alegaron que encontraron una computadora que, curiosamente, sobrevivió a la fuerte explosión que dio muerte al combatiente. El equipo contenía archivos que daban constancia del vínculo del presidente Chávez con estas fuerzas beligerantes.
Luego, en el 2015, intentaron relacionar a Diosdado Cabello con el cartel de los Soles. Su ex jefe de seguridad, Leamsy Salazar, lo acusaba de ser cabecilla de esa organización delictiva sin prueba alguna. Y el año pasado a los sobrinos Flores les crearon un falso positivo, tal como comenté en este espacio en el artículo Falso positivo por noticia.
Ahora que la oposición venezolana atraviesa su peor momento, el blanco de ataque es El Aissami quien, desde el 2008 hasta el 2012 como ministro de Relaciones Interiores y Justicia, ayudó a la captura de más 75 capos internacionales solicitados por la Interpol. De ahí que, según el Informe Final sobre las Drogas 2011 de la ONU, Venezuela fue el quinto país con mayor incautación de drogas e inexistente de cultivos ilícitos.
Contradictoriamente, a Aissami lo señalan de supervisar cargamentos de drogas desde Venezuela hasta México y Estados Unidos. En territorio mexicano es donde hay más cárteles, mientras que EE.UU. es el mayor consumidor de sicotrópicos. Por supuesto, las evidencias no existen, pero sabemos que quienes financian el terrorismo acusan a otros de este mal, y califican de narcotraficantes a los que combaten estas mafias.