¡Alerta ante los ataques fascistas!

He repetido en varias oportunidades que la oposición es previsible y muy torpe en sus ataques. Pero hay algo que si le debemos admitir: Su constancia y terquedad para hacerlo. No pierden oportunidad alguna, para hacer del terrorismo su arma de desestabilización. Estos ataques a la embajada española y al consulado colombiano tienen la etiqueta de los golpistas y, a pesar de los esfuerzos mediáticos y la declaración muy oportuna de los mismos vagabundos de siempre al tratar de endosarle al gobierno estos actos terroristas, todo apunta a la coordinadora democrática y su empeño por crear el caos en el país. El golpe de Abril feneció; el paro fue rechazado abiertamente por casi todos los venezolanos; perdieron su bastión más importante en la industria más importante del país y aún así, entra en acción el plan más macabro de sus actuaciones: El Terrorismo a gran escala. Es aquí donde el pueblo tiene que estar más alerta.

Abro este artículo con las consideraciones arriba mencionadas. Pues, es muy grave lo que está sucediendo y se torna obligante la movilización del pueblo nuevamente, para contrarrestar la reacción fascista.

En Venezuela se han venido desarrollando eventos sociales muy curiosos. Un país que ha sido bombardeado durante más de cuatro décadas a favor de las clases privilegiadas y al que se le ha inyectado una buena dosis de odio hacia las reivindicaciones sociales, por su claro olor a comunismo, de repente despierta y asume su rol protagónico. La espoleta fue el Comandante Chávez, el 4 de Febrero de 1992. Se consuma su compromiso, el 13 de Abril de 2002, cuando la población se vuelca a las calles en defensa de la Constitución y rescata de quienes suponían un éxito el golpe impune, a su presidente legítimamente electo. Ahora ¿Qué estaba sucediendo antes del Golpe de Abril y que emerge luego del rescate de la constitucionalidad? El pueblo, ese que vive hacinado en los cerros y el que sobrevive en los barrios y en los campos de nuestra nación, venía organizándose en los Círculos Bolivarianos; siempre bajo la tutela del comandante. Cuestionados, vilmente atacados por una campaña mediática de descrédito e, incluso, algunas veces cuestionados por afectos al proceso, conforma una de las primeras vanguardias de la revolución. Su trabajo, muchas veces silenciado y satanizado, constituye una de las labores más hermosas en las bases y esparce por todo el territorio la idea y la fe de una patria libre, fundamental para resistir los ataques fascistas. Esto estaba sucediendo, y sigue sucediendo, mientras los ideólogos trataban, y aún tratan, de interpretar a un pueblo que se estaba formando a si mismo. No importaron los ataques ni el insulto incesante hacia esa masa. Se organizaron por fe revolucionaria y están haciendo una labor gigantesca que, aún hoy, solo ha sido reconocida una y otra vez por Hugo Chávez y algunos revolucionarios convencidos de esa necesidad por cambiar las estructuras sociales del país. En este punto, que me disculpen los dirigentes de V República, pero les falta asistir más a esa masa popular que consolidar a un partido político. Ciertamente, tenemos gente en V República que ha estado trabajando por el pueblo que representa; pero no son todos los que quisiéramos.

Luego del golpe, emerge la Clase Media en Positivo. En mi opinión, esta clase media surge por dos factores fundamentales:

Primero, el claro agotamiento de la tesis fascista al tener que quitarse la máscara democrática en el fallido golpe de Abril y la separación de aquellos sectores que se sintieron engañados por la eterna perorata institucional que se convirtió en la derecha más recalcitrante. Esto no quiere decir que había ya un sector profesional afecto al discurso bolivariano. Sería temerario afirmar que había un amplio sector de la clase media, proclive a la derecha y divorciados de los problemas sociales del pueblo. La clase media siempre ha sido sensible a la injusticia y ha reaccionado en contra de la oligarquía, cuando esta afecta los intereses del pueblo.

Segundo, la clase media vislumbra que hay un pueblo organizado y acude a ejercer su papel de motor revolucionario. Este es un rol histórico, en el que se han tenido grandes aciertos, pero también ha originado grandes errores. La clase media tiene una responsabilidad enorme que no admite errores y exige grandes sacrificios.

Este tipo de movimientos no puede ejercer su función social y política, como simple organización de caridad o de eventos que buscan un espacio protagónico meramente instructivo. Su labor debe estar dirigida a la consolidación de un proceso que tiene como norte fundamental, la dignificación y el rescate de las clases más necesitadas. Para hacer efectiva esta tarea, debe hacer presencia en los barrios y acudir a las labores de organización sin efectos clasistas. No existe en una revolución, preponderancia alguna entre un papel y otro. De hecho, ambas son un matrimonio indisoluble en el que, las masas populares, son el factor más importante.

Ahora, aquí hay un enemigo al que se debe neutralizar. Las organizaciones populares ya han tomado posición y están prestas a defender el proceso. El plan golpista sigue su curso y no va a cejar hasta ver culminado sus objetivos. La clase media debe ubicar sus trincheras al lado de ese pueblo y convertirse en un combatiente más que respalde indefectiblemente esta vanguardia que ha venido conformando los movimientos populares. Ante la avanzada fascista, solo resta el ataque patriota.


msilvaga@yahoo.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3743 veces.



Mario Silva Garcia

Comunicador social. Ex-miembro y caricaturista de Aporrea.org. Revolucionó el periodismo de opinión y denuncia contra la derecha con la publicación de su columna "La Hojilla" en Aporrea a partir de 2004, para luego llevarla a mayores audiencias y con nuevo empuje, a través de VTV con "La Hojilla en TV".

 mariosilvagarcia1959@gmail.com      @LaHojillaenTV

Visite el perfil de Mario Silva García para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Mario Silva García

Mario Silva García

Más artículos de este autor


Notas relacionadas