"La crisis ideológica del marxismo primero, y el aburguesamiento del proletariado después; la pérdida de vigencia del socialismo y, por último, el derrumbamiento del llamado socialismo real han determinado una sola política posible, que se llama a sí misma izquierda, pero que gobierna como que si fuese de derecha y que ocupa todo el espectro político".
Ya hemos visto como la publicidad ha provocado o al menos extendido una ética de la imagen. La imagen se vende a través de los mass media por las oligarquías políticas o partidos, que funcionan como empresas, cada vez más financiadas a cargo del Presupuesto Nacional.
Es esa inmensa marginalidad proveniente de Colombiagranadina de las áreas deprimidas (seis millones de personas, comen y beben sin producir nada) e incrementada por la población de nuestro entorno vecinal —estimulada esta última a emigrar por el relativo éxito de nuestro proyecto nacional— la que nos produce esa duda existencial sobre el "nosotros" las causas de nuestro estado de ansiedad.
Más que al amor por el desorden y la anarquía, con las consecuencias derivaciones de lucro por medio del saqueo de los bienes de los funcionarios, los venezolanos nos hemos mostrada muy sumisos ante el despotismo. En toda nuestra historia no existe una insurgencia popular contra un déspota que se haya producido antes de que éste pierda su fuerza como consecuencia de su deceso o por la rivalidad de otro caudillo. Por lo tanto general, fuera del atropello y abuso de subalternos que no dejan también de producirse en los sistemas "democráticos", la masa popular no sufre las consecuencias de la pérdida de unos valores formales de una libertad que no ejerce.
El precio social pagado por el socialismo es cruel y criminal: una juventud apática, indiferente, sin futuro, una economía deteriorada, un campo arruinado y subvencionado por los favores del partido, una nación endeudada peligrosamente, un país indefenso y ocupado por oleadas de indocumentados indeseables y unas instituciones corrompidas.
La juventud estudiantil, más politizada que estudiosa, sin guías, sin aspiraciones y sin futuro, se volvió apática, indiferente o anárquica y entonces estalla en forma brutal e irracional. Quiere quemarlo todo, acabarlo todo. Necesitamos una enseñanza objetiva, pragmática y científica, ética, general, educación para la vida, para vivir en la sociedad. El fervor patriótico y nacionalismo es la sal que conserva la identidad que es el alma de la patria. Y el nacionalismo es la extensión y prolongación del espíritu unitario e integracionista de la familia, es fuerza moral que lleva hasta el sacrificio a los pueblos en defensa de la patria y conduce a la victoria.
—No soy un fantasma cualquiera: Soy, El Libertador, que ha venido a salvar a este país del caos.