A los pocos días de aquel 5 de marzo de 2013, cuando a las 4 y 25 de la tarde se informó la muerte del Presidente Hugo Chávez, el país comienza a transitar una crisis que hoy abarca lo económico, social, político, ético, moral. La crisis ha dejado en evidencia dos cosas, entre otras: 1) que algo importante y trascendental no hizo la revolución en el terreno de la conciencia social e individual, y 2) la oportunidad que a partir de esa muerte, las oligarquías venezolana y latinoamericana creyeron tener para restaurar los privilegios absolutos perdidos. Pero el hecho concreto es que la materialidad de la crisis muestra con crudeza, en el plano de lo moral, una Venezuela dividida, llena de odio, miedo, resentimiento, desconfianza, desesperanza hasta el punto de que algunos venezolanos y algunas venezolanas asumen como un derecho conquistado el calificar al otro como traidor a su "causa" y, en consecuencia, necesario eliminar.
En el plano de lo material, un tremendo deterioro de la calidad de vida, con mayor impacto en la alimentación y la salud, es la característica destacada. Los propios guarismos oficiales dan cuenta de ello. Por ejemplo, el Banco Central de Venezuela (BCV) informa que al 19 de julio de 2017 las reservas internacionales eran de 9.972 millones de dólares, cifra que dista mucho de los 28 mil millones de dólares en promedio durante los años de vida de Chávez. Claro, no era el mismo precio del barril de petróleo ni tampoco las variables económicas que controlan a capricho las familias millonarias venezolanas en contubernio con las de América Latina y el imperio norteamericano. Pero lo importante de esta medida macroeconómica es que nos ilustra sobre la baja capacidad de compra de productos importados de los cuales dependemos, que aunado a un aparato productivo diezmado, constituye una dimensión determinante en la crisis económica.
Otro estadístico es el Producto Interno Bruto (PIB) que mide el volumen de la producción de Venezuela. El BCV publica datos del período 2015/2014 en donde destaca que el consolidado del PIB es negativo, -7,1 para el III trimestre. Y en cuanto a la variación acumulada del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) es de 180,9%; este indicador mide "la evolución de los precios de una canasta de bienes y servicios representativa del consumo familiar durante un período determinado". Pero esa medida con toda seguridad es mayor, se siente cuando uno va al mercado a adquirir los productos básicos y se da cuenta que el salario para muy poco alcanza.
Por su parte el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en su página WEB publica que para el 2015 en Venezuela el 33,1 % de la población era pobre; es decir, hace 2 años casi 4 de cada 10 venezolanos estaba en pobreza y 9 de cada 100 compatriotas estaba en pobreza extrema. Vale recordar, según la misma fuente, que la pobreza había transitado de cerca del 56% en 1997 hasta el 21,2% en 2012, año a partir del cual viene creciendo la pobreza sin detenerse. Lamentablemente no hay cifras oficiales para este año o el anterior; ello no impide inferir que la cifra hoy es mayor tomando en consideración en efecto sobre la inflación de variables como la especulación, el acaparamiento, la distorsión en el precio de las divisas, las erráticas políticas económicas, las ineficientes medidas de control sobre las cadenas de distribución, etc., que han encarecido los alimentos y las medicinas.
Frente a este panorama que tiende a agravarse, la dirigencia política del país, tanto del gobierno-PSUV como la de la MUD-oligarquía, se ha enfrascado en una contienda por el poder político, poniendo "banderas de lucha" en sus seguidores que no permiten vislumbrar soluciones a la crisis, por el contrario, tanto la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente como al denominado plebiscito presagia, como se viene alertando, una mayor confrontación entre el mismo pueblo. El vacío del líder lo llenó una clase política incapaz de interpretar la coyuntura histórica y de asumir el rol que les correspondía desempeñar para afrontar los tiempos inmediatos y futuros.
Del lado de las organizaciones que acompañan la Revolución Bolivariana se abandonó el Plan de la Patria, se viola la Constitución, se amenaza y castiga a quien ose asumir una postura crítica, tal y como lo pregonaba Chávez (Golpe de Timón); se premia a corruptos con nuevos cargos, se recicla la dirigencia. La tarea de construir las comunas que Chávez encomendó públicamente a Maduro hace rato ni se menciona. Chávez sabía que ese era el camino para enfrentar la situación económica que vislumbraba y también el indispensable para trascender del modelo rentista capitalista, razón de fondo de la crisis y fundamento en la transición al socialismo. Hace tiempo que líderes progresistas de otros países no nos visitan ni los visitamos; los organismos internacionales vienen postergando decisiones que al tomarlas terminarán de configurar condiciones propicias para una mayor intervención, por ahora económica.
Del lado de la oposición ha sido una constante la falta de una propuesta política. Sus líderes totalmente deslegitimados perdieron el control de las protestas y de sus seguidores. La violencia se distribuye entre la militancia de sus organizaciones y bandas de delincuentes. Ya no tienen posibilidad de nuclear una dirección política.
Hoy la dirigencia partidista del país, derechizada en la acción y en el discurso no tiene otra opción, aunque tardía y quizá extemporáneamente, que tratar de negociar una salida, por lo menos a la crisis política, para garantizar ciertas condiciones de gobernabilidad que nos lleve a unas elecciones generales con el fin de legitimar la institucionalidad y así evitar una situación peor que la ocurrida en el caracazo de 1989.
A partir de ese momento, y ante el fracaso de la denominada izquierda bolivariana, las fuerzas realmente revolucionarias tienen la impostergable tarea de unirse para reorganizar el movimiento popular, crear una organización política nacional que asuma el rol de dirección y acompañamiento de las luchas del pueblo y que dote a los campesinos, trabajadores, estudiantes, de sus programas de lucha y de una teoría revolucionaria, y así iniciar la construcción de la VI República. Rescatemos las históricas tareas: Formar, Organizar y Movilizar.