Del fracaso de la Revolución Bolivariana es tan responsable la cúpula política autodenominada heredera del legado de Chávez que dirige el gobierno y controla al PSUV, esa que se viste de rojo y da discursos encendidos, como también todos nosotros, los que nos ufanamos diciendo que somos los verdaderos revolucionarios, chavistas disidentes que nos excluyen por esa razón. Y mientras cada bloque se empecina en demostrar su verdad y la fuerza de sus razones, lo cierto, lo evidente, lo que no necesita demostración, es que el pueblo está desesperanzado, empobrecido, huérfano de un verdadero liderazgo, no individual, no de personas, sino de un discurso y compromiso, de un proyecto coyuntural que rescate el espíritu combativo de los momentos históricos de 1989, 1992, 1999, 2002, por señalar algunas de las más emblemáticas fechas.
Quien escribe fue diputado de la Asamblea Nacional en el período 2010 – 2015 por el Estado Portuguesa, por lo tanto tengo mucha más responsabilidad que otras y otros venezolanos independientemente de lo disciplinado que haya sido y de la denodada labor que pudiera mostrar durante mi permanencia en la Comisión de Ambiente, de la cual llegué a ser su Presidente el último año. Y autocríticamente digo que me siento responsable porque estando consciente del triste papel que cumplía, de "levanta mano" como me calificó mi hija, me faltó el coraje de rebelarme, de aceptar la propuesta de un colega de renunciar siguiendo el ejemplo de Fabricio Ojeda, no tanto como irnos a empuñar las armas (aunque ganas no faltan), sino, al menos, para denunciar que esa institución tenía de revolucionaria lo mismo que de democrática el viejo Congreso Nacional: NADA, simplemente ¡NADA!
Fuimos diputados y diputadas que aceptamos, "por disciplina", no interpelar a los ministros, a los nuestros rojitos; quizá si lo hubiéramos logrado, algunos no le habrían hecho tanto daño al país, especialmente los que ocuparon la cartera agrícola y la de alimentación. Aceptamos que algunos ministros decidieran cuál ley se discutía y cuál no; así, por ejemplo, quedó en segunda discusión la importantísima ley de Gestión y Ordenación del Territorio que si estuviera vigente el Poder Popular, a través de las comunas, tendría la posibilidad de oponerse a la entrega del 12% del territorio y de sus bienes naturales que se encuentran en al Arco Minero. Y quedó en segunda discusión porque los últimos ministros de ambiente (2014 – 2015) se negaron a emitir opinión; sendos oficios y repetidas reuniones se hicieron para que avanzara el debate pero no fue posible: el ministro no opinó. Hoy presumo el porqué: nunca se quiso aprobar esa ley porque estorbaba a los fines perversos del Arco Minero. Pero tampoco opinaron sobre las también importantes leyes de Suelos, Ley de Áreas bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE), Ley de Ordenación Urbanística, una reforma a la Ley de Fauna Silvestre y, por lo tanto, no entraron en discusión. En 2015 la AN quedó en mora con la creación de leyes.
Muchas otros instrumentos jurídicos presentados por otras comisiones tuvieron un final parecido; de ello pueden fe diputados y diputadas; bueno, si están dispuestos a fijar posición de la misma manera que lo hacíamos en los pasillos y oficinas.
Ahora bien, podemos decidir seguir el camino de la quejadera y del mea culpa para no hacer nada, para seguir contemplando el paso de la historia. Lo que está planteado hoy es colocarnos al lado de las luchas del pueblo que es valiente, generoso, noble, sencillo, que fue capaz de resistir y sobrevivir a los 50 años de seudo democracia puntofijista y a las consecuencias de la lucha por el poder entre la vieja oligarquía y la nueva camada de ricos de estos últimos 18 años.
Es nuestra obligación juntarnos con ese pueblo para construir organizaciones revolucionarias, sus programas de lucha y el cuerpo de leyes revolucionarias que permitan generar capacidad para interpretar, intervenir y transformar la realidad; capacidad para la toma de decisiones de forma autónoma y democrática y capacidad para actuar, en fin, para revolucionar.
En ese sentido invito a que nos encontremos los disidentes chavistas, no disidentes del chavismo y menos del socialismo. Que nos encontremos para unirnos, para formular una propuesta al pueblo de Venezuela, una estrategia que nos conduzca a retomar el camino trazado en los primeros años de la Revolución Bolivariana, ese que quedó plasmado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en el Plan de la Patria original, en el espíritu del libro azul, de la agenda bolivariana, en el espíritu del "Por Ahora".
Unámonos, no para sustituir el liderazgo popular o para participar en procesos electorales, sino para acompañarlo socializando saberes y experiencias, unámonos para producir la teoría y la conciencia que le hace falta a este proceso político, desde la práctica y la síntesis histórica que hoy somos. Unámonos para construir una verdadera Organización Revolucionaria, formada por revolucionarios y revolucionarias donde no tengan cabida los corruptos, los traidores, los judas, los déspotas, los flojos, los ladrones, los mentirosos, los sectarios, los excluyentes, los que usan el poder para amenazar y chantajear, los que se valen del hambre de la gente para manipularla.
Unámonos para hacer de este país una nación buena, de hombres y mujeres libres, en donde el trabajo sea la medida individual y colectiva del vivir bien y del buen vivir; un país en donde la educación sirva para emancipar no para alienar; un país de moral y luces en el cual podamos convivir con respeto los pensares más opuestos, las creencias más disímiles y las querencias más adversas.
Unámonos con la naturaleza en una relación de subordinación a ella, entendiéndonos también naturales, para aprovechar racionalmente los extraordinarios bienes que tiene Venezuela, suficientes para nosotros y para ayudar a otros pueblos; unámonos para evitar que se concrete la sustitución del rentismo petrolero, causa principal de los males actuales, por el rentismo minero, causa de la definitiva destrucción de la Patria, ambos herencia del modelo extractivista que nos impusieron los invasores y colonizadores europeos y que serviles gobernantes latinoamericanos legitiman con sus políticas entreguistas.
¡UNÁMONOS, COMPATRIOTAS, LA COYUNTURA ES FAVORABLE!
¡CONSTRUYAMOS UN GRAN FRENTE NACIONAL POR EL RESCATE Y DEFENSA DE LA PATRIA VENEZOLANA!