La hora de la Patria luce turbia. Nadie lo puede negar. Lo que se percibe en la calle es el murmullo de un profundo desaliento nacional que crece aceleradamente ante el progresivo deterioro económico, social y político. Así debemos aceptarlo, dejando a un lado, la pasión irracional que niega la realidad y rechazando la ambición de una irreflexiva dirigencia política que se mete la crisis en el bolsillo y juega con la angustia colectiva para crear un clima político y social que anuncia un desenlace violento inmediato. El gobierno lo apuesta todo a la Asamblea Nacional Constituyente en un escenario muy peligroso. Se quieren cerrar los espacios para el diálogo y empujan el país a una semana crucial.
La oposición venezolana ha puesto en marcha una estrategia complementaria que le permite sobreponerse a sus contradicciones y buscar varios atajos antidemocráticos e inconstitucionales. Por un lado convocan a la conformación de un “Gobierno de Unidad Nacional” y al mismo tiempo inician la constitución de un “Estado Paralelo” con el nombramiento y juramentación de supuestos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y preparan la designación de presuntos rectores al Consejo Nacional Electoral. Como complemento fomentan la violencia con trancas de calle donde actúan descaradamente mercenarios políticos con jugosa remuneración, impiden el libre tránsito, destruyen bienes públicos y privados, propician la ejecución de humildes ciudadanos por identificarse como chavistas, han sembrado un irrefrenable odio social, persiguen y amenazan a funcionarios públicos para crear un clima de zozobra y angustia colectiva que ha llevado a la población de la incertidumbre social al desaliento nacional.
El documento suscrito por factores de oposición para la conformación de un “Gobierno de Unidad Nacional” es absolutamente inconsistente, no tiene nada que ver con la unidad de los venezolanos para la defensa de la nación. No hace referencia a la solución democrática de los grandes problemas del país y denota una actitud revanchista que se sustenta en una polarización política sin contenido social. Refleja los intereses de la oligarquía en alianza con una clase media golpeada por la crisis y ansiosa de venganza. La constitución de una “Estado Paralelo” solo busca agudizar una crisis institucional para crear una situación de ingobernabilidad que justifique la intervención extranjera en el contexto de una guerra no convencional de baja intensidad militar y alta densidad psicológica. El imaginario “Gobierno de Unidad Nacional” nos coloca en las garras del capital transnacional, plantea restaurar el agotado neoliberalismo que catapultaría la violencia como expresión de una “guerra civil” que aproximaría el país al abismo.
El Gobierno Nacional se aferra a la Asamblea Nacional Constituyente como alternativa para superar la crisis y argumenta que es el único camino democrático a la paz. Contradictoriamente, dirigentes políticos nacionales la utilizan como amenaza y anuncian que (dado su carácter originario y plenipotenciario) su instalación permitirá la defenestración del Poder Legislativo, el enjuiciamiento de diputados, la destitución de la Fiscal General de la República, el castigo inmisericorde a los especuladores que juegan con el poder adquisitivo de los trabajadores aunque no mencionan a los responsables del desfalco a la nación. Desde esta perspectiva han convertido la ANC en una amenaza para algunos sectores sociales que comienzan a sentir el temor ante su instalación y no logran interpretarla como un instrumento de paz y construcción de alternativas para la recuperación económica del país.
El escenario constituyente luce excesivamente peligroso. Las Bases Comiciales han sido rechazadas por amplios sectores políticos y organizaciones sociales. La ANC no ha logrado el consenso necesario. Insistimos, “no se trata de estar en contra o a favor de esta convocatoria, es algo más complejo. El Proyecto de país esbozado en la Constitución Bolivariana sigue intacto aunque ha sido maltratado y desvirtuada su esencia transformadora. No necesitamos otro proyecto y los ajustes para fortalecerlo no requieren una constituyente en tan difícil coyuntura política. Necesitamos corregir políticas económicas e imponer una nueva valoración del trabajo sobre el capital para atender de manera eficiente los grandes problemas del país”.
Todo parece indicar que en pocos días se elegirá la Asamblea Nacional Constituyente. La oposición pretende intensificar sus acciones violentas para impedirlo y quedará demostrado que no tiene la fuerza, la capacidad, ni el apoyo popular para lograrlo. Se agudizará el asedio internacional y la conflictividad interna. Los grandes problemas del país tenderán a profundizarse debido a los grandes compromisos financieros internacionales que la nación debe cumplir en este semestre. El país transita sin perspectivas hacia una situación incierta.
Comienza una semana cargada de amenazas de violencia sin contemplaciones y el llamado irresponsable a preparase para el momento más difícil. No hay “hora cero”, ni callejón sin salida en política. El país reclama un poco de cordura para unificar el rechazo a toda forma de injerencia extranjera, renunciar al pretendido “Gobierno de Unidad Nacional”, dejar a un lado la intención de establecer un “Estado Paralelo”, respeto a distintos poderes establecidos, retomar el camino de la Constitución Bolivariana, frenar toda forma de violencia y concertar un acuerdo sobre medidas económicas urgentes que permita estabilizar la economía nacional y revertir la perniciosa polarización política sin contenido social. El pueblo espera que la dirigencia nacional se coloque a la altura del momento histórico. La salida sigue siendo el diálogo amplio, democrático, diáfano, transparente y respetuoso…