Los acontecimientos y tendencias de los últimos tres años han ampliado este concepto, dándole nuevos rasgos y peculiaridades. Uno de ellos es el problema de la seguridad económica. No es un mundo seguro en el que todo un país puede encontrarse en el umbral de la extinción por hambre y enormes masas de pueblo están dañadas por la desnutrición casi permanente. No es un país seguro en que el pueblo se ahoga atenazados por la miseria.
Los intereses económicos de unos u otros venezolanos (clases), o de grupos enteros de éstos, son, en efecto, tan diversos y contradictorios que parece difícilmente alcanzable el consenso respecto a la concepción de un nuevo orden económico. Pero también aquí, como confiamos, debe operar el instinto de autoconservación. Éste se manifestará obligatoriamente si se logra comprender la cadena de prioridades y que ya es hora de renunciar a la retrógrada consciencia política, a los criterios acerca del mundo exterior heredados del pasado: éste ha dejado de ser esfera de reparto de feudos y zonas de <
Los imperativos de la época nos obligan a elevar al rango de la política muchas normas del sentido común de la vida. Nuestra proposición de ponerse de acuerdo respecto a la disminución de los pagos de amortización de los intereses de los créditos bancarios y de elaborar ventajas adicionales para los países menos desarrollados, no está dictada de ninguna manera por la filantropía. Esto promete a todos ese beneficio que se denomina futuro seguro. Si se alivia la carga de la deuda al mundo en vías de desarrollo, habrá mayores posibilidades para un tal futuro. Aquí son posibles también limitaciones del pago de la deuda de cada país en vías de desarrollo a una parte de sus ingresos anuales procedentes de la exportación, sin detrimento de su avance, la aceptación de mercancías de su exportación, sin detrimento de su avance, la aceptación de mercancías de su exportación como amortización de la deuda, la liquidación de las barreras proteccionistas en las fronteras de los países acreedores y la renuncia a hacer pagar créditos adicionales por aplazamientos del pago de la deuda.
—Una vez ganada la independencia política, el pueblo quiere, como es natural, fortalecer también su independencia económica, quieren poner bajo su control los recursos que les pertenece. Pero esto afecta a los intereses de aquellos que se estuvieron lucrando a lo largo de siglos de la explotación de otros, de la utilización de los recursos del pueblo que emprendieron el desarrollo independiente.
—No soy un fantasma cualquiera: Soy, El Libertador, que he venido a salvar a nuestra Venezuela del Caos: