Se confirma lo que ha sido una opinión generalizada mucho tiempo en cuanto a elecciones se refiere: El voto castigo. El castigo del pueblo a la mentira, al engaño, a la falta de palabra, a la traición, a las promesas incumplidas, se hizo evidente en este último proceso eleccionario de la Constituyente.
En el año 2015 quien decidió la elección fue el trauma del hambre, de la ausencia de medicinas y de una real incapacidad del gobierno a resolver esos problemas que tanto aquejaban a la población. La votación se inclinó hacia las promesas que un grupo de inescrupulosos había hecho a los electores y estos en la esperanza de ver solucionado o al menos minimizado los estragos de la crisis-guerra económica, decidió apostar, y como quien se aferra a un clavo ardiente, puso en manos de la derecha su confianza y su esperanza. No votaron por ellos, votaron por una esperanza, por la última cola.
Muy pronto las promesas no solo no fueron cumplidas, sino que salió a la luz el engaño, la farsa, la mentira de los lideres ganadores al expresar sin ninguna vergüenza que esas promesas no las podían cumplir, pero era necesario hacerlas para hacer inclinar la balanza de los votantes a su favor.
Engolosinados con el triunfo circunstancial, creyeron que el pueblo era tonto y les había dado un cheque en blanco para hacer lo que les viniera en gana. Comenzaron los evidentes y desgarradores desaciertos en todas las decisiones que tomaron apenas se posicionaron de sus curules. Comenzaron los viajes sin control, a hacer pública y notoria una vida llena de lujos y placeres, seguida de locuras que evidenciaban que no tenían proyecto de país que mejorara lo que hasta ahora habían logrado en el proceso revolucionario. Mientras tanto, el pueblo seguía paciente esperando respuesta.
Dando palos de ciego, cada uno de los cabezas del tan atomizado grupo ganador, se fue conformando una especie de maraña, una más loca e incierta que la otra. Sacar a Maduro del poder era la pretendida y más acariciada propuesta que seguían como locos, sin una propuesta seria. Solo sacar a Maduro, como quisieron hacerlo con Chávez en el 2002 era para ellos el leif motiv de su triunfo, aunque después viniera la debacle.
El referéndum revocatorio no les interesó porque creían contar con una vía más expedita para su objetivo, respaldada por el circunstancial caudal de votos que habían obtenido. Subestimaron a Maduro y al esfuerzo del comandante Chávez. Subestimaron la consigna que MADURO NO ES MADURO, ES UN PUEBLO, tal como lo fue lo fue para el comandante Chávez. El gran éxito de Nicolás, ha sido el de seguir al pie de la letra el proyecto dejado encaminado por el líder máximo.
Todas las opciones que manejaron de una manera aviesa e irresponsable, no dejan lugar a dudas. No bastaron las falsas promesas, los viajes a hacer antesala ante los jerarcas del Norte, la buena vida que no ocultan, el helicóptero del Rambo, bien reconocido por los dueños del imperio, tampoco mover la colita como perro hambriento de una mirada de compasión de su amo, la traición de Luis Ortega Díaz, la marcha de los excrementos. Nada de eso les sirvió, ni siquiera las amenazas cada vez mayores de sus dueños.
No fueron OCHO MILLONES y tantos de votos. De no haberse conculcado la libertad de votar, no tengo dudas que la votación hubiera superado con creces los 12 millones de votos. Yo estuve entre los que sorteando barricadas, bombas molotov, incendios, malandros drogados hasta la saciedad, hice larga caminata la noche anterior y pensaba mientras lo hacía que estaba haciendo la gesta heroica de mi vida, la cual quedo disminuida al máximo cuando veo los videos de contingentes humanos ávidos de justicia y de evitar la locura de un regreso a viejas experiencias que han lacerado el alma de nuestros compatriotas.
El tener que madrugar, hacer largas caminatas, cruzar ríos, veredas, montes, evidencia la necesidad de dar un nuevo espaldarazo al presidente Maduro, para que sida ejecutando proyecto revolucionario que en 18 años nos ha dejado más beneficio que perjuicio era una necesidad.
Los estragos ocurridos durante los 4 meses que han pasado, han dejado un saldo de mucho dolor. La modalidad del incendio de personas, unido a lo que ya habíamos presenciado como la quema del transporte público, centros de atención en salud, guarderías infantiles con niños adentro, la utilización de niños como carne de cañón, etc., fueron el mejor incentivo para devolverle la confianza al gobierno que aun con desatinos en algunos casos, ha sido el que ha dado respuestas contundentes a las necesidades de la población.
Secuestrados en nuestra urbanización, tuvimos que votar en el Poliedro, y oh, sorpresa encontrarme allí vecinos con una usual posición contraria al chavismo, y pedirme que no los denuncie por temor a ser "quemados vivos". Otros casos relevantes fueron los de vecinos de otros edificios de mi entorno, que me resultaron verdaderamente impresionantes e increíble verlos allí en procura de justicia. No podía imaginar que hubiera tanta gente sensata y chavista en el medio donde vivo.
Con todos los que pude hablar, la razón era la misma: escapar de la estulticia que había invadido la mente de los opositores.
Ahora bien, todo esto es hermoso, es una lección, se pudo comprobar que mucha gente puede cambiar de opción, siempre en la búsqueda de la solución de sus más ingentes problemas, para lo cual están dispuestos a irse con una esperanza aunque sea ilusoria, no tenga bases firmes: el voto castigo. No todos quienes votan por el chavismo, son auténticos comprometidos, los llamados PATRIA O MUERTE, es decir, que en las verdes y en las maduras, seguirán apoyándolo.
Por lo tanto, creo que esta lección debe ser aprendida por quienes asumen esta importante responsabilidad, la gente espera respuesta y los correctivos deben empezar por casa.
No es un secreto para nadie que las instituciones no funcionan, en la mayoría de los casos, las respuestas quedan en el aire. Denuncien, denuncien, denuncien, oigo con frecuencia tanto a los líderes como al propio presidente, pero, esas denuncias no son atendidas, en la mayoría de los casos, no se obtiene ninguna respuesta y cuando se logra, además de ser extemporánea, no es la esperada y no solo porque sea descabellado lo que se pretende, sino porque las instituciones están en manos de o saboteadores o de incompetentes.
Estimados constituyentes, oigan la voz del pueblo, no se engolosinen con este triunfo, atiendan de manera expedita los problemas que nos aquejan, muchos de ellos solucionables con un poco de voluntad. Dejen los cenáculos cerrados y ábranse a oír las quejas del pueblo paciente y humillado sobre todo durante estos tres últimos años.
No es raro que al intentar comunicarse con alguno de nuestros representantes a quienes hemos elegido y le hemos dado el poder para que nos represente, negarse a atender o hacer de la comunicación directa un viacrucis manteniendo exigencias que si una carta explicativa, una cita de larga data, líneas de teléfono que dejan en espera a la persona y a la final no son atendidos, cero respuesta a planteamientos, etc., que termina desestimulando al solicitante.
Yo los felicito y me sumo al alborozo de este nuevo triunfo, pero cumplan, por favor, cumplan sus promesas y minimizaran los sobresaltos.
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