Se montó la constituyente, un triunfo a medias, los oportunistas saben que ahora están obligados a definiciones, se caerán las caretas. Es así, la constituyente vive su mayor tragedia, tener que definir el nuevo modelo económico, el que le exigen las trasnacionales, dar apariencia de legalidad al desmontaje del Chavismo, del Plan de la Patria.
Hacer tragar a la masa que Chávez era capitalista, es difícil, requiere mucha inventiva y mucho caradurismo. Convencer a la gente que todo este alboroto de la constituyente no es para cambiar la constitución de Chávez, alejarse de su legado, que todo seguirá igual es tarea complicada. No obstante, hay que reconocer que los usurpadores han demostrado que les sobra imaginación y desfachatez; convencer a los militares de que son antiimperialistas es un truco de magia digno de Houdini, presentarse como enemigos a muerte de la mud es suerte reservada a tahúres de altura. Pero transformar a Chávez, el de la lucha contra la lógica del capital, en abanderado de la privatización de PDVSA, que de venezolana sólo le quedará el nombre y las deudas, no se le ocurriría ni al mayor estafador aquel que le vendió la Torre Eiffel al jeque árabe.
Pero al diablo siempre se le ve el rabo, y la constituyente no puede ocultar su intención; el acto de maduro poniéndose a la orden de la constituyente, fue un buen ejemplo de teatrillo colegial, se mostró como un paso más de la operación por restaurar el capitalismo en lo político y en lo económico, continuar el camino que comenzó desde el mismo día que llegaron a Miraflores. Veamos.
El presidente puso el cargo a la orden, pero con red de seguridad, de mentirita. Ya aristóbulo tenía la aclamación lista, corregida, y la leyó en medio de los aplausos del rebaño. En ese discurso habló horas y de esa perorata a veces llora, a veces amenaza, se pueden pescar algunos temas:
Primero, las ganas de ser aceptado por el burgués mayor, por su camarada Trump; de esta forma se decolora la tesis del antiimperialismo, queda en evidencia su carácter de engaño. Después habló de una guerra continental, amenaza con las batallas de la independencia, otro engaño. Las grandes guerras patrias se dan tras unas ideas igualmente grandes, y el madurismo carece de ideas, sólo es capitalismo mal maquillado, reciclador de consignas, incapaz de dotarlas de contenido. Pero en medio de la paja se encontró la aguja, en algún momento habló de marxismo, se asumió marxista y anunció (¿ordenó?) al rebaño que se ¡tomarán medidas capitalistas!, todo en el mismo párrafo. Enseñó el truco, no pudo ocultar el carácter de rebaño de esa constituyente, no habrá disonancias. Falta ver cuáles serán esas medidas que les dictó el capitalismo, las trasnacionales, esperar que se disipe el humo, el teatro y llegar al centro de todo esta farsa, que el conejo salte del sombrero.
La liquidación del Chavismo sigue su curso sin que nadie se oponga. La masa chavista, esos millones que aún creen llevan a Chávez en el corazón y se resisten a aceptar que nos engañaron, esos millones, huérfanos, esperan un dirigente que retome el camino allí donde lo extraviamos, que recupere el Plan de la Patria, la Constitución del 99 y le devuelva a la gente el sentido de vida, la fuerza espiritual que hizo posible el Paso de los Andes, la derrota del sabotaje petrolero y el golpe de Abril.