Venezuela cuenta con reacciones favorables por las naciones que pueblan el mundo normal, el de grandes mayorías populares que lamentablemente tiene menos acceso que el capitalismo salvaje, a la poderosa influencia en los medios, para dar a conocer aspiraciones, agradecimientos o reclamos. Numerosos países condenan la amenaza militar de Donald Trump contra Venezuela.
Innegable que gobernantes lacayos de EE UU, asustados ven la necesidad pública de mostrarse no favorables a la intimidación contra Venezuela, hecha por el personaje locamente locuaz y peligroso, que preside a EE UU, que se tiene por la potencia militar más grande del universo, aunque China, Corea del Norte y Rusia, deben tomarse en cuenta en el campo bélico siglo XXI.
Ruedan en el cenagoso desprestigio de los VP, -es decir de los “vende patria”-, quienes claman al imperio gringo para que nos intervenga. Resulta una actitud cobarde y disociada que gente nacida en Venezuela, por odio político sembrado irresponsablemente durante años, piense que los marines de EE UU van a perdonarlos por ser contrarrevolucionarios.
En este maremagnum entre amenazas y arrodillamientos cobardes, surge la valentía criolla frente al pitiyaquismo. Venezuela vivió en Julio 2017 una Semana Santa con dos “Domingos de Resurrección”, retorno “bolivariano-chavista” gracias a la votación socialista y antimperialista, en el ensayo del 16-J, y la consulta definitiva del 30-J. para la Asamblea Nacional Constituyente, A N C.