Es indudable que, luego de instalada la espuria Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el panorama político del país cambió, demostrando una vez más la incapacidad de una oposición de derecha concentrada en la MUD, que año tras año, ha ido cometiendo los mismos errores sin ninguna capacidad – porque su arrogancia no se los permite - para generar mínimamente un proceso profundo de reflexión y poder reorientar el rumbo errado de su política. Alguien decía, y creo ciertamente que es así: el gobierno tiene la oposición que necesita. Pero también, creo como decía recientemente Enrique Ochoa Antich, en un artículo titulado “Los errores de la MUD”, que su expresa incapacidad para convertirse en una verdadera opción política para el país, está en que ese “saco de gatos” que es la MUD, no es más que un grupo de partidos e individualidades que tácticamente se juntan para la realización de acciones efectistas y de salidas rápidas, esperando que otros le hagan la tarea, bien sea el “imperio norteamericano” o sectores de la FANB descontentos con la gestión del gobierno y su orientación autoritaria.
Esta retahíla de desaciertos son producto de, como lo refiere Ochoa Antich, la incapacidad de las visiones estratégicas y contradictorias que están presentes en el seno de la MUD, que les impide percatarse del hecho de que ,después de 1989, en el imaginario colectivo del pueblo venezolano se instaló una disposición de cambio y se generó un proceso de búsqueda de un proyecto de país que reivindicara el reconocimiento y la construcción de una sociedad multiétnica y pluricultural, mediante el ejercicio de una democracia participativa y protagónica, radicando en esencia, a mi modo de ver, las profundas debilidades que tiene la oposición para generar vínculos estables con el pueblo venezolano.
Ahora bien, el hecho de que la MUD tenga ese desastroso inventario político caracterizado por la derrota sistemática, no quiere decir que el binomio Gobierno – PSUV esté en mejores condiciones. A mi modo de ver, lo que viene ocurriendo es que la instalación de la ANC marca un nuevo rumbo en la dirección y en la forma de hacer política en el país. El poder supra, tal como se ha planteado que es la ANC, es la expresión de búsqueda de la consolidación de un gobierno y una élite de poder que comienza a tener perfil propio a partir de la muerte del presidente Chávez. Esta élite de poder, si bien busca sustentarse en un discurso seudo democrático, bajo el argumento de la necesidad de enfrentar las amenazas externas (imperial) e internas que supuestamente se ciernen sobre el gobierno “revolucionario”, tratará de consolidar – utilizando todo tipo de mecanismos de poder - inclusive abiertamente anticonstitucional como lo está demostrando - un modelo de gobierno autoritario. Este, sin ningún tipo de respeto al Estado de derecho, ejecuta como política la violencia institucional que se traduce en mecanismos de represión y control social y político, ha venido borrando en forma sistemática los referentes de la revolución bolivariana y se ha ido progresivamente apartando de su origen, es decir, del alma y la esencia de la revolución bolivariana. Si no fuese porque la oposición (MUD) tiene un legado histórico que evidencia su torpeza y razón de ser, podríamos pensar que la misma le tendió una trampa a los líderes del PSUV-Gobierno para obligarlos a mostrarse ante el país como lo que son: los enterradores de la única posibilidad cierta de construir el socialismo en el siglo XXI.
Urge construir una oposición de izquierda.