Los trabajadores venezolanos estamos sufriendo la peor caída del salario real y de nuestras condiciones de vida que se haya presenciado desde que se inició la industria petrolera en el país. Una inflación indetenible que se ha desatado desde hace cinco años, una escasez de alimentos y medicinas que contribuye considerablemente con esa inflación, y una escasez de dinero en efectivo que conforman una tríada maléfica que afectan la vida cotidiana de las familias venezolanas.
En medio de la crisis, en las escasas bases chavistas que aún existen de manera organizada observamos que se expresan expectativas sobre los supuestos remedios que deberían aprobarse en la Asamblea Constituyente. Todas esas expectativas se derivan del mismo discurso mantenido por Maduro y demás dirigentes del PSUV al presentar a la ANC como la instancia que de manera cuasi milagrosa resolverá todos los problemas principales que afectan al pueblo y de manera fundamental la cuestión económica.
En el discurso de la militancia de base observamos la creencia de que la ANC va a reorientar el aparato productivo venezolano hacia un modelo socialista que supere el capitalismo rentista que florece desde hace un siglo. Pero sucede que hasta ahora no hemos observado lo mismo en el discurso de ninguno de los dirigentes del PSUV, particularmente en ninguno de los que fueron seleccionados a la ANC.
La pretendida "superación del rentismo petrolero" termina en una flagrante contradicción al proponerse en contraposición el nuevo "rentismo minero". Según Maduro, Arreaza y demás dirigentes del gobierno el declive de los ingresos petroleros será mitigado por el desarrollo de la explotación del oro, diamantes, coltán, torio y otros minerales, fundamentalmente en el territorio del Arco Minero del Orinoco (AMO).
Esta "receta anticrisis" es en términos históricos un retroceso, una vuelta a un pasado económico que creíamos superado. Los contratos del AMO sólo pueden ser comparados, por lo favorables que son para los intereses de las multinacionales extranjeras y lo desfavorables para el Estado venezolano, con las antiguas concesiones mineras y petroleras otorgadas al comienzo del siglo XX por Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Ni siquiera los adecos y copeyanos de hace 50 años se atrevieron a dar tantas condiciones favorables a las empresas foráneas, como lo está haciendo Maduro en pleno siglo XXI a nombre de un supuesto "socialismo".
Más allá de unas decenas de frases y clichés sobre el socialismo, el estado comunal y el poder del pueblo, los dirigentes del PSUV nada proponen en concreto para avanzar en un camino socialista en lo económico. Tienen cinco años repitiendo generalidades y manteniendo un modelo económico que ha naufragado una y otra vez.
Las recientes medidas punitivas tomadas contra Venezuela por el gobierno de Trump parece que lo que buscan es impedir que el gobierno de Maduro obtenga dinero fresco mediante el remate de nuestros bonos de deuda, tal como lo hicieron en meses recientes con la empresa Goldman Sachs y otras negociaciones similares efectuadas con las acciones de CITGO. Ciertamente van a incidir en la profundización de la crisis de divisas que vive el gobierno de Maduro, y lo obligan a definirse por uno de dos caminos bastante contrapuestos entre sí. Maduro deberá optar por la negociación abierta con el capitalismo extranjero, en condiciones muy desfavorables, o en radicalizar una política verdaderamente socialista que declare un default en nuestra deuda externa con los bancos occidentales, busque financiamientos alternativos con potencias emergentes y golpee fuertemente las inversiones de ese capital extranjero occidental en Venezuela.
Disolver los contratos del Arco Minero del Orinoco, expulsar del país a todas las empresas petroleras de capital norteamericano, extender esa expulsión a multinacionales gringas con inversiones en carbón, otros minerales y cualquier otro sector productivo. Ese debería ser el camino socialista a tomar por la ANC, para salir de los discursos vacíos y falsas promesas.
Otras medidas en lo económico, que hasta el presente no le escuchamos a nadie en la ANC ni en el gobierno, deberían ser, para hablar con propiedad de un camino socialista para nuestro aparato productivo:
- No al pago de la deuda ilegal. Moratoria unilateral de los pagos previstos en lo que queda de año. Utilización de esos recursos para revitalizar la actividad productiva nacional, y para la adquisición de alimentos y medicinas.
- Estabilización de la política cambiaria eliminando las diferencias abismales entre los tipos de cambio existentes.
- Auditoría pública e independiente de la deuda, con participación ciudadana.
- Control centralizado de las importaciones y nacionalización de la banca. Creación de la Central Única de Importaciones.
- Llevar el salario mínimo y las pensiones al valor de la cesta básica (artículo 91 de la CRBV).
- Control estricto de precios en alimentos, medicinas, vestidos, calzados, electrodomésticos, repuestos de vehículos y demás bienes de uso cotidiano por las mayorías populares.
- Confiscación de bienes y penas de cárcel a todos aquellos funcionarios y particulares involucrados en fraudes cambiarios y acciones de contrabando (artículo 116 de la CRBV).
- Una revolución productiva que relance la industria y la agricultura nacionales a partir de una autocrítica profunda sobre los planes y políticas aplicadas por la revolución.
- Por la defensa de las empresas estratégicas en manos del estado con nuevas inversiones, con control social de los trabajadores.
- Controles estrictos en las fronteras para evitar que siga existiendo el contrabando de gasolina y productos básicos.
- Investigar los bienes muebles e inmuebles, cuentas bancarias y niveles de vida de todos los mandos militares que han pasado por el control de la frontera en los últimos diez años. Búsqueda de testaferros para adquirir viviendas, terrenos y otras propiedades, y empresas que se hayan fundado con el dinero obtenido de las coimas cobradas por permitir el paso de contrabando hacia los países vecinos. Igual debe hacerse con los responsables de Mercal, Pdval, y las redes privadas.
- Todos los funcionarios que hayan ocupado cargos de dirección en el gobierno bolivariano que impliquen manejo de finanzas, deben realizar declaración de bienes, y ser sometidos a investigaciones similares a las ya mencionadas, para detectar cualquier indicio de enriquecimiento súbito y de poseer bienes no acordes a sus ingresos.
- Cuando hayan evidencias de enriquecimiento no demostrable, los culpables deben ser destituidos y sometidos a los juicios correspondientes por corrupción y traición a la patria. Hacer públicos los nombres de estas personas, una vez que se compruebe su culpabilidad.
- Reforma fiscal que peche a los más ricos y descargue a los trabajadores. Reducción del IVA con tendencia a su eliminación. Aumento del Impuesto sobre la Renta a los grandes capitalistas: empresarios, banqueros, compañías extranjeras.
- Retomar la publicación de estadísticas sobre nuestro sistema económico (desaparecidas desde el 2015), como fundamento que sirve para la contraloría social y el ejercicio del poder popular.
Como dicen algunos maduristas, la ANC está en su hora de la verdad. O se demuestra como un parapeto vacío incapaz de resolver la bestial crisis que padecemos como pueblo, y por tanto naufraga en términos históricos. O se rebela contra la burocracia madurista, derrocándola de los espacios del poder político, y asume por fin un programa revolucionario que hoy reclama todo el pueblo venezolano, opositores y maduristas, revolucionarios chavistas y sectores ni-ni.
Trump persigue colocar de rodillas a la economía venezolana. Aunque el discurso indique lo contrario, eso también lo ha venido ejecutando Maduro con su entreguismo ante las multinacionales occidentales en el Arco Minero y la Faja Petrolífera.
Tomar decisiones socialistas en la ANC implica romper con el madurismo y su nefasta política económica del último lustro. Tal vez eso no sea posible por el control férreo, basado en la amenaza velada de retaliaciones brutales contra quien "se salga de la línea", que la burocracia ejerce sobre los constituyentistas. De ser así, la ANC no tiene ningún futuro, y su fracaso será a la vez el hundimiento del pueblo venezolano a un período semejante a la crisis económica del siglo XIX generada por la larga guerra de independencia y las posteriores guerras civiles. Maduro tendrá el dudoso mérito de retrocedernos a la época de Páez.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 26 de agosto de 2017.