Según el diccionario de la real academia de la lengua española, la palabra perraje es un despectivo utilizado para referirse a las personas de condición humilde, sin embargo, mi propia definición nada tiene que ver con la condición social de las personas, aunque sí con sus conductas y por ello tengo mi propia definición, muy criolla, completamente venezolana.
Hago una definición de perraje y la divido en dos:
Perraje: individuo (a) de mente ilógica y conducta extraviada
Perraje: Individuo (a) antisocial, descuidado, desaseado, indiferente
La primera definición está relacionada, fundamentalmente, con el pensamiento, con la cualidad de lo que se piensa y se expresa oralmente, pero que se aleja de lo que es real, de lo que se comporta como normal, de lo que se ajusta a una lógica.
La segunda definición tiene que ver con el individuo (a) que se presenta como apartado de lo que otros consideran como normal, que no responde a un pensar que sea coherente con el colectivo, sin una relación sostenida con sus semejantes, que vive como puede aunque no le ocasiona molestias y que se conduce con descuido tanto en su físico como en su vestir.
Y no puedo dejar de pensar que, unos cuantos opositores pudieran haber sido intoxicados y aún se mantengan casi devastados y caigan en la primera definición de perraje que he hecho y que les empuje a expresar presuntas realidades, ilógicas, que entran en el campo de la mentira y hasta asuman conductas atrabiliarias, desatadas y que incursionen no solo en lo ilegal, sino en la indiferencia ante sus semejantes.
Personas que entran en la definición, con las dos divisiones que tenemos de la palabra perraje, las vemos y las escuchamos a diario en los vagones del Metro de Caracas. No es nada complicado, solo basta ver y escuchar y con facilidad obtenemos un cuadro radiográfico de nuestras observaciones.
Cito el Metro de Caracas, porque es el gran transporte colectivo mundial y de Venezuela, a donde acude la mayor variedad de personas que todos podamos imaginar. Mi intuición me dice que más de un millonario se ha movilizado por el Metro de Caracas, quizá por curiosidad para conocer cómo se mueven esos que viven en las zonas más pobres. A lo mejor es mentira, cierto, aunque todo ello es un asunto de intuición periodística y por ello la definición que acuño hoy, en este tiempo de revolución, tiempo cambiante, tiempo de sorpresas en todas las áreas de nuestras vidas, tiempo de conocimiento, tiempo de ideas, de pensar, de no errar, aunque a veces caigamos en el error.
No es que pensemos que todos debemos asumir una conducta igual, porque es imposible, ya que todos los seres humanos somos diferentes no solo en lo físico sino en lo mental, con gustos diversos y puntos de vista propios.