Proyecto de Ley contra delitos de odio no se debe manejar por odio. Bien por Isaías Rodríguez

"El Pelúo", no se cansaba de decir que su partido, entonces era militante del PCV en Cumaná, "debe crear una secretaría que cultive y atesore el odio entre nosotros".

Ese "Pelúo" que nada tiene que ver con aquel extraordinario pelotero de los Azules de Caigüire, de apellido Astudillo, era estudiante de la recién nacida UDO, todavía sin ramificaciones por todo oriente, en cada reunión de amigos, fuera de su partido, se desataba con aquella cantaleta. Era, según él, el mismo discurso que pronunciaba dentro de de su partido sin que nadie allí le tomase en serio.

-"La secretaría del odio es indispensable, pues nosotros nos cansamos de recibir coñazos y nuestros dirigentes pretenden que pongamos el otro cachete". "Parecieran creer que no somos combatientes por la revolución sino portadores del mensaje de Cristo". Para él, los cristianos y revolucionarios eran como el agua y aceite. Era esa la visión que predominaba entonces de lado y lado.

La última vez que hablé con él, en aquellos juveniles años, me expresó que había renunciado al PCV y no lo hizo por discrepar de las líneas generales de táctica, estrategia, visión del mundo y la sociedad, haber abjurado del pensamiento de Marx, Engels, Lenin, ni siquiera de Stalin, todavía al frente del gobierno de la URSS, sino porque no acogieron su propuesta, la de fundar la secretaría del odio y cultivar este sentimiento que debía usarse como arma en la lucha. Por eso prefirió quedarse solo con su pequeña granja de odio.

Cada vez que "El Pelúo" hablaba de aquello, quienes le escuchábamos y no dejábamos de escucharle porque cada vez daba nuevos razonamientos, reíamos hasta casi perder el aliento y aquello no le producía disgusto ni motivaba dejase de abundar en sus "razones". Por eso, la última vez que hablé con él, como antes, reí discretamente porque estábamos solos y él ni siquiera se inmuto y siguió fundamentando su propuesta. Para él, la fuerza del movimiento, cambio, el combustible de los revolucionarios, debía ser el odio.

¿Cómo juzgar a alguien que promueve el horrendo crimen, o lo ejecuta, de quemar a alguien por ser o pensar distinto?

Pese no somos abogados, psicólogos, psiquiatras, criminalistas y ni siquiera sociólogos, podemos opinar que un delito de esa manera tipificado es hasta más grave que esos que suelen calificarse como ejecutados con premeditación y alevosía. Porque el odio, aparte de lo innoble que es en sí mismo, induce al hombre a actuar contra quien o quienes desprecia o mal califica y de la manera más brutal. Aquellos personajes del kukuxklán que cometían y cometen aún fechorías de todo tipo, hasta crímenes mediante el acto de incendiar o torturar o vaciar una pistola a una persona por el color de su piel, eran y son bestias humanas merecedoras de los más duros castigos. Como lo fueron los ejecutores de tantos millones de crímenes contra la población primigenia americana por ser diferentes y poseedores de algo que el genocida buscaba usurpar. Los perseguidores de "brujas y brujos" de la Edad Media" y de comunistas casi desde el mismo momento que Marx y Engels impactaron a la intelectualidad con su "Manifiesto". Y también los fascistas que desataron su odio irracional y aberrado contra la población judía.

Fueron crímenes de odio los ejecutados en Caracas los días de las guarimbas cuando se pusieron guayas para degollar motociclistas o se roció de gasolina a un muchacho y luego se incendió. En ambos casos, hubo testimonios que muestran que el motivo fue la condición de "chavistas" de las víctimas.

También lo fueron todos los atropellos, como tortura, asesinatos, desaparecidos o confinamientos en islas insalubres por largos años a quienes pensaban distinto al gobierno de turno, tanto en el período puntofijista como el anterior, el de Pérez Jiménez, este último, extrañamente excluido cuando la llamada comisión de la verdad de entonces, por cierto encabezada por Luisa Ortega Díaz, con el respaldo del gobierno, hizo su investigación y levantó su informe.

Estaría bien que para todo eso, visto desde una perspectiva amplia, en el sentido del acontecer histórico, se elabore una ley para castigar duramente ese tipo de delito, sin particularización que pudiera permitir que otros, como los cometidos entre 1948-58, queden sin investigación o sanción como para de alguna manera dejar sentenciados y juzgados por orden de la sociedad toda a quienes los cometieron. Por ejemplo, los responsables de las torturas y vejaciones de Guasina, el crimen atroz contra Leonardo Ruiz Pineda, merecen tanta sanción como quienes desaparecieron militantes revolucionarios por el sólo hecho de serlos durante el régimen de Leoni o les lanzaron desde naves en vuelo.

"El Pelúo" fue producto del odio del cual fueron víctimas él y los suyos, en la época de Pérez Jiménez y comenzando el Puntofijismo. Y no veía otra forma de actuar contra aquello, porque para él la revolución ya no era un asunto de cambiar la sociedad y volverla humana para los humanas, sino de devolverle a sus victimarios lo que a él y los suyos hicieron. Para él, se trataba de de un asunto de venganza

He recordado todo eso, cuando se habla de la proposición de una Ley contra los delitos de odio, ahora ocupando el interés del Constituyente y sobre todo, por descubrir que entre quienes de eso ahora hablan y comentan, se cuentan víctimas como el mismo "Pelúo" y su familia y otros que nunca lo fueron directamente, pero de alguna manera se sienten afectados. Pero también, por lo que sobre ese Proyecto de Ley ha opinado Isaías Rodríguez, vicepresidente de la ANC.

Menos mal que siempre dentro de la confusión y abundantes sentimientos que suelen intentar imponer ritmo y dirección a la historia se abre alguna ventana. Como que Isaías Rodríguez, cuestionó la exposición de motivos que fundamenta el proyecto de Ley contra los delitos de odio. Dijo el Constituyente que "Cuando se hace una Ley, no se hace sobre un hecho determinado sino sobre un conjunto de hechos que ocurren en un país; estamos castigando el odio y la intolerancia desde un punto de vista sociológico, no lo estamos pasando factura a nadie". Teme que la Ley refleje el estado de ánimo de sus promotores por hechos inmediatos o que de alguna manera hayan impactado la vida de ellos y la gente la perciba como producto de aquel estado de ánimo de "El Pelúo". Por eso, al referir se al Proyecto la califica como que "No es una ley que esta focalizada en varios hechos. Pudiera alguien pensar que el odio y la intolerancia de los demás lo estamos respondiendo con el odio y la intolerancia nuestra".

Hay que ser muy cuidadoso no vayamos a elaborar una Ley obligada a ser muy generosa en cuanto que procura que lo abominable no se reproduzca, quede impregnada del sentimiento que busca combatir. Es decir, no caigamos en la misma tentación de "El Pelúo".



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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