Asamblea de pueblo en calle y de calle; todos y cada uno de los venezolanos/as aportando sus valiosas ideas, dirimiendo el cómo conseguir el exacto punto de equilibrio de tantísimas ideas, sintiendo las emociones que da el protagonismo participativo, de ser hacedor del nuevo presente para erigir el futuro para esta generación y venideras. ¿Qué mayor satisfacción pudiere esgrimirse ante tanta volcánica democracia de incomparable sentir de pueblo?
Este procedimiento desenmascara la toda existente tiranía que se forjó en el destemple de una nación que Bolívar decretó en su tiempo de más realidad: "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad".
Y se cumple lastimosamente; toca a venezolanos/as dar la gran batalla contra el hoy imperio, con todas las mismas características del aquel español invasor, solo diferenciadas por el excedido poderío bélico-armamentista asesino, ayer nada nuclear, hoy extremadamente letal-nuclear y más.
Pero el venezolano es del tamaño de la dificultad que se le presente, no por casualidad es hijo de Bolívar, su génesis es inquebrantable y a cada segundo nace un hijo/a con la misma corriente sanguínea de él, un ADN que en nada modifica su histórico.
Siglo XXI; y aquí está el pueblo de Bolívar en pie, despertó otra vez, de nuevo un segundo libertador llamado Chávez pinchó su vena guerrera emancipadora de naciones y no dará ni habrá descanso alguno a su alma libertaria hasta que logre liberar al mundo de la tragedia que significa el entre comillas de la visión histórica de Bolívar.
Todo sendero de la patria indica libertad; la Constituyente es en estos precisos momentos el bien más preciado que en estos duros 18 años de revolución se ha conseguido, todos subalternos a su mandato originario, todos por el orden social que regirá al mundo. La Constitución será su más extraordinaria prueba.
