De un salto, de un empujón, su espíritu impetuoso, que no conoce obstáculos, quiere encontrar "el sentido de la vida", quiere "conocer a Cristo", "toma la cruz sobre sus hombros", y presentarse como un Cristo y como el más humilde de los humildes. Es terriblemente difícil el pensar y volver a pensar todo lo que puede suceder en una revolución amplia con los personajes que uno ha tomado por la observación. Es muy dificultoso ir pensando las posibilidades de acción para luego escoger, entre todas ellas, que son más de un millón, una sola.
Y como que ese proceso, más mecánico que de imaginación, se repite para cada personaje, desde todos los detalles aislados hasta lograr la unidad, hay que calcular, cuántas y cuántas partículas deben ser molidas a fuerza de paciencia para unirlas luego y que resulten una unidad.
Para hacernos más tentador ese completo ascetismo, escupe sobre toda nuestra cultura actual, sobre nuestra técnica y nuestra ciencia; apela a la mayor exageración, a inexactitudes manifiestas, y empieza a insultarse, a injuriarse, a rebajarse a sí mismo, para así tener libre curso abierto para injuriar a todos los demás. Y así compromete sus intenciones nobles por una salvaje pretensión de querer tener razón siempre, para lo cual ninguna exageración le parece demasiado, ni ningún engaño, demasiado burdo.
No; no, creamos que la continencia "decide una vida"; no creamos que tengamos que hacer una sangría en nuestras venas para sacar de ellas todas nuestras pasiones terrenales y que nos tengamos que cargar solamente de deberes y versículos de la Biblia. Desconfiamos de un hombre que no sea más que un "empobrecer" de nuestros sentidos y de algo má s sublime y más santo todavía: Nosotros no queremos entregar nada de nuestras conquistas técnicas, nada de nuestra herencia socialistas, ni una pulgada de nuestra realidad tangible; nada de eso queremos dar por un filósofo, y, menos aún, por un filósofo regresivo, depresivo, que nos empuja hacia el embotamiento espiritual. Por ninguna bien aventurada celestial queremos cambiar la deliciosa plenitud de nuestra existencia de hoy, ni aun a trueque de una simplicidad de la vida; preferimos ser "pecadores" que "primitivos"; preferimos ser pasionales que tontos u honestos, en el sentido de la Biblia.
Nuestro pueblo "chavista" está preso de la misma espera de un estado mejor como en los tiempos de Cristo, de Mahoma o de Buda; inextinguible vibra en el alma de las masas, siempre dispuestas a lo milagroso, un anhelo renovado hacia un Maestro, hacia un Conductor.
—Dios mío, cuán difícil es vivir solamente ante Dios… Vivir como ha vivido nuestro pueblo, metidos en el fondo de un pozo, del cual nunca habían de salir y sin nadie pudiera saber nunca cómo han vivido allí. Pero se debe vivir así, pues solamente eso es vivir…
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!