Mentiroso, adulante

"El venezolano tiene muchos defectos, y también cualidades. Como siempre hemos creído que la función del padre, del maestro y del intelectual es inducir a lo mejor, y de ser posible a la perfección, como abuelo regañón o como abogado de diablo, dejando a los políticos demagogos o a los que gustan del aplauso fácil las palabras lisonjeras y adulonas. Porque somos el mejor pueblo del mundo. No hay ser más inteligente, laborioso y con mayor anhelo por la libertad que el venezolano. Somos el país de las grandes gestas, de la libertad, del progreso…"

La historia del pueblo venezolano es una larga secuela de sufrimientos y decepciones desde el momento mismo en que nos abrimos paso en la historia. Todos los opositores de los malos gobiernos que hemos tenido en doscientos años prometen el oro y el moro para cuando ellos agarren la sartén por el mango.

Una cosa es la tradición y otra el anquilosamiento mental: el aferrarse ciegamente a fórmulas y modos de existir definitivamente periclitados. No es lo mismo respetar y cultivar ciertos usos y costumbres arraigados por siglos a la vida de un pueblo, como pudieran ser sus hábitos alimenticios, rituales y ceremoniales.

Ha llegado el momento, luego de hablar de lo positivo del venezolano. Lamentablemente, la misma actitud hipercrítica que en un comienzo elogiábamos, poder hacernos fracasar en nuestra empresa, y cuando le digamos "bonito" al venezolano, puede ser que nos responda con la voz de la muchacha cortejada o del mitinero escéptico.

La mayor parte de los políticos venezolanos viven en Caracas, aunque nació en provincia. Unos son víctimas de persecuciones, los más de un autoexilio extraño, ya que sin desprenderse nunca del mundo que los vio nacer, no se deciden a retornar. Prefieren esquivos y sórdidos lugares de Gringolandia a la tibia luminosidad y el bullicio de su pueblo nativo. ¿Son felices? ¿Encuentran en esas latitudes el estímulo necesario para proseguir sus negocios políticos? ¿Es cuestión de sensibilidad lo que los lleva a erradicarse de los sitios y lugares donde transcurrió la infancia? En modo alguno, o mejor dicho, es casi excepcional que así lo sea. Luego del éxito y de su fuga del medio original, la obra que iniciaron antes de elevarse y desplegar sus mejores colores se apaga, se opaca, se desvanece, hasta parecer sombras de lo que algún día fueron. Más de una decena de políticos frustrados y de primera magnitud llevó dolorosamente contados en mí deambular por el mundo. ¿Cuál es la razón de esta actitud? ¿Por qué tanto dolor de exilio cuando en sus respectivos medios ya se tiene y celebra como dioses tutelares? ¿Por qué se fueron los dioses? ¿Por qué nos abandonaron? ¡Ay!, es una historia larga de contar.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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