Arrancamos con fuerza un nuevo proceso electoral. Es indudable el talante democrático de la mayoría de nuestro pueblo que siempre se ha decantado por participar en las elecciones para elegir a sus autoridades nacionales, regionales o locales. Esta disposición cultural y ética está bien alejada de la lógica violenta de la extrema derecha. Esta gente ha fracasado estrepitosamente en su intento de captar seguidores a través de la imposición de la violencia.
La repuesta de la gente al llamado de la Asamblea Nacional Constituyente para elegir a los alcaldes de todo el país ha sido bien positiva. Ha iniciado un nuevo proceso que impondrá una rutina festiva y de debate, toda vez que la elección de autoridades locales genera un mayor impacto en la cotidianidad de la gente.
En efecto vamos a elegir 335 alcaldes, los cuales según el artículo 178 de nuestra Constitución Bolivariana deben atender a sus comunidades en temas como la "Ordenación territorial y urbanística; patrimonio histórico; vivienda de interés social; turismo local; parques y jardines, plazas, balnearios; vialidad urbana; aseo urbano y domiciliario; salubridad y atención primaria en salud, servicios de protección a la primera y segunda infancia, a la adolescencia y a la tercera edad; educación preescolar; servicio de agua potable, electricidad y gas doméstico, alcantarillado, canalización y disposición de aguas servidas; cementerios y servicios funerarios; y justicia de paz".
Luego de la victoria en las elecciones regionales, donde las fuerzas revolucionarias obtuvieron más del 52,6% de los votos (5.817.344), nos toca consolidar y fortalecer esa fuerza popular que ha luchado en medio de todas las adversidades y dificultades para enfrentar los ataques y agresiones que ha sufrido el pueblo y nuestro Gobierno Revolucionario. Este pueblo ha resistido con valentía y fiereza todos los intentos de golpe, paros, guarimbas y ataques terroristas de la extrema derecha. Ahora enfrenta con dignidad las amenazas de intervención militar extranjera, los bloqueos y el arrecio de la guerra económica. De todas estas batallas hemos salido victoriosos, estamos más unidos que nunca y avanzamos cohesionados en defensa de nuestra patria.
En la acera de enfrente las cosas no son así. No existe un liderazgo. Solo hienas peleándose por defender sus negocios e intereses. A la falsa imagen de equilibrio y ecuanimidad que siempre quisieron vender desde el botiquín-taguara en que convirtieron a la MUD-Company, ahora se desata un ataja perros fratricida, ventilando todas sus diferencias y pugnas a la luz pública. Los partidos de extrema derecha, Voluntad Popular y Primero Justicia, muy golpeados en la preferencia electoral, por el repudio a sus acciones violentas generadoras de muerte y destrucción, han visto mermados sus votos y su capacidad de influir sobre el resto de las fuerzas opositoras. Ante esta realidad han definido una línea de suicidio político que los llevará muy rápidamente al ostracismo. Por un lado, la burguesía malcriada aglutinada en Voluntad Popular, ante su incapacidad de controlar e influir en el espectro electoral, ha decidido no participar más en procesos electorales. Esta es una grave contradicción, que un partido político no acepte ir a elecciones, que le pierda el gusto a la búsqueda de votos. Indica claramente que en su futuro inmediato continuará únicamente con la vía abierta de la subversión terrorista y la violencia. Que nadie dude que los que hacen política sobre la muerte puedan enmendarse o recapacitar. Es altamente peligroso que la dirigencia extremista de esta organización violenta, guarde silencio sepulcral en este momento político. Algo están tramando. Cuidado.
El caso de Primero Justicia es aún más patético. Sus tres principales líderes se han convertido en cadáveres políticos, se han suicidado por sus errores, torpezas y malcriadeces. Capriles, devenido en un personaje histérico, malhumorado, maníaco depresivo, inhabilitado y rechazado por su propio partido; Borges, insípido e intrascendente, sin ningún tipo de carisma, le dio por convertirse en un apátrida propulsor de la intervención militar y el bloqueo financiero de su propio país, esto es imperdonable; y el ahora fracasado Ocariz, caído en desgracia por ser un nefasto alcalde, rechazado por la jauría de la extrema derecha por "negociador" en la mesa de diálogo y por "entregar" al militar golpista Caguaripano. Su vergonzosa derrota en la candidatura a la gobernación de Miranda (bastión de la derecha) era el trampolín para ser candidato presidencial.
El único bastión que le quedaba a Primero Justicia era la gobernación del Zulia, pero su actuación malcriada e inmadura, le hizo perder un importante centro de poder (el estado más populoso del país), apenas por un "procedimiento administrativo" ante la Asamblea Nacional Constituyente. Fue un suicidio. Un error político, un acto irracional que solo se explica porque están actuando bajo las órdenes que les emiten desde la Casa Blanca. De tanto lamer botas en el extranjero, ya le perdieron el pulso a la realidad política nacional. Acumulan torpeza sobre torpeza.
Con más astucia ha actuado el viejo zorro Ramos Allup. Aguantó la descarga de odio por parte de la extrema derecha, pero evidentemente se aprovechó de las contradicciones e inmadureces de sus pares, para asaltar los espacios políticos. Los adecos no sólo conquistaron a pulso 4 gobernaciones, amenazan con anotarse agazapados en las elecciones municipales y tienen el ojo puesto en la candidatura presidencial de su protoprócer Ramos Allup.
El pueblo venezolano no tiene la culpa de estas miserias y de la furia desatada entre la fauna opositora. Ojalá, luego de la tormenta, surja en la oposición un liderazgo verdaderamente demócrata, que se mantenga siempre por la senda de la paz y la vía electoral.