Si los hechos de nuestro remoto pasado fueron tergiversados por los "historiadores" y la tradición oral, y no hay fórmulas, por ausencia de documentación, para reconstruir la verdad, no es el caso de que echemos por la borda nuestro acervo histórico, ya que si Maquiavelo dijo una vez: "Calumnia, calumnia que algo queda", algo de verdad debe quedar de toda aquella sarta de mentiras. Así se logra que broten nuevas perspectivas que si merecen la misma o mayor fiabilidad que las anteriores. En nuestra historia colonial no hay verdades de ese género. Todas son reminiscencias y pálidos reflejos de una verdad que no hay forma de agarrar y que a lo mejor pudo ser. No importa; a falta de una verdad incuestionable, los pueblos necesitan explicaciones más o menos coherentes y verosímiles sobre su pasado. Por eso surge el mito y la leyenda. A un pueblo se le puede quitar la historia. Lo que no se puede es dejarlo sin mito.
Las organizaciones políticas deben ser participativas y protagónicas y eficientes, pero aquí ha imperado la mediocridad y la audacia con su secuela: la corrupción. Nuestra democracia puntofijista se ha caracterizado por la alternabilidad de un bipartidismo donde a un gobierno malo le sucede otro peor y donde los sicarios del honor, la dignidad y del valor son los grandes líderes, sin mensajes, sin ejemplos dignificantes. La mayoría de los líderes no han llegado por méritos sino por ser más o menos fieles al Amo, y su liderazgo sólo es respaldado por el dinero disponible. No se han ocupado de incrementar ni siquiera la formación intelectual y práctica. Al que no sabe cualquiera lo engaña y al que no tiene cualquiera lo compra.
La crueldad y crímenes del puntofijismo no fueron actos trascendentes, pues estos destruyeron la nación; los malos políticos están creando un estado mental que lleva al pueblo a no trabajar, y esto sí nos hunde. En 1959 no había ideología. Había déspotas, analfabetos y los escasos individuos preocupados por la situación imperante eran semidemocráticos con ideas Gringolandia. Lo triste es que en lugar de recoger y fortalecer la ideología de la revolución se dejaron llevar por el cuello hacia el socialcristianismo, socialdemocracia, con ideas sociopolíticas ajenas a nuestro medio y costumbres.
Cada gobernante ha dado rienda suelta a sus caprichos y regionalismos, no ha existido una planificación nacional con visión de grandeza y futurista por parte de un equipo multidisciplinario competente y conocedor de las necesidades y posibilidades del pueblo, y así facultos a última hora han elaborado mamotretos llamados "Plan de la Nación", que ni los aprobado el pueblo, ni se han cumplido. La corrupción ha llegado a tal grado que hasta el poder que podríamos llamar sagrado, el de la justicia, se ve cercado, y los jueces y magistrados se ven tentados y acosados por tres flagelos: corrupción financiera, jueces que reciben dinero por una sentencia. Los procesos de descomposición se aceleran y agigantan frente a un ordenamiento jurídico que no se cumple, un poder ejecutivo inefectivo, ineficiente y corrupto, una administración pública indisplinadas y un poder legislativo que no es representativo ni democrático.
A pesar de que es casi una ley que la juventud hay que alimentarla bien y educarla mejor, para que así esté preparada para el encuentro con su destino y ocupe el lugar histórico que le corresponde; a pesar de que existe conciencia de que estamos en un mundo explotado dependiente y alienante, casi sin posibilidades y camino a la miseria. Nada, nada se ha hecho y nada se hace por ese futuro que es la misma patria.
Nuestra instrucción primaria está minada por la Quinta Columna Colombogranadina. Textos colombianos u maestras colombianas en nuestro propio suelo enseñan conceptos erróneos que persiguen destruir nuestra identidad y patriotismo y sembrar en la mente y corazón de la juventud falsos y antivenezolanos conceptos históricos y jurídicos sobre nuestros legítimos y exclusivos derechos espaciales, con el fin de acondicionar a generaciones enteras para sus propósitos geófagos.
¿Por qué un pueblo, mayoritariamente mestizo, que lucha por exterminar la raza blanca, elige como caudillos para este propósito a hombres de la raza odiada? (Boves, Páez y Zamora). En Venezuela, realmente, hay demasiadas situaciones paradójicas.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!