La precarización de la cotidianidad de los zulianos, consecuencia de las circunstancias que atraviesa la nación, conforman el marco en el cual el próximo gobernador, tiene que asumir el compromiso de hacer realidad las expectativas de mejora en la calidad de vida de todos los habitantes de la región.
Compromiso nada fácil, si aunado a las dificultades económicas-materiales sabidas, se consideran las secuelas a veces intangibles de dichos males alojadas en el imaginario y la subjetividad de nuestra gente. Y esto se evidencia en el deterioro de las relaciones interpersonales, cuyos marcadores son el irrespeto, la deshonestidad, la anti solidaridad. Crisis que ha profundizado el problema ético que ya tienen largo camino andado, sin embargo, todavía nos sorprende, cómo acostumbrarnos a ver el límite de lo antihumano cuando alguien por ejemplo, le grita a una viejita: "esa mardita chavista ojalá se muriera"; sencillamente porque agradeció a Dios y al gobierno por estar cobrando la pensión en amor mayor. Sin duda, sentimientos asociados a la oprobiosa situación que se generó durante las guarimbas, de la cual el pueblo ya hizo su acertada valoración.
Y ante ese marasmo de cosas que nos envuelve, reflexionemos con sinceridad: ¿cuál es el candidato a la gobernación que más podría tributar a minimizar tal situación? Que es material, pero profundamente espiritual y cultural. Tenemos que tomar posición con franqueza ante esto, estimados compatriotas. El Zulia que no es sólo la ciudad de Maracaibo y las meras referencias discursivas al campo y su producción, al puente, a la gaita y la chinita, utilizada como simbologías por Rosales y su equipo para vender un concepto de zulianidad superficial, que no la considera como un hecho identitario, que como tal es un proceso dinámico en constante construcción, que requiere de un tratamiento especial desde las políticas culturales emanadas desde la gobernación. Y nada hace pensar que Rosales pudiera gobernar bajo esas premisas.
Por otro lado, El Zulia no es sólo Maracaibo y sus adyacencias a las que se les remoza la fachada y se hacen muchos brocales.
Bien sabemos que el Zulia es un territorio de inconmensurables riquezas en diversos órdenes, cuyo centro es su gente, que requieren desarrollos urbanísticos con emporios ecológicos, donde se impulse el crecimiento tecnológico y a la vez se resguarden los saberes ancestrales y el patrimonio cultura, donde a la par del crecimiento industrial en torno al petróleo, se haga del lago un espacio vivible para la recreación, el trabajo; transversalizado por el concepto de desarrollo humano integral: solidario y honesto, como garantías para que surjan los ciudadanos que se requiere. Y ese es un reto ganado para Omar Prieto, quien lo asume con juventud y visión prospectiva.
Deberá Omar, remontar la cuesta desde distintas áreas. Desde la económica hasta la geoestratégica, siempre en la consideración, como lo ha expresado, de atender con prioridad las necesidades, tanto materiales como culturales de la población en el entendido que el acento de su gobierno estará puesto en la revalorización del ser zuliano.
En estos momentos se trata, de unificar esfuerzos, de mirarnos de frente para repensar y hacer un Zulia mejor y no dar paso a encapsuladas fórmulas del pasado, de gobiernos con reyezuelos y élites. Es el momento de encontrarnos como miembros de un pueblo que tienen los mismos pesares del día a día, lo cual nos unifica para crear y crecer en solidaridad, honestidad, y revestidos de esa autoridad moral, convertirnos en acompañantes de la gestión de Omar Prieto.